El especial y personal significado detrás del último look de Carolina de Mónaco
La princesa escogió un look de la colección Alta Costura primavera/verano 2024 de Chanel que tiene una importante vinculación con su juventud
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El pasado sábado 7 de junio tuvo lugar un momento casi histórico en Mónaco: después de más de 40 años, el Principado ha sido el escenario de una cena de Estado en el Salón del Trono del palacio de Montecarlo. Los invitados fueron Emmanuel Macron y su mujer, Brigitte Macron. Esto no ocurría desde 1984, cuando Raniero III recibió a François Mitterrand, presidente de la República Francesa desde 1981 hasta 1995.
Los anfitriones eran, por supuesto, el príncipe Alberto II de Mónaco y la princesa Charlène, aunque a ellos quiso también sumarse Carolina de Mónaco, otra de las grandes anfitrionas y representantes del principado. Para la ocasión, contrarrestando la sobriedad a la hora de vestir de su cuñada -que lució un vestido largo con cuello redondo y sin mangas-, la hija de Grace Kelly apostó por un vestido Alta Costura firmado -como no podía ser de otra forma- por Chanel.
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Concretamente, este conjunto formó parte de la colección primavera/verano 2024 de la maison francesa bautizada como ‘The Button’. Tal y como explicaron desde la casa, su entonces directora creativa, Virginie Viard, quería rendir homenaje a algo tan sencillo y tan imprescindible en el mundo de la moda como el botón. Este ha sido desde siempre uno de los elementos más icónicos de Chanel, estando siempre sus botones grabados con las dos C que forman el logo.
Este elemento, que fue el centro de toda la colección, se unió también a otra de las tendencias del aquel entonces y que todavía llega hasta nuestros días, el ‘balletcore’. La influencia del mundo de la danza clásica ha dominado en gran parte las tendencias femeninas de las últimas temporadas, donde las prendas ajustadas, en tonos empolvados -especialmente rosa- y tejidos etéreos eran las claves principales.
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En el caso del conjunto escogido por Carolina de Mónaco, se trataba de un vestido negro con pequeños cristales cosidos simulando lunares y una abertura central y bajo rematado de forma irregular, rematado con puntilla. Sobre este, una rebequita crop confeccionada en lentejuelas en tonos verdes con una tela también con lentejuelas incrustadas que simulaban un estampado de rombos. De ella, lo que más destacaba era el cuello ‘pierrot’ en tul blanco con detalles en rosa fucsia que simulaba el tutú de una bailarina.
Y era precisamente este el hilo conductor de esta colección, el ballet, una de las grandes pasiones de Carolina de Mónaco y que marcó en gran parte su infancia y primera adolescencia. Quizá mucha gente no lo sabe, pero Carolina de Mónaco fue, durante varios años, una bailarina de aspiración profesional. Su maestra privada fue Marika Besobrasova, una histórica bailarina de origen ruso que impartió clases en el principado.
De hecho, en 1977 llegó a bailar haciendo a debutar como bailarina. En cambio, un año más tarde, decidió comenzar sus estudios de Filosofía en la Universidad de la Sorbona en París, focalizándose en esta nueva etapa educativa y abandonando la danza como disciplina. A pesar de ello, Carolina de Mónaco nunca se desvinculó de este arte, ya que llegó incluso a fundar su propia compañía en 1985, Les Ballets de Monte-CarLo. Por supuesto, en numerosas ocasiones la hemos visto en estrenos de ballet y diferentes funciones.
El pasado sábado 7 de junio tuvo lugar un momento casi histórico en Mónaco: después de más de 40 años, el Principado ha sido el escenario de una cena de Estado en el Salón del Trono del palacio de Montecarlo. Los invitados fueron Emmanuel Macron y su mujer, Brigitte Macron. Esto no ocurría desde 1984, cuando Raniero III recibió a François Mitterrand, presidente de la República Francesa desde 1981 hasta 1995.