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Crónica 12. 17 de agosto de 2013
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SEGUNDO VIAJE AL EXTREMO ESTE DE EUROPA CONTINENTAL

Crónica 12. 17 de agosto de 2013

YA EN RUSIA La última vez que escribí fue el miércoles. Estaba en un motel en Letonia, cerca de la frontera de Terehavo, esperando a Tarek en

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YA EN RUSIA

La última vez que escribí fue el miércoles. Estaba en un motel en Letonia, cerca de la frontera de Terehavo, esperando a Tarek en el otro lado de la frontera. Han pasado muchas cosas. Ya estamos cerca de Uhkta, a solo 300 km. Veamos desde el principio que ha ocurrido.

Yo ya había sido rechazado una vez por las autoridades rusas por no llevar un documento notarial de autorización de Tarek para transportar su moto.

El miércoles Tarek, antes de tomar el avión fue al consulado y le hicieron una autorización con todos los sellos consulares. Él se llevó un original, otro se lo dio a Ángel, quién me envió una copia vía email y el original por UPS a Riga, a donde llegaría el jueves por la mañana. Así que teníamos dos originales acercándose.

Tarek llegó a Moscú la tarde del miércoles y alquilón un coche para acercarse a la frontera. Son unas 7 horas de coche.

Cuando Tarek estuvo cerca de la frontera, a medianoche, me avisó para que yo fuera también e hiciéramos una tenaza de gestiones.

Entregué al funcionario la copia que había que me había enviado Ángel por email, y que había impreso en el motel. Me exigió el original. Le expliqué que Tarek estaba a 100 metros con el original y no hubo forma de que yo pudiera acercarme a Tarek o él a mí. Fui rechazado de nuevo tras cuatro horas de discusiones.

Iba a empezar el tercer intento. Unas horas más tarde Tarek consiguió que un joven ruso, Alejandro, que habla una excelente español, aceptara pasarme el documento original al otro lado de la frontera. Alejandro cruzaba a pie la frontera. Yo el esperaría en el lado letón justo en la salida. Era fácil identificarme: cientos de camiones y dos motos en un remolque. Ezstuve esperando a Alejandro, hasta que la policía letona me echó del lugar, no sé porque. Alejandro iba a pie, yo no podía alejarme. Estuve jugando al ratón y el gato con los policías letones acercándome a la frontera cada vez que podía hasta que llegara Alejandro. Por fin llegó. En agradecimiento le llevé a Rezekne, a 80 kilómetros, para que pudiera coger un autobús hasta Riga.

Con el original empecé el tercer intento. Cada intento es entre cuatro y seis horas de trámites fronterizos. Eran las 12 del mediodía del jueves.

Otros funcionarios. El problema, según estos, ya no era el documento, sino que según las leyes rusas yo no podía entrar con dos motos, por muy autorizado que estuviera por el dueño de la otra moto.

Nueva discusión. Tarek hizo gestiones por teléfono mientras regresaba a Moscú, con la autoridades rusas en Moscú y cuando ya estaban metiéndome en el coche por tercera vez, salió un oficial ruso gritando: “¡niet, niet,..!”. Discusión entre ellos. “¿Dónde está Tarek?”. Tarek estaba de regreso a Moscú… Por fin una alternativa: “Cuando Tarek esté aquí le dejaremos pasar y que él se haga cargo de su moto y entretanto usted vuelva a Letonia”. Tercera expulsión.

Cada vez que llegaba a la frontera rusa y era expulsado, cruzaba dos veces la frontera letona, una al ir y otra al volver. Así que aquel tipo con dos motos ya llevaba seis trámites en la frontera letona en dos días y los letones empezaban a preguntarse qué estaba pasando realmente.

Tarek me llamó: “Ya estoy de nuevo aquí”. Yo reinicié por cuarta vez los trámites en la frontera letona y luego la rusa. El oficial ruso de inmigración que selló mi cuarta entrada y vio las tres expulsiones precedentes en dos días, me dijo que aquello era un record. Que guarda aquel pasaporte… El record yo ya no sabía si era a la persistencia o a la estulticia. Llegué de nuevo donde mis queridos funcionarios rusos y vi como dejaban pasar a Tarek, que ya pudo hacerse cargo de su moto, con la condición de que en lugar de salir por Moscú, tenía que volver conmigo por aquella misma frontera con su moto. Salimos de allí tan rápido como pudimos…

Ya no paramos. Pasamos por Moscú para dejar su coche de alquiler. Eran ya los cinco de la madrugada de viernes. Estuvimos conduciendo, a pesar de no haber dormido nada ni la noche de miércoles ni la presente, decimos seguir para tratar de recuperar algo de los días perdidos. Nos fuimos turnando. Mientras uno conducía el otro dormía. Así hicimos ayer viernes durante todo el día y llegamos hasta aquí. Un lugar sin nombre para nosotros, en el que nos refugiamos ayer a las doce de la noche, a solo 300 kilómetros de Uhkta. Ayer todo el pueblo pasó por delante del lugar donde hotel para ver las motos.

Ahora son las de mañana aquí. Vamos cargar el coche y a seguir hasta Ukhta.

YA EN RUSIA

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