El hotel favorito de las celebridades está en Zúrich y es un castillo de cuento de hadas
Bienvenidos a The Dolder Grand, uno de los hoteles más lujosos de Europa, a años luz del brilli-brilli asiático o la exuberancia de los emiratos. Elegancia, distinción y un buen puñado de grandes historias aguardan. Check-in, please!
Zúrich, en el corazón de Suiza, está considerada la ciudad más cara del mundo. Pero también encabeza la lista de las ciudades con mayor calidad de vida, y no solo por su riqueza: esta pequeña ciudad centroeuropea es un oasis de naturaleza, innovación, seguridad ciudadana, transporte público ejemplar, arte y propuestas culturales.
El epicentro histórico de Zúrich cuenta con atractivos como su simbólica catedral, la Grossmünster, la Schauspielhaus o la lujosa calle Bahnhofstrasse, pero los zuriqueses (sí, ese es el gentilicio de los de Zúrich) le tienen un especial cariño al castillo —ubicado en la cima de una de sus icónicas colinas, la Adlisberg— con sus 125 años presidiendo la ciudad y el lago desde la más privilegiada atalaya.
Este castillo es en realidad The Dolder Grand, uno de los hoteles más lujosos de Europa, aunque aquí el lujo es silencioso y exquisito; nada que ver con la exuberancia dubaití o el brilli brilli de otras mecas asiáticas. Y es precisamente esta clase de lujo añejo —y a la vez rabiosamente contemporáneo—, de una estudiada y discreta sofisticación, el que conquista a celebridades de todo el planeta.
Por el Dolder Grand han pasado artistas, cantantes, bandas de rock, reyes, califas, princesas, empresarios… ¿Quieres algunos ejemplos recientes? Se rumorea que Taylor Swift lo eligió como cuartel general en su pasada gira por el país. Rhianna se retrató la mar de contenta y semidesnuda en la chimenea de la suite Maestro, Justin BiEbier pasó unos días de relax con su familia y Diane Kruger o Rebel Wilson lo eligen sin pestañear durante el Zurich Film Festival.
A lo largo de su historia han pasado por aquí nombres muy reconocidos, desde Leonardo di Caprio a Carlos de Inglaterra, pasando por Winston Churchill, Herbert von Karajan e, incluso, The Rolling Stones, que tienen su propia habitación-homenaje, la número 100. Pero, ¿qué tiene de especial este hotel de cinco estrellas gran lujo para que su lista de huéspedes parezca recién salida de la revista 'Time'? Lo hemos visitado para contártelo. Y, spoiler, ya sea alojándote, yendo a desayunar, comer o cenar: no dejes de visitar su colección de arte valorada en más de 600 millones de euros.
Un castillo de cuento de hadas
The Dolder Grand se inauguró en 1899 bajo el nombre de Dolder Grand Hotel & Curhaus y fue obra del arquitecto suizo Jacques Gros. A principios del siglo XX fue pionero en incorporar instalaciones tan sorprendentes como un campo de golf, un enorme lago para patinar o una piscina con olas en medio del bosque. Pero la gran transformación llegó en 2008, tras cuatro años de intensísima ampliación llevada a cabo por Lord Norman Foster. Su estudio de arquitectura consiguió incorporar al antiguo château una nueva y espectacular edificación de estilo contemporáneo que convive de forma magistral con la herencia histórica del edificio principal.
Este mix de tradición y modernidad es una de las señas de identidad de The Dolder Grand. Que no te engañe su aura de cuento de los hermanos Grimm, porque por todas partes vas a descubrir hasta dónde puede llegar el diseño más innovador. Cada una de las amplias 175 habitaciones está llena de sofisticados y exclusivos detalles.
“Tenemos un equipo de 540 personas para que nuestros invitados estén siempre bien cuidados —cuenta Georg Steiner, director general del hotel—. Esto supone tres trabajadores por habitación, lo que es una buena proporción para conseguir que todas las expectativas se cumplan sobradamente”. El resultado es un resort del que no tienes que salir si no quieres.
El restaurante más pequeño de la ciudad
The Dolder Grand ha recibido el prestigioso galardón Hotel del Año 2024 de la guía Gault Millau, especializada en gastronomía, y ya hace muchos años que es destino de peregrinación para foodies de todo el mundo. Tiene cuatro restaurantes con propuestas muy diferenciadas. Por ejemplo, el restaurante Salt ofrece cocina de elaboraciones sencillas con productos regionales.
