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Larra y el suicidio más famoso... ¿por amor? Un familiar del poeta nos cuenta la verdad
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LA BALA DE LA DESESPERACIÓN

Larra y el suicidio más famoso... ¿por amor? Un familiar del poeta nos cuenta la verdad

El cuarto nieto de Larra, biógrafo del escritor y poeta romántico, nos desvela qué llevó al célebre autor a pegarse un tiro en la sien después de que su amante lo visitara

Foto: Ilustración de Mariano José de Larra. (Imagen: VA Diseño)
Ilustración de Mariano José de Larra. (Imagen: VA Diseño)

13 de febrero de 1837, hace hoy 185 años. Calle de Santa Clara, número 3, Madrid. El escritor, periodista y poeta Mariano José de Larra recibe la visita de una mujer llamada Dolores Armijo, quien acude acompañada de su cuñada. Cuando las dos mujeres salen del domicilio, Larra coge una pistola, la apunta contra su sien y dispara. Acaba de ejecutar el suicidio más famoso de la historia de nuestra literatura, una muerte que siempre fue atribuida a la desesperación por un amor no correspondido.

Para comprender cómo una de las figuras más relevantes de las letras españolas llegó a este dramático final, nos hemos puesto en contacto con Jesús Miranda de Larra, cuarto nieto del escritor (su madre era tataranieta de Larra) y autor del libro ‘Larra, biografía de un hombre desesperado’ (Aguilar).

Foto: Víctor Clavijo, en su aplaudido papel de Lope de Vega en 'El Ministerio del Tiempo'. (RTVE)

En el momento de su suicido, Mariano José de Larra llevaba dos años separado de su mujer, Josefa Wetoret. Desde 1831, estaba enamorado y mantenía una relación con Dolores Armijo. “Se había enamorado de verdad de ella”, asegura su cuarto nieto, Jesús Miranda de Larra. “Dolores era una mujer libre y moderna. Era muy distinta a Josefa, la esposa de Larra, una mujer hacendosa, de su casa, que tocaba el piano, que atendía a los hijos, que cosía. Josefa era muy buena, pero no llenaba a Larra. Dolores, sin embargo, acudía a tertulias, escribía poesía, era independiente… Eso encandiló y encantó a Larra, de quien puedo decir que era un buen tipo y que no fue un mal marido a pesar de todo. Con su mujer fue cariñoso y una vez separados se preocupó y ocupó de ella económicamente. Lo que pasó es que le faltaba pasión con ella”, explica.

placeholder Retrato de Larra. (Grabado de Bernardo Rico en la publicación 'El Museo Universal', 1857)
Retrato de Larra. (Grabado de Bernardo Rico en la publicación 'El Museo Universal', 1857)

Según afirma Jesús Miranda de Larra, el suicidio del poeta y escritor llegó en un momento en el que este ya llevaba tiempo viéndolo todo negro. “Su propio periódico, ‘El Español’, ya había censurado algunos artículos políticos suyos que hablaban de cambio social, de más justicia, de libertad, de más derechos humanos. Además, Larra se había alistado a la candidatura en las elecciones del 36. Se presentó por Ávila y fue elegido diputado en segundas vueltas. Quería defender al pueblo ya no solo desde sus artículos escritos, sino desde el escaño y representando a un partido liberal moderado. Pero aquello se frustró y su elección fue anulada. Tenía 27 años y era un joven orgulloso. Era uno de los periodistas más leídos, tenía fama. Y tras la censura de su propio periódico y este fracaso político, se encontró solo, ridículo, humillado y con la sensación de que ya no podía cambiar la realidad social y política de un país que no le gustaba. Era un tipo que amaba España y en aquel momento le daba vergüenza ser español. Eso tuvo que ser horrible”, comenta. “Mi vida está condenada a querer decir lo que otros no quieren oír”, llegó a confesar el autor romántico en esa época.

Cuando Dolores Armijo visitó a Larra en su casa de la calle Santa Clara, este llevaba dos años y medio sin ver a su amante porque ella se había marchado en 1834 a Badajoz con sus tíos y luego a Ávila, huyendo del escándalo debido a que su relación con el poeta se había hecho pública. En todo ese tiempo, Larra nunca la visitó.

Hundido por la realidad social y política de su país, y sintiéndose un hombre censurado por su propio periódico, “Larra se ilusionó” con aquella visita de Dolores después de tanto tiempo separados, nos cuenta su descendiente y biógrafo. “Con aquella visita se encendió en él un poco la brasa que le quedaba”, advierte. Pero el encuentro no llegó al puerto que deseaba Larra. Todo lo contrario. Ella rompió con él. "Podríamos decir que aquello fue la gota que colmó el vaso ya lleno de Larra. El tanto por ciento de la motivación del suicidio por amor es importante porque se produjo cuando Dolores apareció en su casa para romper con él, pedirle que le devolviera las cartas de amor que se habían intercambiado y marcharse a Filipinas con su marido para huir del escándalo. Pero no fue, ni mucho menos, el único motivo de su muerte”.

placeholder Retrato de Dolores Armijo. (José Gutiérrez de la Vega)
Retrato de Dolores Armijo. (José Gutiérrez de la Vega)

En cuanto a la personalidad de este destacado poeta del romanticismo español, Jesús Miranda de Larra asegura que, aunque era un hombre enamoradizo, “no fue muy mujeriego. Se casó con 20 años y murió con 27. No tuvo mucho tiempo. Casi podría asegurar que empezó a espabilar poco antes de que se suicidara”.

