Soperas, misiones y el 'señor García': Isabel Preysler, retrato de una dama (de corazones)
Desde cómo llegó de Manila a la tarta de chocolate con la que suele celebrar su cumpleaños. Los datos más desconocidos de una de las grandes protagonistas de la crónica social y ahora de 'Mask Singer'
Isabel Preysler cumplía 70 años el pasado mes de febrero, una fecha redonda con la que no hubo gran celebración. Las medidas sanitarias impidían reuniones en los domicilios que no fueran de personas convivientes. En casa de Isabel viven Tamara; la madre, Beatriz Arrastia, y Mario Vargas Llosa. Hoy seguro que celebran la sorpresa de verla quitarse la máscara de 'Gatita' en el célebre programa 'Mask Singer'.
Fue con ellos con los que apagó las velas de la tarta de chocolate (su preferida) que seguramente preparó la cocinera Ramona ese 18 de febrero. Ana Boyer y Fernando Verdasco abandonaron la mansión de Puerta de Hierro en el mes de enero para instalarse con sus dos hijos en Doha (Catar), donde el tenista tiene su residencia fiscal y familiar. Seguro que allí están igual de sorprendidos que aquí.
Volviendo a su cumpleaños, Tamara le regalaba, igual que ahora su madre a ella, una sorpresa. Hace dos años le regaló una sopera con forma de calabaza. “Mami ya tiene un tomate y como le gusta mucho la sopa de calabaza pensé que le gustaría”, contaba en aquellas fechas a Vanitatis.
La vida de Isabel Preysler daría para un serial. Su trayectoria amorosa ha sido multidisciplinar: tres matrimonios y un novio. Hubo un cantante de éxito (Julio Iglesias), un marqués (Carlos Falcó), un ministro (Miguel Boyer) y un premio Nobel (Mario Vargas Llosa). Ha tenido cinco hijos que nunca se portarán con ella como Kiko Rivera con Isabel Pantoja y, por ahora, siete nietos. Todos ellos la adoran y la llaman “mami”.
Preysler mantiene un perfil personal muy atractivo para las marcas y aunque su nombre vende, prefiere dosificar sus apariciones con acuerdos económicos muy potentes. No tiene representante ni agente publicitario y en los contratos analiza hasta las comas. Mientras Miguel Boyer estuvo en condiciones, era el supervisor final. Ahora es su hija Ana. Estudió Empresariales y lo dejó para dedicarse a su familia. Solo ejerce su profesión con los temas laborales de su madre. Isabel negocia ella misma sus exclusivas.
La ‘reina de corazones’, que así la bautizó Francisco Umbral, y sus siete décadas de vida forman parte de la historia social de España. Nació en un hospital del barrio de San Lorenzo, muy cerca del domicilio familiar en la calle Ponce, un barrio de clase media. El padre, Carlos Preysler Pérez de Tagle, era gerente de las Líneas Aéreas Filipinas y delegado del Banco Español de Crédito en Manila. La madre, Beatriz, se dedicó a la crianza de sus seis hijos. Provenía de una familia numerosa de nueve hermanos y la abuela de Isabel, Teodorica Ramos, presumía de haber traído al mundo a todos sus hijos solo con la ayuda de la servidumbre, en la plantación de Lubao propiedad de su marido, Enrique Arrastia.
Isabel estudió en el colegio de la Asunción hasta los 17 años, cuando puso rumbo a España por imposición paterna para separarla de un amor no recomendable. En el centro escolar era María Isabel y en su casa Chábeli. Un nombre que después heredaría su hija mayor cuando Julio Iglesias se enteró de que era el apelativo cariñoso de la infancia de su mujer.
Y otra coincidencia más. Según la biografía 'Reina de corazones' (Ediciones B), era una adolescente con fuertes convicciones religiosas y quiso ser misionera. Su hija Tamara también tuvo parecidas inclinaciones cuando anunció su vocación y afirmó su intención de entrar en un convento. En este sentido, el destino llevó a la madre y a la hija por otros caminos.
Su vida en Madrid
Cuando Isabel llegó a Madrid se instaló en casa de sus tíos, Tessy Arrastia y Miguel Pérez Rubio. La matricularon en el colegio de las Irlandesas para hacer un curso de Secretariado Internacional Mary Ward, al que también acudían hijas de grandes familia. En realidad, se trataba de un tiempo de espera hasta encontrar marido. Su despegue social llegó de la mano de Carmen Martínez-Bordiú, su hermana Mariola, su prima Isabel, Chata López Saez, Marta Oswald y Piluca Ardid.
