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De un BMW a un Fiat 500: así es la nueva vida ‘low cost’ de Diego Torres
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EL EXSOCIO DE URDANGARIN VIVE EN SANT CUGAT

De un BMW a un Fiat 500: así es la nueva vida ‘low cost’ de Diego Torres

Encerrado en casa. Estudiando obsesivamente el caso Nóos. Él solo se encarga de indexar cientos de miles de documentos. Preparado para el asalto final y sin otra distracción que leer divulgación científica, Torres vive en un permanente día de la marmota

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Encerrado en su chalé de la urbanización Can Trabal de Sant Cugat (Barcelona). Así pasa los días el matrimonio formado por Diego Torres y Ana Tejeiro. La casa, de dos alturas, es bastante más modesta que el llamado palacete de Pedralbes sobre el que los duques de Palma cimentaron su éxito en los días de vino y rosas de Nóos. Sin embargo, está en mucho mejor estado. Continúan viviendo allí y procuran mantenerla en condiciones. Reservados y con ánimo de aislarse –más allá incluso del estado al que su situación judicial les ha llevado socialmente–, decidieron dejar crecer la empalizada vegetal que rodea la finca para evitar que ningún extraño se asome.

La vida cotidiana de los Torres Tejeiro ha cambiado sustancialmente desde que el juez Castro bloqueó sus cuentas tras ser imputados. Ambos, sin empleo, llevan alrededor de cuatro años atascados en el monótono costumbrismo dictado por Nóos. Cuatro letras, cuatro dimensiones en las que Diego Torres vive atrapado desde su primera declaración en los juzgados de Palma, en julio de 2011. Hasta el tiempo se ha congelado. Así nos lo confirma una de las personas que mejor conoce al exsocio de Iñaki Urdangarin y que ha aceptado hablar para Vanitatis bajo estricta condición de confidencialidad.

Vivir con lo justo

Nuestra fuente asegura que Diego Torres y su familia subsisten con lo mínimo imprescindible, pues no tienen para más. “Con 700 euros, lo que les permitió desbloquear el juez, están viviendo cuatro personas. Ya me dirás qué se puede hacer con eso. Los dos están en paro. Durante los primeros meses de la imputación aún mantenían algunos ingresos por diversos negocios, pero tras la declaración en el juzgado de Palma, se acabó”. Torres nunca fue habitual de restaurantes de lujo pero, desde luego, se acabó salir a navegar. “Con lo que le dieron por un pequeño velero que tenía, antes de que se le embargase todo, pudieron ir tirando el primer año. Desde entonces, su situación se ha ido haciendo mucho más dura”. Torres también se deshizo de un potente BMW. Ahora la familia se mueve en un Fiat 500.

Entre sus negocios y su salario como profesor de ESADE, Diego Torres siempre disfrutó de una muy buena posición económica. Nunca fue derrochador sino más bien del género'hormiguita'. Consiguió ahorrar. Bastante. Todo quedó congelado por orden judicial en noviembre de 2011. El 15 de octubre de 2014, el juez Castro autorizó mediante un auto el desbloqueo de 98.360 euros de una cuenta de Credit Suisse en Luxemburgo. Torres solicitó más efectivo, pero Castro rechazó sus recursos. Ese dinero le permitió pagar buena parte de la hipoteca de su casa en Sant Cugat. De otro modo, hoy sería ya del banco.

“El problema para esa familia es que la casa está embargada y no se puede vender. Paradójicamente, en un apartamento pasarían menos estrecheces que en una casa grande con los gastos de luz, agua y gas que suponen. Pero si fuesen a un piso pequeño, ¿cómo iban a pagar el alquiler?”, inquiere nuestro confidente. Le devolvemos la pregunta: ¿nadie le ha ofrecido trabajo? “No lo ha buscado porque no tiene la disponibilidad que requiere un empleo: invierte todo su tiempo en su defensa. Quizá ahora, con el cierre de la instrucción, pueda encontrar algo. Pero también cree que nadie le va a dar trabajo en este país. Lo mismo se hace extensible a su esposa”.

El día de la marmota

Los Torres Tejeiro se mantienen austeramente y solo se ve al exsocio de Iñaki Urdangarin fuera de casa si es para dar un paseo o desayunando en alguna cafetería de Sant Cugat. El resto del tiempo, lee. Papeles de Nóos o, si es para distraerse, ensayos. Divulgación científica, sobre todo. “Sale a tomar café o a dar un paseo por el campo por pura necesidad psicológica. Vive sepultado bajo el peso de Nóos”, sentencian.

