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Pedro Sánchez, una infancia entre la timidez y el breakdance
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VIDA DE UN PRESIDENTE

Pedro Sánchez, una infancia entre la timidez y el breakdance

Un compañero de colegio y una de sus profesoras recuerdan al joven Pedro Sánchez, un chico discreto y educado que prefería pasar desapercibido

Foto: Pedro Sánchez, en una imagen reciente. (EFE/EPA/Olivier Matthys)
Pedro Sánchez, en una imagen reciente. (EFE/EPA/Olivier Matthys)

“Recuerdo que un día decidieron celebrar un festival de música en el cole que estaba centrado en el rap. Imagínate, el incipiente rap de los años 80. Entonces las madres caracterizaron a sus hijos de punkis. Les pusieron crestas de colores, tachuelas, camisetas negras… Las pobres mujeres tenían una diarrea mental importante. Y de repente apareció David, el hermano de Pedro Sánchez, con un chándal gris y una gorra roja. Muy acertado. Era sin duda el que tenía mayor conocimiento de causa”, recuerda Ricardo Lacruz, compañero de colegio de Pedro Sánchez, contando una anécdota relacionada con su hermano David, que hoy trabaja como director de orquesta.

placeholder Pedro Sánchez (derecha de la foto), junto a sus compañeros y a su profesora Gloria Polanco (centro de la imagen, bailando con una alumna). (Cortesía)
Pedro Sánchez (derecha de la foto), junto a sus compañeros y a su profesora Gloria Polanco (centro de la imagen, bailando con una alumna). (Cortesía)

La música ha sido, sin duda, un hilo conductor importante en la vida de la familia del presidente del Gobierno. Él mismo dio buena cuenta de ello en 'La pija y la quinqui', donde habló con solvencia de grupos indies. También cuando en 2015 acudió a 'Mi casa es la tuya', donde, además de compartir trucos para ligar con Bertín Osborne, confesó que cuando era pequeño le gustaba ir a los bajos de Azca, muy cerca de su casa, a hacer breakdance y a picarse –a base de bailes– con otros chavales. Al parecer, era bastante bueno haciendo el backspin, ese movimiento en el que se apoya la espalda en el suelo y se gira sobre uno mismo.

Una imagen que dista mucho del recuerdo que Ricardo Lacruz guarda de su compañero de clase, con quien compartió aula y colegio hasta octavo de EGB. “Era un chico callado y taciturno. Lo sentaban en la última fila, con Camilo, otro compañero, porque los dos eran muy altos y así no tapaban al resto”, continúa este ingeniero de Caminos afincado en Valencia que confiesa no reconocer al niño Pedro en el presidente de Gobierno: “No ejercía de líder, más bien lo contrario. Era un chico tímido que prefería pasar desapercibido”.

placeholder Pedro Sánchez, en el mitin de San Sebastián por el cual se ausentó de la rueda de prensa de la última cumbre. (EFE/Juan Herrero)
Pedro Sánchez, en el mitin de San Sebastián por el cual se ausentó de la rueda de prensa de la última cumbre. (EFE/Juan Herrero)

Pedro y Ricardo coincidieron en las aulas del colegio Santa Cristina, un centro privado solo para niñas que se convirtió en mixto a partir del 78, cuando lo permitió la Constitución. En su día, fue un colegio innovador que apostó por un aprendizaje personalizado e implantó las evaluaciones continuas: “Era una educación muy cercana. Me gustaba que los alumnos trabajaran en grupo para que aprendiesen a ceder y negociar. En la vida no siempre se tiene razón”, recuerda Gloria Polanco, que trabajó en el centro durante 15 años y fue profesora de Pedro Sánchez durante 5º y 6º de EGB: “Era un chico discreto, luchador y respetuoso. ¿Brillante? No especialmente, sacaba unas notas normales”.

Según Polanco, el Santa Cristina era un centro de élite (la matrícula mensual costaba unas 25.000 pesetas, que hoy equivaldrían a unos 500/700 euros): “Su alumnado mayoritario era gente bien del barrio de Salamanca”, continúa esta profesora de raza, que a pesar de haber trabajado en la enseñanza privada es una firme defensora de la educación y la sanidad públicas. Con los años, el nivel del colegio empezó a derivar: “Vieron que si abrían la mano ganarían más dinero, aunque recibieran un alumnado menos brillante. Era caro, sí, pero tenías muchas posibilidades para aprobar. Teníamos colectivos como los jugadores de baloncesto de las selecciones de base del Real Madrid, que venían una vez al mes porque tenían otros compromisos, pero aprobaban igual”, continúa Ricardo.

placeholder Pedro Sánchez, durante su participación en una asamblea abierta con jóvenes en Toledo en 2014. (EFE/Ignacio López)
Pedro Sánchez, durante su participación en una asamblea abierta con jóvenes en Toledo en 2014. (EFE/Ignacio López)

