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Crítica de 'Adolescencia': la terrorífica miniserie que todo padre, madre o educador debería ver
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Crítica de 'Adolescencia': la terrorífica miniserie que todo padre, madre o educador debería ver

En apenas cuatro días ya es número uno en la plataforma. La serie creada y protagonizada por un inmenso Stephen Graham es un brutal relato destinado a ganar innumerables premios

Foto: Fotograma de 'Adolescencia'. (Netflix)
Fotograma de 'Adolescencia'. (Netflix)

Una de las series del año ya se ha estrenado. Y no la vimos venir. Cada semana, nuestro mundo de sobreinformación y contenido multimedia alumbra docenas de series y películas. Algunas de ellas, por más que pese su calidad, pasan desapercibidas. No será el caso de 'Adolescencia', ficción británica que llegó a Netflix el pasado jueves casi sin hacer ruido, y ya se ha colocado la primera en la lista de las más vistas de la plataforma. La serie británica, que aborda el problema de la violencia por arma blanca o la semilla de una violencia juvenil estructural, ha generado un boca oreja que la ha convertido en tema de conversación de comidas familiares, patios de colegio y cafeterías de oficina. Al fin y al cabo, su guion surge de una problemática real en Reino Unido.

El arranque de la miniserie ya supone todo un impacto. Como toda buena explosión, la mecha es potente: un grupo de SWAT irrumpen en la tranquila mañana de la familia Miller para subir a la habitación de Jamie, un adolescente de 13 años al que se llevan detenido. En un riguroso y asombroso plano secuencia, los espectadores acompañamos a sus padres y al menor desde el furgón policial hasta la comisaría. La cámara, en una misma toma, sigue el deambular de diversos personajes que tendrán que ver, de una forma u otra, con la acusación que se hace al pequeño: presuntamente, Jamie ha asesinado a puñaladas a una compañera de clase.

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Si los planos secuencia de otro hito sobre la violencia adolescente pre redes sociales, 'Elephant', nos narraban la inquitante placidez de los minutos previos al estallido de sangre, los de 'Adolescencia' nos cuentan los días y los meses posteriores a esa implosión, con una cámara curiosa que registra el primer plano doloroso de unos padres, unos alumnos o unos educadores que tienen más preguntas que respuestas.

Las últimas imágenes del primer capítulo ya nos indican que esto no va de descubrir si el angelito es culpable o inocente (de hecho, no tardaremos demasiado tiempo en averiguarlo). Esto va de cómo la familia Miller encaja el golpe y de cómo dudan del tipo de educación que le han dado a su hijo; de la masculinidad tóxica instalada de facto en una sociedad capaz de fabricar monstruos; del peligro de las redes sociales a ciertas edades y del 'bullying' amplificado y cronificado por esa selva llamada Internet.

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placeholder Fotogramas de 'Adolescencia'. (Netflix)
Fotogramas de 'Adolescencia'. (Netflix)

Los cuatro planos secuencia que conforman los cuatro capítulos nos llevan por escenarios, del colegio a la casa familiar o la comisaría, en los que nos plantearemos todas esas cuestiones y algunas más. Porque el colegio, por ejemplo, vive traumatizado por el suceso, pero también está habitado por criaturas que parecen inmunes al dolor ajeno.

Más allá de padres e hijo, alguna subtrama apunta, sin subrayados innecesarios, a otros personajes, universalizando el trauma más allá de la 'sagrada familia'. Estos son problemas de todos, se sea o no se sea padre o madre; se sea o no se sea proferor. El personaje del policía que lleva el caso y sus dudas sobre si está lo suficientemente cerca de su hijo, son perfecto ejemplo de ello. Pero si hay un secundario que impacta por su saber estar en momentos que hielan la sangre ese es el de la educadora social que trata a Jamie. La unidad de espacio del tercer capítulo en el que ella aparece es de una maestría técnica y actoral al alcance de muy pocos. La 'jaula' en la que se convierte el habitáculo que comparten la joven y el niño, que en algún momento se ve dominado por la ira, contagia su claustrofobia al espectador.

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Lo mejor de la serie creada y protagonizada por Stephen Graham, y con Brad Pitt entre sus productores, es que pone la pericia técnica (espectacular, por cierto, en el poético final del segundo episodio) al servicio del drama y no al revés. El guion nos muestra cuatro esbozos de vida tras la tragedia. Y nunca cae en lo fácil, es decir, en los flashbacks, en la sobreexplicación, en el truco tramposo.

Uno de los responsables del impacto es el propio Graham en calidad de actor. Su interpretación de padre superado por los acontecimientos, aguantando como nadie los inmisericordes primeros planos, es realmente brutal. Lo mismo que la de Owen Cooper, que con 14 años se corona como uno de los seguros candidatos a la temporada de premios. Cuesta creer que un personaje tan ambiguo, asustado y a la defensiva como un animalillo herido esté encarnado por una persona tan joven.

Como muchos clásicos o grandres obras destinadas a perdurar, 'Adolescencia' pone sobre el tapete muchas cuestiones sin optar por la solución fácil. Este no es un thriller facilón de consumo rápido y niño demoníaco al estilo de 'El buen hijo'. Este es un mosaico complejo, adulto y artísticamente desafiante lleno de cuestiones que nos preocupan en 2025. ¿Estamos mirando hacia otro lado cuando se trata de educar en armonía con las redes sociales? ¿La masculinidad tóxica sigue más presente en nuestra sociedad de lo que queremos admitir? Y sobre todo, ¿por qué los patios de colegio cada vez se parecen más a 'Gossip Girl' que a 'La casa de la pradera'? 'Adolescencia' nos pone un espejo delante para intentar abordar todas esas preguntas. Y puede que las respuestas no nos gusten en absoluto.

Una de las series del año ya se ha estrenado. Y no la vimos venir. Cada semana, nuestro mundo de sobreinformación y contenido multimedia alumbra docenas de series y películas. Algunas de ellas, por más que pese su calidad, pasan desapercibidas. No será el caso de 'Adolescencia', ficción británica que llegó a Netflix el pasado jueves casi sin hacer ruido, y ya se ha colocado la primera en la lista de las más vistas de la plataforma. La serie británica, que aborda el problema de la violencia por arma blanca o la semilla de una violencia juvenil estructural, ha generado un boca oreja que la ha convertido en tema de conversación de comidas familiares, patios de colegio y cafeterías de oficina. Al fin y al cabo, su guion surge de una problemática real en Reino Unido.

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