Descubrimos el nuevo mentidero político madrileño: la peluquería de Manuel Aranda
Está a un paso del madrileño hotel Eurobuilding y si pensaban que todo se cuece en hoteles, cacerías y campos de golf, se equivocan
Cuentan que desde las ventanas de una conocida revista semanal de los noventa se veía la madrileña avenida Alberto Alcocer y, lo que era más importante, la fachada de la peluquería Llongueras, que sigue situada en el número 33. Allí iban con frecuencia las hermanas Alicia y Esther Koplowitz, que acababan de saltar a la prensa del corazón por el romance de Alberto Cortina con Marta Chávarri, que se convirtió en la primera 'it girl' española y nos enseñó a los españoles a mirar cada vez con menos pudor debajo de las faldas ajenas. Cada vez que las millonarias empresarias llegaban a esa conocida peluquería, una redactora del semanario se bajaba a peinar por si podía enterarse de alguna información. Que ver comentar a las Koplowitz las revistas del corazón tenía mucha miga. Era 1989.
Madrid siempre ha tenido sus mentideros y las peluquerías han jugado un papel fundamental. No vamos a hablar de la peluquería Peque, a la que Ana Botella acudía en coche oficial y Esperanza Aguirre esculpía una y otra vez su peinado, ni la de Michel Meyer, donde iban Ana Patricia Botín y María Teresa Fernández de la Vega. Muy cercana a la de Llongueras y las Koplowitz está la de Manuel Aranda, un coqueto local de dos plantas que tiene 'barber shop' y un área spa, y está situada en la calle Doctor Fleming 23.
En este lugar es frecuente ver a políticos y hombres de negocios. De Albert Rivera a Juan Luis Cebrián pasando por la Transición de Rodolfo Martín Villa y altos cargos del Partido Popular y del viejo socialismo. Está a un paso de El Viso y de la colonia de Pío XII, con lo que la alta sociedad está garantizada.
Lo de Albert no nos extraña, aunque se haya mudado a Pozuelo, porque cerca está el Eurobuilding de la calle Padre Damián, que es cuartel general de Ciudadanos, el lugar que eligió Vargas Llosa cuando abandonó el domicilio familiar de la calle Flora al enamorarse de la 'socialite' Isabel Preysler y uno de los centros de negocios más importantes del país.
Es habitual el ir y venir de coches oficiales en la puerta de este establecimiento. Pero el peluquero Manuel Aranda prefiere seguir respetando la privacidad de sus clientes, esencial para sobrevivir en una elitista zona, a un paso de la Castellana, donde lleva 33 años trabajando. "Solo te puedo decir que muchos de ellos me vienen por mi etapa en el gimnasio Palladium. El resto es boca a boca. De los tratamientos que ofertamos y de las marcas con las que trabajamos, te puedo hablar lo que quieras", sentencia.
La configuración del espacio -lleno de reservados para los múltiples tratamientos que ofertan de belleza con el sello de Aveda- hace que la intimidad de sus clientes esté más que garantizada. ¿Los precios? De los 22,50 euros de un corte de pelo con ritual facial a los 23 euros de depilarse la espalda. Su must: su estilista barbero, Jonatan. Por cierto, para ellas tiene también un local enfrente.
Cuentan que desde las ventanas de una conocida revista semanal de los noventa se veía la madrileña avenida Alberto Alcocer y, lo que era más importante, la fachada de la peluquería Llongueras, que sigue situada en el número 33. Allí iban con frecuencia las hermanas Alicia y Esther Koplowitz, que acababan de saltar a la prensa del corazón por el romance de Alberto Cortina con Marta Chávarri, que se convirtió en la primera 'it girl' española y nos enseñó a los españoles a mirar cada vez con menos pudor debajo de las faldas ajenas. Cada vez que las millonarias empresarias llegaban a esa conocida peluquería, una redactora del semanario se bajaba a peinar por si podía enterarse de alguna información. Que ver comentar a las Koplowitz las revistas del corazón tenía mucha miga. Era 1989.