El método para mejorar tu memoria con solo 10 minutos de meditación al día

Mantenernos activas es una estupenda forma de no dejar que nuestro cuerpo se acomode con el paso del tiempo. Igual que cuidamos el exterior, conviene tener cuidado también con el interior, y en esto la meditación puede ayudarnos. Sabemos las muchas ventajas que dedicar una parte del día a meditar puede tener en nuestras vidas y nuestro estado de ánimo, pero además también es ideal para mejorar nuestra memoria.

Algunas de las formas de potenciarla son conocidas por todos, por ejemplo, un buen descanso es clave así como incluir en nuestra dieta algunos alimentos que la favorezcan, como los frutos secos o el pescado azul. El ejercicio físico siempre es una buena idea incluirlo en nuestras rutinas porque además de los beneficios físicos que señalábamos antes, también nos ayuda a liberar la mente y a sentirnos mejor y más relajadas después.

Una reducción de la ansiedad y del estrés puede ayudarnos a mejorar nuestra concentración, así como aprender a distinguir y aceptar nuestras emociones, obteniendo grandes beneficios sobre nuestra memoria. No son pocos los profesionales que confirman esto, así lo demostró un estudio reciente publicado en la revista académica ‘Psychological Reports’, donde estudiosos británicos explican que la meditación puede ayudarnos a potenciar la memoria a corto plazo.

Esta es la encargada de retener una cantidad limitada de información de forma temporal, que más adelante podemos olvidar o puede pasar a formar parte de la memoria a largo plazo, que son los conocimientos que tenemos, como los recuerdos de años anteriores o lo aprendido en el colegio. La memoria a corto plazo almacena esa información que puede que no necesitemos en el futuro, pero que necesitamos en ese momento determinado.

El enfoque del estudio presentado asegura que una buena forma de mejorar la memoria es emplear la meditación de atención plena, que es muy habitual es métodos como el Mindfulness. Esta disciplina nos ayuda a vivir el momento de forma consciente, prestando atención a lo que sucede con interés, pero también con aceptación. Por eso dedicar por lo menos 10 minutos al día a este tipo de meditación puede traer estupendas consecuencias para nosotras, nuestra mente y ahora sabemos que también para nuestra memoria.

Gracias a las técnicas que nos enseña el Mindfulness seremos capaces de reconocer lo que está sucediendo mientras está sucediendo, aceptando la experiencia y dejándola fluir, nos ayuda a tomar consciencia de la realidad, pudiendo así trabajar de forma consciente con situaciones de estrés, ansiedad o dolor. Nos invita a vivir el momento sin dejarnos llevar por las preocupaciones de lo que ha sucedido antes o de lo que podría suceder después, lo que nos ayuda a reaccionar de forma adecuada.

Esta capacidad de ser conscientes del momento, la aceptación emocional, que nos ayuda a lidiar con las situaciones diarias así como a autoconocernos mejor, y la reducción de los niveles de estrés y de ansiedad, parece que favorece a nuestra concentración, nuestra capacidad lectora y esto beneficia a nuestra memoria, haciendo que nos resulte más sencillo recordar, lo que nos ayuda a mejorar la memoria a corto plazo, incluso solo tras unas pocas sesiones (ya se había demostrado su eficacia en meditadores expertos).

Los beneficios de la meditación no son inmediatos, aunque tampoco hay que esperar mucho tiempo para comenzar a notarlos. Es un camino largo, por lo que es necesario dedicarle tiempo y, sobre todo ser constante, aprender a distinguir los pensamientos y dejar que estos fluyan, sin que nos distraigan de la nuestra meditación, puede costar un tiempo, así como saber distinguir nuestras emociones y aprender a escucharlas y gestionarlas, sin embargo parece que los beneficios que podemos obtener de dedicar unos 10 minutos diarios a ello son cada vez mayores.

Para comenzar a practicar la meditación, solo tendremos que ponernos ropa adecuada, sentarnos de manera confortable y, en el caso del Mindfulness, concentrándonos en la respiración. Una vez concentrados en este aspecto es necesario catalogar las distracciones que nos llegan, porque la clave no es dejar la mente en blanco, sino aprender a redirigir esas distracciones con naturalidad para volver a centrarnos en la respiración.

Gracias a la atención plena podremos gestionar nuestras emociones y aprenderemos a enfrentarnos a las situaciones de la vida de una forma más consciente, pero también desarrollaremos la inteligencia emocional, mejorando las relaciones interpersonales, potenciaremos la creatividad, podemos mejorar los problemas de insomnio y, por supuesto también todo lo señalado anteriormente: mejoramos la memoria a corto plazo y de trabajo (que incluye la memoria a corto plazo y otros procesos mentales, la usamos, por ejemplo, asociar un conocimiento nuevo a otro que ya teníamos) así como la capacidad de concentración, mientras reducimos los niveles de estrés.

Habitualmente las primeras sesiones de esta disciplina se realizan con la ayuda de un experto o guía, que puede ayudarnos a comprender lo que sucede y darnos las mejores herramientas para conseguir avanzar en el proceso. Lo ideal es seguir practicándolo de forma habitual hasta que podamos encontrar el camino y conectar con el presente para aprender a vivir con plenitud nuestras vidas.