Marilyn Monroe, un documental de Netflix y el rescatado morbo de su muerte

¿Otro documental sobre Marilyn Monroe? Estos días he escuchado esa frase en boca de varios amigos cinéfilos, perezosos ante la idea de ver ‘El misterio de Marilyn Monroe: las cintas inéditas’. La pregunta con la que yo les contestaba era más capciosa: ¿cuánto sabe de Marilyn el público general más allá de los cuatro tópicos sobre su vida? En la burbuja de esos amigos, no parece que se vaya a descubrir la pólvora sobre la rubia a la que preferían los caballeros, el mito erótico de la América del sueño americano, la actriz más popular del siglo XX. Tras leer varias biografías y contemplar su filmografía desde el reclinatorio, los amantes del cine saben que se pasó la infancia de casa en casa de acogida, que los problemas psiquiátricos de su madre le causaron un hondo trauma y que sus relaciones con Joe DiMaggio o Arthur Miller fueron de todo menos idílicas. Han leído en docenas de artículos que llegaba tarde a los rodajes, que Billy Wilder decía que se podía extraer magia de su trabajo pese a sus inseguridades o que a veces se ha relacionado a los Kennedy con su temprana muerte a los 36 años. Pero seamos realistas: no todo el mundo es amante del cine ni tiene por qué serlo.

Estos días se ha colado en el top de Netflix un documental que, como el propio nombre indica (lo de ‘los misterios’ no deja de sonar a telefilme de sobremesa de Antena 3) va muy enfocado a personas que probablemente conocen la faceta más superficial de la estrella. La idea parte de un libro y de una investigación. Anthony Summers publicó hace años ‘Goddess’, un libro inmersión en la vida de Norma Jeane Baker a raíz de un investigación para la que entrevistó a unas 650 personas de su círculo más íntimo. El autor hizo encaje de bolillos a partir de una idea que se le ocurrió en 1982, cuando a un juez le dio por reabrir la causa de la muerte de la actriz en el vigésimo aniversario. ¿Hubo un complot para asesinarla? ¿Se suicidó tal y como dictó la autopsia? ¿Fue un accidente debido a su adicción a los barbitúricos? Las preguntas volvieron a quedar sin respuesta.

Summers es el hilo conductor de un documental que cuenta con numerosas imágenes de archivo y testimonios de relumbrón. Por el metraje pasan desde la voz de Billy Wilder, que la dirigió en ‘La tentación vive arriba’ y la sufrió en ‘Con faldas y a lo loco’ (recordemos su narración sobre los retrasos de la estrella y las veces que tuvo que repetir una escueta frase durante una jornada de rodaje) a la de Jane Russell, o como la llamaban los cinéfilos, la morena de ‘Los caballeros las prefieren rubias’. También escuchamos los testimonios de los hijos de su psiquiatra, que forjaron una gran amistad con ella, o la de personajes que la conocieron en los años 40, cuando no era más que otra starlet que habría recibido su primer contrato a cambio de una extorsión sexual del presidente de la 20th Century Fox, Joe Schenck.

El primer error del documental es, sin duda, escenificar (aunque sea de manera velada y sin dar excesivo protagonismo a los actores) las grabaciones de las cintas. Resulta algo marciano escuchar la voz de Wilder y ver a un actor calvo interpretándolo en planos entrecortados y hablando por teléfono. El recurso es demasiado fácil y trata de asemejarse demasiado a la estructura de ‘busto parlante’, aquí imposible porque muchos de los personajes ya pasaron a mejor vida.

El otro gran error es ceder al lado más amarillista de la historia de la actriz. Si bien es cierto que cada biografía de Marilyn la ha convertido en el ejemplo canónico de la víctima del ‘show business’, ‘Las cintas inéditas’ va un paso más allá y se recrea en demasía en los posibles complots en torno a su muerte. Que si la CIA la espió, que si había micrófonos en la casa de Malibú de Peter Lawford donde mantenía relaciones sexuales con John y Robert Kennedy... Todo envuelto en un fondo musical de programa de sucesos con el que parece que Paco Lobatón va a aparecer en algún momento.

Cierto es que la trama policiaca hace el producto apto para todos los públicos. En una época en la que los documentales se han puesto de moda y han ido ganando en sofisticación, algunos de ellos han alejado a un público poco predispuesto a consumir productos de no ficción. No es el caso de ‘Las cintas inéditas’, que arrincona el homenaje a su personaje principal a expensas de potenciar la intriga laberíntica. Con este propósito, la directora, Emma Cooper, utiliza sabiamente el montaje y las susodichas cintas como hilo conductor de una trama de poder y corrupción por la que pasan desde el conflicto de los misiles de Cuba al presidente del sindicato de camioneros, Jimmy Hoffa. Mucho misterio sin resolver, a lo Julián Lago, y poquitas dosis del personaje y de por qué nos seguimos fijando en él sesenta años (se cumplen en este 2022) después de su muerte.

Como su propia imagen de rubia oxigenada, de ingenua sexy maltratada por todos aquellos que la idolatraron hasta erosionar su verdadera personalidad, Marilyn Monroe sigue generando beneficios. Y, por supuesto, se siguen y se seguirán produciendo documentales y películas en torno a su vida. Pero también es justo recordar su talento para la comedia, su innata capacidad para transmitir emoción con la mirada, capacidad solo al alcance de los más grandes del cine. Quienes busquen una explicación de su talento o un repaso a su filmografía no la encontrarán en ‘Las cintas inéditas’. Sí verán un documental razonablemente entretenido, aunque demasiado morboso, sobre una estrella que está lejos de apagarse.

'El misterio de Marilyn Monroe: las cintas inéditas' está disponible en Netflix

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