La sofisticación la da la propia ambientación: el salón es en sí mismo una gran instalación del artista Rolf Sachs con neones y cuerdas suspendidas del techo, y cuenta con una gran terraza con vistas espectaculares. Su desayuno-bufé está considerado el mejor de toda Suiza y cuando lo ves con tus propios ojos entiendes por qué: las opciones son tan variadas y exquisitas que cuesta elegir por dónde empezar.
El restaurante Blooms, cien por cien vegetariano y vegano, es un festín de sabores y texturas que no solo podrás comer, sino también ver: están por toda la terraza. Y es que Blooms cultiva sus propios vegetales y hierbas en el mismo jardín donde te sientas a degustarlos cuando el tiempo acompaña.
La joya de la corona es The Restaurant, en el interior del hotel. El vestíbulo del salón señorial que ocupa, con frescos y techos originales de madera noble, está presidido por el cuadro 'La femme metamorphose' de Salvador Dalí. Pero el menú de The Restaurant no es nada surrealista, sino que está perfectamente orquestado: el chef Heiko Nieder elabora alta cocina innovadora que cuenta con un menú degustación de auténtico virtuosismo en el que mezcla con extrema elegancia lo clásico y lo contemporáneo. Y en la sala, la joven sumiller Katharina Sarrot, que también ejerce como directora del restaurante y maneja una bodega con 750 referencias llegadas de todos los rincones del planeta.
¿Prefieres algo más íntimo? El restaurante Mikuriya está dentro de una habitación y es posiblemente el más pequeño de toda Suiza. El chef Atsushi Hiraoka ofrece a tan solo ocho comensales auténtica comida japonesa preparada al momento con ingredientes tan top como cangrejo real o wagyu. Un omakase glorioso.
Estos cuatro establecimientos son frecuentados asiduamente por la gente local, que incluso celebra allí cumpleaños y bodas. “Los habitantes de Zúrich y alrededores vienen a The Dolder Grand, igual que hacían en 1899, para relajarse y desconectar de su día a día”, relata el director del hotel.
Un spa para quedarse a vivir
Pero la gran atracción del hotel, y a la que todas las celebridades hacen ojitos, es un spa de más de 4.000 metros cuadrados con fruslerías como un jacuzzi exterior con vistas a los Alpes, una piscina interior de 25 metros o una infinity pool de vapor.
Los tratamientos que se ofrecen allí —masajes, peelings y todo lo que se te ocurra— son de altísimo nivel y las instalaciones incluyen un centro de fitness, un salón de uñas, un café y hasta una habitación para meditar. Seguro que allí tu mantra será: “No quiero irme de aquí”.
Arte por valor de 600 millones de euros
Además del cuerpo, en The Dolder Grand también puedes cultivar el intelecto. Por los pasillos de la laberíntica (y sorprendente) reforma encontrarás vitrinas de establecimientos y marcas de lujo de Suiza y del mundo. Pero aquí los bolsos de Chanel y las joyas de Tiffany’s conviven con obras de arte de Botero, Takashi Murakami, Joan Miró o Andy Warhol.
Una auténtica galería de arte con más de cien obras e instalaciones que forman parte de la decoración. Se puede hacer una visita guiada o independiente (siguiendo los códigos QR) por este museo inesperado. A cada palmo una obra de arte, como la imponente cristalera pop de Jani Leinonen con la que te topas al ir al lavabo, la gran escultura giratoria de Niki de Saint Phalle en el jardín interior o la carretilla de Dalí de uno de sus vestíbulos. Y sin colas.
Todo se debe al buen gusto
No sabemos si las Kardashian, tan aficionadas a la ostentación, harían de The Dolder Grand su hogar temporal al visitar Centroeuropa. Pero está claro que el lujo discreto de este hotel es el gran reclamo para la gente del planeta que, además de dinero, tiene buen gusto. El personal de The Dolder Grand, con 125 años de recorrido, está ya acostumbrado a ver entrar por la puerta a famosos de todo el mundo, pero no van ni a arquear una ceja; están perfectamente entrenados para hacerlos sentir relajados y en un entorno seguro. Si vas tú, te tratarán exactamente igual, porque todos llevamos una estrella dentro.
Zúrich, en el corazón de Suiza, está considerada la ciudad más cara del mundo. Pero también encabeza la lista de las ciudades con mayor calidad de vida, y no solo por su riqueza: esta pequeña ciudad centroeuropea es un oasis de naturaleza, innovación, seguridad ciudadana, transporte público ejemplar, arte y propuestas culturales.
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