“Tampoco su físico era maravilloso”, añade. “Yo creo que Dolores se enamoró de él a medias”. Larra defendía el amor verdadero por encima de los convencionalismos de la época. No necesitaba casarse con Dolores para poder vivir una relación socialmente aceptada. No pudo expresar mejor esta convicción de que dos amantes no necesitan un papel firmado para experimentar su amor con libertad y de que su casa puede ser cualquier lugar en el mundo que con estos versos que incluyó en su tragedia en verso, ‘Macías’, estrenada en 1834: “Los amantes son solos los esposos / Su lazo es el amor: ¿cuál hay más santo? / Su templo el universo: donde quiera / el Dios los oye que los ha juntado”.

Larra servía en bandeja a Dolores la posibilidad de huir juntos. Su amor era el sello suficiente para convertirse en esposos. Cualquier lugar del universo podía servir de refugio para vivir como un verdadero matrimonio sin necesidad de pasar por el altar. Pero Dolores no quiso plantearse esta posibilidad.

Jesús Miranda de Larra también señala un cierto poso de amargura e introspección en la personalidad de Mariano José de Larra. Amigos suyos de la época, como por ejemplo Mesonero Romanos, aseguraron que no era un hombre muy sociable. “Acudía a las tertulias y era muy crítico. A menudo se marchaba enfadado. No era muy agradable”, nos cuenta su cuarto nieto.

placeholder Tertulianos ilustrados en el café de Levante, cuadro de Leonardo Alenza (1807-1845).
Tertulianos ilustrados en el café de Levante, cuadro de Leonardo Alenza (1807-1845).

El punto algo taciturno presente en la forma de ser de Larra puede tener su raíz en una infancia vivida en plena Guerra de la Independencia “con un padre médico que trabajaba constantemente y una madre que quizás se despegó un poco de él. Desde los tres años pasó gran parte de su tiempo interno en colegios. En Burdeos, en París y aquí, en Madrid. No vivió en familia. Pasaba mucho tiempo solo y leía muchísimo. Se formó más por lecturas que por estudios. No llegó a estudiar ninguna carrera”.

Jesús Miranda de Larra añade otro episodio vivido en la adolescencia del poeta que pudo marcarlo: “Se enamoró de una joven que luego descubrió que era la amante de su padre. Esto fue un chasco para él y supuso su primer desengaño”.

Todo este pasado pudo forjar al hombre “irónico, descreído, escéptico, crítico y taciturno” en el que se convirtió.

Aunque hoy resulta muy llamativa la forma en que Mariano José de Larra decidió poner fin a su vida, su descendiente y biógrafo matiza que “en aquella época los suicidios habían subido un 400% en España. El tiro en la sien era la salida de moda ante la frustración”. A pesar de ello, la muerte trágica de Larra fue un suceso muy impactante en la sociedad de su época.

placeholder Pistola con la que se cree que Larra se quitó la vida en 1837. (Museo del Romanticismo, Madrid)
Pistola con la que se cree que Larra se quitó la vida en 1837. (Museo del Romanticismo, Madrid)

El mundo literario romántico de Madrid recibió la noticia con auténtica consternación y su entierro se convirtió en un acto colectivo de reconocimiento en el que no faltaron, además de colegas de profesión, miembros de la aristocracia y del entorno de la monarquía.

“A las ocho menos cuarto de la noche de antes de ayer, se suicidó de un pistoletazo nuestro distinguido escritor don Mariano José de Larra, bien conocido en el mundo literario por sus muchas y preciosas producciones, y cuya pérdida habrán de lamentar eternamente todos los que sepan apreciar nuestras glorias literarias, que tanto lustre han adquirido con las obras de este desgraciado joven. No nos atrevemos por delicadeza a manifestar la causa que ha motivado esta catástrofe. Noticiosos sus muchos amigos de que había de enterrarse su cadáver en la mañana de hoy en sepultura de misericordia, por no haberse dado disposición alguna por ninguno de sus parientes para que se efectuase con el decoro debido a uno de nuestros primeros ingenios, se decidieron a costearle su entierro y sepultura, que tendrá efecto a las cuatro de la tarde de hoy, saliendo de la iglesia de Santiago donde está depositado, acompañándole hasta su última morada la juventud literaria de Madrid", se pudo leer el 15 de febrero de 1837, en el periódico ‘El Eco’, uno de los más leídos de la época.

placeholder Tumba de Larra en San Justo, Madrid. (Wikipedia)
Tumba de Larra en San Justo, Madrid. (Wikipedia)

Hoy, la levita y la camisa, aún con restos de sangre, de Mariano José de Larra pueden verse expuestas en el Museo del Romanticismo de Madrid. Fueron cedidas por Jesús Miranda de Larra. También en este museo se encuentra la pistola con la que se cree que se quitó la vida el poeta y escritor del romanticismo, curiosamente un día antes de San Valentín.

13 de febrero de 1837, hace hoy 185 años. Calle de Santa Clara, número 3, Madrid. El escritor, periodista y poeta Mariano José de Larra recibe la visita de una mujer llamada Dolores Armijo, quien acude acompañada de su cuñada. Cuando las dos mujeres salen del domicilio, Larra coge una pistola, la apunta contra su sien y dispara. Acaba de ejecutar el suicidio más famoso de la historia de nuestra literatura, una muerte que siempre fue atribuida a la desesperación por un amor no correspondido.

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