Falsos mitos de la meditación que conviene desterrar
Antes de rechazar la meditación, presta atención a estos falsos mitos, ideas preconcebidas que pueden hacernos reflexionar sobre lo equivocados que estábamos
Cuidarse se ha convertido en una prioridad para muchas personas y esto cada vez abarca más aspectos de nuestras vidas. Llevar una vida activa, en la que el ejercicio físico sea habitual para poder dejar de lado el sedentarismo y comenzar a sentirnos mejor, más llenos de energía y más ligeros es solo uno de los aspectos que conviene modificar. Otro es la alimentación, cada vez buscamos la forma de llevar una dieta más equilibrada y, por tanto, saludable. Sin embargo, tampoco conviene descuidar otros aspectos, y por ello cada vez es más habitual que la gente le dé una oportunidad a la meditación, una actividad en alza que parece aportarnos numerosos beneficios, tanto físicos como emocionales.
Una forma de calmar nuestra mente, liberar presión y reducir así los niveles de estrés y ansiedad que cada vez son más habituales en nuestra sociedad. Además, la meditación ayuda a mejorar nuestra concentración y a desarrollar la inteligencia emocional.
A pesar de todos los puntos que tiene a su favor, todavía existen muchas dudas sobre la conveniencia de meditar, falsos mitos que se dan por certeros sin comprobar la verosimilitud de lo que se cuenta y que puede hacer que mucha gente tenga recelos a la hora de darle una oportunidad a esta práctica. Así, si ese es tu caso, puede que tengas ganas de asegurarte de si tus dudas son eso, o una opinión formada gracias a falsedades que se han considerado certezas.
Meditar es dejar la mente en blanco
Creer en esta premisa puede llevar a la frustración, meditar no consiste en detener los pensamientos, y considerarlo de esta manera suele provocar el efecto contrario, que estos sean aún más ruidosos que antes, generando una mayor sensación de estrés. Lo que plantea es no dejarnos llevar por los pensamientos que aparecen, observarlos y dejar que se vayan, por ejemplo centrándonos en la respiración sin dejar que esos que no podemos evitar nos distraigan.
Hay que pasar mucho tiempo en la misma postura
Teniendo en cuenta que la postura que asociamos a la meditación es la del loto, sentadas y con la espalda recta, no parece que esto sea un gran problema. Sin embargo, hay personas para las que esta postura no resulta placentera o relajante. Existen muchos tipos de meditación y no todos requieren esta postura; de hecho, podemos meditar mientras hacemos actividades cotidianas, como lavar los platos o caminar, así como hacerlo tumbadas.
No tengo tiempo para esto
La meditación no requiere material adicional, así como un uniforme, no es necesario que acudamos a ningún sitio, ni tampoco necesitamos dedicarle más tiempo del que tenemos disponible. Podemos meditar durante horas, pero lo más normal es que sean sesiones de poco tiempo, 20 minutos serán suficientes para una práctica adecuada. Puedes dedicarle un momento concreto del día o aprovechar esos ratos sueltos en los que tienes tiempo libre y conseguirás descansar cuerpo y mente.
Pasarán años hasta que notes los beneficios
Si bien es cierto que puede que con las primeras sesiones no obtengas los resultados esperados, tampoco es necesario esperar años para que resulte efectivo. Tras pocas semanas de práctica podrás disfrutar de sus beneficios físicos y mentales, aunque es importante ser constante y esforzarnos en el proceso, como tantas cosas en la vida, para que la meditación sea efectiva debemos poner de nuestra parte.
Es algo espiritual y religioso
Se trata de un ejercicio mental que ayuda a experimentar calma y armonía mental, independientemente de nuestras creencias. Millones de personas en el mundo meditan y no necesariamente pertenecen a una religión y, desde luego, no todos a la misma. Puede accederse a ella desde un punto de vista espiritual o religioso, pero no es necesario, todo el mundo puede beneficiarse de la meditación, una forma de sentirnos más tranquilos, serenos y presentes en el mundo que habitamos.
Es para quien busca escapar de la realidad
El verdadero propósito de la meditación no es desconectar, sino volver a conectar; no es evadirse de todo, sino reconectar con uno mismo y con tu verdadero yo. Alejarnos de la superficie agitada de la mente y sumergirnos más profundamente, hasta un punto de quietud de la propia conciencia. Es un viaje interior que puede ayudarnos a verlo todo más claro, identificando, movilizando y resolviendo conflictos internos para lo que es probable que necesitemos la ayuda de un profesional, porque la meditación no sustituye a la terapia, aunque puede acompañarla.
Meditación como forma de relajación
No hay que confundir finalidad con consecuencias. Es cierto que uno de los efectos asociados a la meditación es una mayor sensación de calma y tranquilidad, pero la relajación no es el objetivo de esta. Durante la meditación, concentras tu atención y eliminas el flujo de pensamientos confusos, y esto puede dar como resultado un estado de relajación, pero es mucho más, busca lograr distancia con pensamientos y acontecimientos para poder reaccionar de una forma más equilibrada.
Muchas de las ideas preconcebidas que tenemos en relación con la meditación son tan solo eso, hechos que damos por ciertos sin que se correspondan con la realidad. Por eso, si te estás planteando darle una oportunidad, que no sean los falsos mitos que la rodean los que te quiten la idea.
Cuidarse se ha convertido en una prioridad para muchas personas y esto cada vez abarca más aspectos de nuestras vidas. Llevar una vida activa, en la que el ejercicio físico sea habitual para poder dejar de lado el sedentarismo y comenzar a sentirnos mejor, más llenos de energía y más ligeros es solo uno de los aspectos que conviene modificar. Otro es la alimentación, cada vez buscamos la forma de llevar una dieta más equilibrada y, por tanto, saludable. Sin embargo, tampoco conviene descuidar otros aspectos, y por ello cada vez es más habitual que la gente le dé una oportunidad a la meditación, una actividad en alza que parece aportarnos numerosos beneficios, tanto físicos como emocionales.