Dieta genética, en qué consiste esta forma personalizada de adelgazar

Bajo la premisa de que cada persona es diferente se cimientan los pilares de la dieta genética. No solo porque tiene en cuenta nuestras circunstancias personales y nuestro estilo de vida, también porque se basa en un análisis de nuestros genes para diseñar la dieta perfecta para nosotros, un plan de alimentación personalizado que tendremos que seguir si queremos perder peso y llevar un estilo de vida más saludable.

Este tipo de sistemas de alimentación aspiran a ser mucho más que ese plan que seguimos durante unas semanas hasta alcanzar nuestro peso ideal, su intención es cambiar por completo nuestra forma de alimentarnos y pasar a ser atemporal. Aseguran que esto es posible porque se basan en dietas equilibradas que buscan disminuir el riesgo de que podamos desarrollar determinadas enfermedades, como la diabetes o la obesidad.

Nuestros genes contienen una gran cantidad de información, por ejemplo, el riesgo que tenemos de padecer determinadas patologías, pero también nuestra capacidad de absorber micronutrientes y vitaminas. La dieta genética plantea menús específicos basándonos en estos datos concretos, incluyendo los alimentos que nos sientan bien y dejando fuera aquellos que no nos convienen.

Por ejemplo, si tras el estudio descubrimos que tenemos bajos los niveles de determinada vitamina, la dieta incidirá en alimentos que nos la puedan aportar. Si se demuestra que podemos tener intolerancia a la lactosa o es mejor no tomar gluten en la dieta, tendremos que retirar los alimentos que la contengan, pero nos darán alternativas para cubrir el resto de nutrientes, vitaminas y minerales que nos aportaban los alimentos que hemos tenido que retirar evitando así tener carencias.

El primer paso para poder acceder a una dieta de estas características es, evidentemente, analizar nuestros genes, algo que se hace en lugares especializados a través de una muestra de ADN, que se puede obtener a través de la saliva o de la sangre. De esta forma podremos conocer predisposiciones genéticas a padecer determinadas intolerancias, nuestra capacidad para metabolizar grasas o hidratos de carbono o alguna carencia natural de vitaminas.

Así, una vez que se conocen todos estos datos que es imposible saber sin un estudio concreto, los profesionales diseñan una dieta específica que ayude a cubrir las necesidades de cada persona, creando una dieta que para ellos sea saludable y equilibrada. Por supuesto, tal y como hemos señalado antes, para ello también tienen en cuenta otros factores externos, como el ejercicio físico que hacemos o cuanto descansamos.

Este tipo de dietas está pensada para todo el mundo, para aquellas personas que busquen una forma más eficiente de alimentarse, pero también para quienes busquen perder peso, porque además de los factores externos que nos influyen, como la nutrición, el clima o los factores ambientales, en muchas ocasiones los factores genéticos pueden señalar riesgos añadidos que desconocíamos.

Gracias a seguir una dieta genética, además de contar con un plan personalizado que previene algunas enfermedades para las que estamos predispuestas genéticamente, podremos conseguir retrasar el envejecimiento, mejorar el estado de salud y maximizar los efectos de nuestra dieta para adelgazar. Eso sí, no olvides que antes de comenzar cualquiera para adelgazar es necesario consultar con especialistas, en este caso con mayor motivo, porque su diseño y creación depende de los profesionales del sector.