Julián Muñoz y su universo paralelo con Isabel Pantoja como reclamo
Ahora lo único que importa es blanquear un pasado en el que, según él, la culpa la tuvo Isabel Pantoja y sus bebedizos de amor
Los que trataron a Julián Muñóz en la época en la que Marbella era ‘ciudad sin ley’, con la corrupción como moneda de cambio habitual, no salen de su asombro ante su aparición televisiva.
En la docuserie de dos capítulos, titulada ‘No es la hora de la venganza, es la hora dela verdad’, aparece como un hombre desvalido, olvidadizo, enfermo, sin dinero y embrujado por una Isabel Pantoja que fue la causante de todos sus males. El exalcalde formó parte de muchos procesos judiciales (Saqueo I y II, Monteverde, Minutas, licencias ilegales...) donde la prevaricación, el blanqueo de capitales, malversación de caudales públicos, cohecho y otros delitos formaban parte del complejo tinglado judicial en el que estuvo y está implicado y por el que fue sentenciado.
Participó en uno de los mayores casos de corrupción destapado en España como fue el caso Malaya, donde acabaron también condenadas Mayte Zaldívar e Isabel Pantoja como elementos mediáticos principales. Pero todo esto lo ha olvidado el que muchos años atrás fue 'tabernero honrado' con un restaurante de comida casera en Marbella que se ganaba la vida sin delinquir.
Ahora lo único que importa es blanquear un pasado donde, según él, la culpa no la tuvo el cha-cha-chá, como dice la letra de la canción, sino Isabel Pantoja y sus bebedizos de amor. A estas alturas es capaz de hablar de adicción amorosa cuando con anterioridad a la era del embrujo ya se sabía en Marbella el altísimo nivel de vida del matrimonio Muñoz/Zaldívar sin haber recibido herencia y con la esposa sin trabajar. Era la propia Mayte, después despechada, la que contaba cómo alquilaban un avión para comer en Marruecos y una vez terminado el almuerzo regresaban a ‘Marbella, ciudad sin ley’, de la que ya el exalcalde no recuerda nada. Tampoco tiene en su disco duro los viajes sin control de Visa, la casa que compró a la hija, los coches de alta (altísima gama, con todos los complementos), las joyas en Gómez y Molina o el establecimiento de la avenida Ramón y Cajal, cuando aún Pantoja no estaba en su vida. En cambio, sí había cuenta abierta donde Mayte se surtía de aguamarinas y brillantes que lucía en las fiestas y galas de Marbella y que pueden verse en fotos de hemeroteca.
Estos lujos eran calderilla comparados con las famosas bolsas de basura (o maletines) llenas de billetes que llegaban por arte de magia a la casa del matrimonio. Mayte no preguntaba y Julián Muñoz no daba explicaciones. Todos felices y Muñoz negando la mayor: “No metí la mano en la caja”.
No hay que olvidar, al analizar los capítulos de ‘No es la hora de la venganza’, que en la primera época, cuando no se había descubierto lo que después conformarían los sumarios Saqueo I y Saqueo II, aún Isabel Pantoja no era la vaca que Julián Muñoz se comía libremente sin que nadie le obligara. Esta expresión la verbalizó Zaldívar cuando explicaba gráficamente que las infidelidades de su marido fueron estacionales (filetes) durante años y que ella era conocedora, pero que cuando apareció la artista todo cambió porque “se trajo la vaca a casa”. Hay que resaltar que la exalcaldesa consorte ha sido mucho más elegante que su exmarido, ahora reconvertido en un pobre hombre al que le embargan una parte proporcional de los 1.100 euros que recibe de pensión. Y resulta que los cobra gracias a Pantoja, “que me dio de alta”, contaba, para después olvidar sus enfrentamientos televisivos con insultos y comentarios terribles con Jesús Gil.
Quizá, en esta hora de la verdad, no se ha atrevido a contar intimidades de lo que fue esa relación. Los hijos Gil Marín estaban al quite de cualquier comentario no demostrable en los sucesivos juicios en los que estuvo inmerso Muñoz.
Los embargos, tanto de la pensión como del posible caché de su intervención televisiva, tienen su origen en la decisión de la Audiencia de tomarlo como garantía por la cantidad de 46,2 millones de euros en concepto de indemnización por la condena en una resolución judicial. Nunca devolvió, por decisión propia, nada de lo que cobró, como figuraba en las sentencias.
De este nuevo universo paralelo que Julián Muñoz ha mostrado, con venganza y resentimiento, el centro de atención ha sido Isabel Pantoja, que sigue siendo un personaje que funciona mediáticamente. En la segunda parte del documental, donde Julián Muñoz por fin explica parte de esa gran corrupción que desencadenó en el Caso Malaya, 'olvida' los nombres de políticos poderosos e influyentes que en aquellos años miraron para otro lado, permitiendo ese saqueo en Marbella.
Los que trataron a Julián Muñóz en la época en la que Marbella era ‘ciudad sin ley’, con la corrupción como moneda de cambio habitual, no salen de su asombro ante su aparición televisiva.