filip custic: un artista a una pantalla pegado para transitar de lo real a lo virtual

Si, como decía Picasso, “el arte que no está en el presente no será jamás”, entonces filip custic —“recuerda”, nos dicen, “que siempre lo escribe en minúsculas” — sale con un cuerpo de ventaja respecto al resto de sus coetáneos a la hora de determinar qué artista es el que mejor y con más acierto busca “representar el presente o el futuro más cercano”. Y es que en su discurso creativo no olvida ninguno de los temas que preocupan, provocan o definen el momento… y no solo de su generación (nació el 31 de marzo de 1993).

Por ejemplo, su ADN ya abandera la transculturalidad —sus padres, croatas, tuvieron que huir de su país por la Guerra de Independencia, nació en Santa Cruz de Tenerife, estuvo durante tres años en Nueva York, donde, por cierto, conoció a Kim Kardashian y Kanye West, vive en Madrid…—. No es la única llamada a la diversidad, porque, como artista, sus facetas no conocen límites.

Quiso ser diseñador de moda, pero enseguida se lanzó a la fotografía, el vídeo, la performance, la escultura… "Faltarían los wearables”, puntualiza, “muy vinculados a mi visión de la tecnología como elemento decorativo del cuerpo, una mirada hacia lo que sería un posible ser biónico del futuro”).

En su trabajo, filip custic habla sin problema de “la cultura consumista”. De la necesidad de “superar el machismo, el racismo, la homofobia”. De metaverso. De transhumanismo. De la identidad, y del cuerpo (sobre todo, el propio) como protagonista indiscutible. También, claro, de selfies: “Los espejos y las pantallas son elementos recurrentes, una referencia a nuestra era de obsesión por la imagen”, añade. Y, por supuesto, de la tiranía de los likes. “No me gusta este rating constante que vivimos en mi generación, número de likes, visualizaciones… En general, esa puntuación constante nubla mucho la creatividad y mata lo genuino. Creo que debemos intentar mantener lo genuino vivo”.

“No uso papel, solo iPad”, certifica. Una constatación (no la única) de ese control que posee sobre los soportes (léase, pantalla) y los códigos de la cultura visual más reciente, y que le llevó en 2018 a crear “el ecosistema visual” del álbum ‘El mal querer’, de Rosalía; concebir portadas para el rapero Lil Nas X o para la cantautora Julia Stone, o a colaborar con firmas de moda como Gucci, Louboutin, Carolina Herrera o Palomo Spain, entre otras. Ahora, acaba de presentar su primera exposición individual en Tokio: 'human product', coproducción de PARCO Museum y Colección SOLO, de Madrid. Aunque ya mostró con anterioridad su trabajo en Leipzig, Venecia y Miami, y en espacios tan decisivos en el panorama artístico español como Matadero Madrid, CaixaForum o el Museo Thyssen-Bornemisza.

¿En qué y en quién te inspiras a la hora de articular el universo de ‘human product’, tu última exposición?

Es la cultura capitalista la que ha disparado mi imaginación. Quería abrir la conversación sobre cómo la cultura consumista nos convierte en una especie de productos que son más valiosos según su capacidad de ser monetizados.

"Quiero profundizar y reflexionar sobre la existencia humana y nuestra capacidad para actualizarnos, casi como si fuésemos sistemas operativos (SO), y para crear sistemas complejos que dan sentido a nuestras vidas"

Buscas —según comentas siempre— “documentar lo que sucede”. ¿Cómo resumirías la época qué estamos atravesando?

Vivimos, por un lado, en una era del ego y, al mismo tiempo, en un momento donde la tecnología lo cambia todo. De hecho, para mí estos son dos ejes fundamentales que retrato y con los que investigo en mi trabajo. Una realidad positiva, y al mismo tiempo es negativa, es el inmenso acceso a información que tenemos. Por un lado, nos permite aprender de forma autónoma, y a mí eso me encanta, pero al mismo tiempo siento que sufrimos por culpa de tantísima sobreinformación.

¿Y crees que el artista puede no solo documentar la realidad, sino también buscar cómo cambiarla?

En mis proyectos intento generar un diálogo con quien observa mi trabajo. Me gustaría que mis obras, performances o exposiciones, permitieran a los visitantes experimentar algo nuevo, algo nunca antes vivido, y que les ayude a abrir un diálogo interior. Busco que mi trabajo ayude a ampliar el pensamiento, ir más allá de lo establecido. Básicamente, intento que quien vea mis obras experimente nuevos paradigmas, nuevas situaciones, para que podamos pensar fuera de la 'programación' que hemos tenido como humanos.

Vídeo, performance, fotografía, escultura, moda… ¿Dónde sitúas cada una de estas disciplinas?

Me interesan todos los formatos y aquellos nuevos que puedan venir a medida que vaya desarrollando y aprendiendo otras técnicas. Para mí, el medio es un lienzo donde ir retratando nuestro presente. Desde hace bastante tiempo, mi obra se inspira mucho en el presente inmediato y el porvenir a corto plazo. Investigando, me di cuenta de que el único factor diferenciador entre nuestra era y la de hace cien años es la tecnología, internet, y que lo nuevo que yo podría aportar a mi tiempo es explotar el concepto tecnológico. Entonces empecé a nutrirme mucho de la tecnología, la cultura de internet, los wearables y a mirar hacia la sociedad futura.

"Mi intuición me dice que aportar tecnología e inteligencia a objetos que decoran nuestro cuerpo es algo próximo"

Utilizas tu propio cuerpo como lienzo y aseguras que “te conoces demasiado”. A lo largo de estos años, ¿qué certezas has logrado deconstruir sobre tu imagen y tu realidad?

Creo que vivimos en una era del ego; pero también del amor propio, así que pienso que nuestra era es muy narcisista y en mi trabajo me preocupa cuestionarme quién soy, quién fui y quién voy a ser. El existencialismo por sí mismo es el tema que más me interesa ahora mismo.

Respecto a mi práctica artística, y desde mis inicios como fotógrafo de moda, he aprendido que poco a poco, proyecto a proyecto, se han ido filtrando en mi trabajo demasiados cánones estéticos con los que realmente no estoy de acuerdo. No los rechazo porque me gustan los conceptos de idealización, elevación y contar cosas que vibran con el presente. Pero ahora mismo me estoy transformando, y ya no quiero ser solamente el tipo de artista que solo retrata ese tipo de estética, de belleza idealizada.

"Me gusta observar la belleza también en imágenes más crudas. Ver la belleza diversa allá donde esté"

Háblanos, por último, de tus próximos proyectos.

Me gusta traer la virtualidad a la realidad. Creo que mi camino creativo va a ser ese, materializar en este plano. También es bastante curioso porque vivimos en la época de la virtualidad y a mí es cuando más me apetece materializar, pero quizás forma parte del proceso.