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Andrés Roca Rey, el niño bien que manda en los ruedos
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ES UN TORERO PERUANO

Andrés Roca Rey, el niño bien que manda en los ruedos

Su presencia en un ciclo ferial es, hoy por hoy, el mejor reclamo para el éxito empresarial, porque si su nombre se asoma a un cartel, en taquilla luce con seguridad el 'no hay billetes'

Foto: Andrés Roca en un fotomontaje elaborado por Vanitatis.
Andrés Roca en un fotomontaje elaborado por Vanitatis.

Le llaman el Harvard del toreo. Le siguen reyes y premios Nobel, futbolistas, nobles y empresarios de todos los puntos del planeta. Hasta las figuras van a verle torear, cuando ellos no están anunciados. Sin ir más lejos, este miércoles, el mismo Morante de la Puebla, de paisano y fumando un puro, no quiso perderle ojo desde un tendido venteño. Su presencia en un ciclo ferial es, hoy por hoy, el mejor reclamo para el éxito empresarial, porque si su nombre se asoma a un cartel, en taquilla luce con seguridad el 'no hay billetes'. Y es que él, Andrés Roca Rey, es a día de hoy el único diestro capaz de colmar los tendidos hasta la bandera; como cuando José Tomás estaba en la cima o Julián López, el Juli, era el novillero que lideraba el escalafón.

Hace solo año y medio era apenas un becerrista que buscaba hacerse fotos junto a su ídolo, el Juli, con quien hoy se mide de tú a tú, sin amilanarse, valiente y dispuesto a dejarse la vida en cada envite. ¿Pero quién es verdaderamente este nuevo rey de los ruedos?

Andrés, que en los carteles se anuncia con sus dos apellidos, Roca Rey, nació en Lima (Perú), hace veinte años, en el seno de una familia acomodada con gran tradición taurina y en la que ya suman varios matadores de toros: su abuelo, su tío Juan Manuel Roca, su hermano Fernando y él, hasta la fecha el último eslabón de la saga familiar.

Su padre es un potente empresario peruano con empresas en distintos sectores comerciales; su madre, una dama de la alta sociedad limeña y asesora financiera que no quiso que el menor de sus hijos fuera torero, aunque lo cierto es que jamás se lo prohibió. Ella, María Mercedes, es una mujer de gran belleza, rasgo que allá no extraña a nadie porque ella es hija de Gladys Zender, Miss Universo en el certamen que se celebró en Long Beach, California (EE.UU.), en 1957, siendo la primera concursante iberoamericana en coronarse. Ella es la abuela de Roca Rey, ese niño que en el colegio no jugaba al fútbol como hacían sus compañeros de pupitre, porque él sólo quería jugar al toro.

Ese chaval gasta hoy vitola de figura del toreo; además, vive por y para el toro, instalado en un pueblo sevillano lejos de las comodidades del hogar paterno. Tan mentalizado está con lo que le exige el vestido de luces que afirma no tener tiempo para novias, pero sí de cuidar a los amigos que dejó en su país, por eso para mantener esos contactos vivos ha hecho de las redes sociales sus mejores aliadas. En Perú se ha convertido en un ídolo nacional, haciendo que de nuevo, pese a la fuerte oposición hacia los toros que actualmente se vive en el país, vuelvan a ser tema de discusión y muchos jóvenes quieran emularle, dentro y fuera de las plazas.

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Le llaman el Harvard del toreo. Le siguen reyes y premios Nobel, futbolistas, nobles y empresarios de todos los puntos del planeta. Hasta las figuras van a verle torear, cuando ellos no están anunciados. Sin ir más lejos, este miércoles, el mismo Morante de la Puebla, de paisano y fumando un puro, no quiso perderle ojo desde un tendido venteño. Su presencia en un ciclo ferial es, hoy por hoy, el mejor reclamo para el éxito empresarial, porque si su nombre se asoma a un cartel, en taquilla luce con seguridad el 'no hay billetes'. Y es que él, Andrés Roca Rey, es a día de hoy el único diestro capaz de colmar los tendidos hasta la bandera; como cuando José Tomás estaba en la cima o Julián López, el Juli, era el novillero que lideraba el escalafón.

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