Con la mayoría de ellas sigue manteniendo relación. Cuando se casó la actual duquesa de Franco con José Campos, Isabel Preysler fue la encargada de organizar la excursión por carretera hasta Santander. A mitad de camino, pararon para un pícnic. Como no podía ser de otra manera, Preysler lo había preparado con todo lujo de detalles: copas de cristal, servilletas de hilo y menú gourmet servido en medio de un prado. En esa boda, Isabel fue de las primeras invitadas en retirarse y no llegó a enterarse hasta tiempo después de los muchos líos de cama que se dieron en la fiesta posnupcial.
Una de las costumbres que ha mantenido en los últimos años, hasta que llegó la pandemia, era reunir los viernes a las amigas en la mansión de Puerta de Hierro para sesiones de cine. Lo habitual era acudir sin pareja, salvo Carmen, que en varias ocasiones estuvo acompañada por Luismi Rodríguez, dueño de Desguaces La Torre. En esas noches de chicas, la dueña mandaba servir palomitas, hamburguesas y perritos calientes.
Su gran amiga
Carmen Martínez-Bordiú fue siempre su amiga del alma. Vivieron en el mismo edificio de la calle San Francisco de Sales. Eran madres jóvenes y los niños se quedaban con las canguros mientras ellas disfrutaban con su vida social sin la presencia de sus maridos.
Julio Iglesias comenzaba su imparable carrera en América que alternaba con sus infidelidades, y el duque de Cádiz estaba atento a sus aspiraciones como heredero rey Capeto a la Corona de Francia. Isabel fue el escudo protector de su amiga cuando inició su relación con Jean-Marie Rossi. Carmen hizo lo mismo cuando la (aún) marquesa de Griñon viajaba a París para encontrarse con el ‘señor García’, que era el apodo que utilizaba Boyer cuando viajaba de incógnito porque estaba aún casado con Elena Arnedo.
Julio Iglesias siempre fue muy generoso para todo lo que tuviera que ver con el sustento familiar de sus hijos y de su exmujer, con la que siempre mantuvo una buena sintonía. Estaba el llamado ‘cheque Chábeli’, que así bautizaron los colaboradores del cantante el dinero que mensualmente enviaba a España. Un millón de pesetas libre de polvo y paja porque los colegios, clases particulares y extras iban en otra transferencia.
A raíz del secuestro del doctor Iglesias Puga, padre de Julio, los tres hijos se trasladaron a vivir a Miami. Julio Iglesias le ofreció una casa con todos los gastos pagados que Isabel rechazó. Su vida estaba en Madrid.
Isabel y sus parejas
Preysler siempre se ha llevado bien con sus exmaridos una vez que llegó la ruptura. En una de las ocasiónes en las que tuvo un desencuentro con Julio Iglesias fue por la seguridad de sus hijos. Antes del secuestro del doctor Iglesias por ETA, los tres niños ya tenían guardaespaldas que les acompañaban a todas partes. Cuando dejaron de vivir en España los cuidadores retomaban su trabajo al regresar en vacaciones a Madrid. Uno de ellos, Frutos, vigilaba la presencia de los paparazzi en Marbella, y llegaba incluso a regañar a Julio Jose y Enrique que hacían competiciones entre ellos con las motos náuticas. Julio Iglesias enviaba una cantidad importante para estos menesteres y se enteró por uno de sus colaboradores que parte del dinero se utilizaba para otras cosas que no tenían que ver con la seguridad pero sí con los gastos de los hijos. No tuvo inconveniente en llamar a Isabel y pedirle explicaciones. La historia se solucionó y las relaciones entre ellos volvieron al mismo camino.
La magnífica relación con sus antiguas parejas ha sido una constante: Carlos Falcó, del que se separó a los cinco años de casados, fue en varias ocasiones anfitrión en la finca de Toledo tanto de Miguel Boyer como después con Mario Vargas Llosa.
A sus 70 años, a Isabel Preysler aún le quedan muchas noticias y sorpresas que dar. La próxima, aseguran, será su boda con el nobel.
Isabel Preysler cumplía 70 años el pasado mes de febrero, una fecha redonda con la que no hubo gran celebración. Las medidas sanitarias impidían reuniones en los domicilios que no fueran de personas convivientes. En casa de Isabel viven Tamara; la madre, Beatriz Arrastia, y Mario Vargas Llosa. Hoy seguro que celebran la sorpresa de verla quitarse la máscara de 'Gatita' en el célebre programa 'Mask Singer'.