Otro de los colegios más laxos con los aprobados de sus alumnos era el Cumbre, físicamente cerca del Santa Cristina, y con quienes entre estudiantes mantenían un pique. “Hombres G hacían muchas referencias a sus alumnos en sus canciones. Siempre se ha dicho que el pijo del jersey amarillo era del Santa Cristina y alguna vez los vimos pasar en un Ford Escort descapotable. Era un colegio muy pijo y muy de derechas”, continúa nuestra fuente, que aún hoy recuerda vivamente los momentos que convivió más cerca con Pedro Sánchez. “Fui a su casa algún sábado porque teníamos que hacer un trabajo escolar. Vivía en Raimundo Fernández Villaverde, detrás de El Corte Inglés de Castellana. Era una casa grande y luminosa. El primer reproductor de VHS que vi en mi vida fue en su casa, durante un cumpleaños, porque nos pusieron 'Conan'. Éramos muy pequeños. También recuerdo otro de sus cumples que nos llevó a muchos de la clase al cine a ver 'ET' y luego a comer a un Burger King. Era la primera vez que entré ahí. Me pareció que la comida estaba malísima y que nunca iba a triunfar”, asegura riéndose de su visión de negocio.

placeholder Calle Raimundo Fdez. Villaverde, donde vivió Pedro Sánchez. (Google Maps)
Calle Raimundo Fdez. Villaverde, donde vivió Pedro Sánchez. (Google Maps)

Aunque a Pedro Sánchez le gusta presumir de barrio, Tetuán, donde creció y donde se afilió a las juventudes socialistas, su casa pertenecía a la zona más noble de este distrito obrero, que incluye zonas populares como Estrecho, Alvarado o Valdeacederas, donde viven muchas familias de migrantes latinoamericanos. La familia de Pedro Sánchez, sin embargo, pertenecía a una clase media acomodada: “Funcionarios, gente seria y trabajadora”, continúa Gloria Polanco, que tampoco reconoce en el presidente al niño que se sentaba en su aula: “Entonces no tenía madera de líder”. Su padre, Pedro, fue durante muchos años gerente del Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música (INAEM) y más tarde se convirtió en socio de la compañía de embalaje industrial Playbol. Su madre, Madgalena, era funcionaria de la Seguridad Social hasta que, con 40 años, decidió hacer la carrera de Derecho, justo cuando su hijo Pedro estaba cursando la carrera de Ciencias Económicas y Empresariales en la misma universidad que su madre, la Complutense: “Mi madre nos tuvo muy joven, a los 20 años. Coincidimos algunos años haciendo la carrera y ella sacaba mejores notas que yo”, confesaba el político en 'Mi casa es la tuya'.

Más allá de la política –que mamó en su casa desde niño: “Mi madre no es militante, pero es más socialista que toda la familia junta”, confesaba el propio Pedro en el programa de Bertín–, uno de los sueños del presidente era convertirse en jugador de baloncesto. Con su altura, 1,90 cm, tenía sentido. Quizá fue una de las razones que llevaron a sus padres a cambiarlo de colegio y matricularlo en el Ramiro de Maeztu, donde su hijo cursó BUP y COU y donde entró a formar parte del Estudiantes, el mítico club de baloncesto del colegio. Si del Santa Cristina Sánchez no guarda amistades ni comparte recuerdos, nada de eso le ocurre con su querido instituto: “Los que se hicieron amigos con 13-14 años en el equipo de basket siguen siendo una piña a día de hoy”, asegura uno de los implicados que prefiere guardar anonimato. Todos en el Estu, como se conoce al equipo de baloncesto, cierran filas con el presidente y pocos quieren compartir hazañas o aventuras. Aunque pasó más tiempo en el banquillo que jugando –al parecer, no estaba al nivel del resto–, uno de sus sueños de infancia fue dedicarse profesionalmente al baloncesto. No lo consiguió, pero sí alcanzó su otro gran sueño: dedicarse profesionalmente a la política.

“Recuerdo que un día decidieron celebrar un festival de música en el cole que estaba centrado en el rap. Imagínate, el incipiente rap de los años 80. Entonces las madres caracterizaron a sus hijos de punkis. Les pusieron crestas de colores, tachuelas, camisetas negras… Las pobres mujeres tenían una diarrea mental importante. Y de repente apareció David, el hermano de Pedro Sánchez, con un chándal gris y una gorra roja. Muy acertado. Era sin duda el que tenía mayor conocimiento de causa”, recuerda Ricardo Lacruz, compañero de colegio de Pedro Sánchez, contando una anécdota relacionada con su hermano David, que hoy trabaja como director de orquesta.

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