Diego Torres se levanta hacia las 6:30 horas y se acuesta casi a medianoche. Prácticamente se pasa todo el día frente al ordenador, en su despacho de casa. “Para que te hagas una idea, la trayectoria de Nóos dura alrededor de diez años. En esa empresa trabajaban entre 40 y 50 personas. Gente que se mueve, que genera gastos, papeles, dietas, taxis, etc. y que reciben del orden de cien e-mails diarios. Cuando todo se desmorona, Diego se queda solo. No hay secretaria ni ayudantes. ¿Puedes imaginar lo que es leer y clasificar cientos de miles de documentos que tú ni siquiera has archivado? Y no todo es fundamental, claro. El otro día me dijo que ahora estaba tratando de indexar un archivo con 400.000 documentos. Posiblemente la mayor parte sean basura, material anodino, carpetas dañadas, repetidas… Pero hay que leerlo para saberlo. Pues bien, ahora divide esa tarea diaria en dos: lo que necesita para su defensa en el proceso y lo que sirve para contestar a Hacienda. Tiene abiertas más de 20 inspecciones: por cada impuesto, por cada sociedad, por cada año. Y no son inspecciones normales. Ha debido presentar tiques de aparcamiento de 0,30 euros. Diego vive en el día de la marmota”.

Hasta la becaria hablaba con la Casa del Rey

La pasada semana Diego Torres volvió a primera línea de la actualidad. El fiscal le pide 16 años y medio de prisión, y la acusación popular, veintidós y medio. Sobre él, una fianza de casi 16 millones. Su escrito de defensa, el aldabonazo final a la instrucción del caso Nóos, se acerca a los 10.000 folios, más una gran cantidad de documentación aportada en formato electrónico. El grueso del escrito de defensa presentado por su letrado, Manuel González Peeters, pretende desmontar los delitos que se le imputan.

Asimismo, pide que declaren casi 700 personas. Un ingente listado compuesto por quienes relacionaron con el instituto Nóos durante toda su andadura. “Aunque los periodistas solo sacáis los e-mails jocosos –que si García Revenga es gay, que si lo llamaba ‘capullín’–, Diego nunca ha hablado de Iñaki Urdangarin, pese a que él le puso un pleito acusándolo de filtrar a la prensa información privada. Todos esos mails chistosos han sido entregados al juez para evidenciar el tipo de relación que había entre dos personas. Y te aseguro que han sido escogidos para que fuesen lo menos dañinos. En realidad, esas bombas atómicas en forma de e-mails es un invento periodístico. Lo que Diego pretende es demostrar que toda la actividad de Nóos estaba validada y supervisada por la Casa del Rey. No era una relación fría y protocolaria: hasta la última becaria hablaba con el secretario de la Reina”.

Lo que más echa de menos Diego Torres de su vida anterior es salir a trabajar cada mañana. Su gran vicio es comprar libros. Novelas o ensayos, no incunables. El deporte que más le gustaba era el montañismo hasta que se lesionó las piernas y se pasó a la vela. Como mucha gente en Menorca, de donde es él. Y pese a que este deporte tiene reputación de exclusivo, nos aseguran que su barco no lo era. Deporte en equipo, conocer gente. Por eso navegaba. “La mayoría de amigos hace tiempo que desaparecieron y algunos que lo parecían menosestán ahí. Le quedamos muy pocos, pero muy buenos. Diego tiene la conciencia tranquila y un montón de documentación para respaldar su inocencia. Cree que en la vida puede caerte una desgracia y a él le ha tocado esta. Sabe que su familia depende de él y no va a arrugarse. Los cuatro están muy unidos. Otros matrimonios se rompen en caso de tensión. No es el suyo. También cree que lo que no te mata te hace más fuerte. Está deseando que el juicio comience cuanto antes y confía en ser absuelto”.

Encerrado en su chalé de la urbanización Can Trabal de Sant Cugat (Barcelona). Así pasa los días el matrimonio formado por Diego Torres y Ana Tejeiro. La casa, de dos alturas, es bastante más modesta que el llamado palacete de Pedralbes sobre el que los duques de Palma cimentaron su éxito en los días de vino y rosas de Nóos. Sin embargo, está en mucho mejor estado. Continúan viviendo allí y procuran mantenerla en condiciones. Reservados y con ánimo de aislarse –más allá incluso del estado al que su situación judicial les ha llevado socialmente–, decidieron dejar crecer la empalizada vegetal que rodea la finca para evitar que ningún extraño se asome.

Iñaki Urdangarin Caso Nóos
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