La boda de Clara y su vestido de novia desmontable con sabor francés para una boda en Madrid

Fue en París, en el año 2019, cuando los caminos de Clara y Agustín se cruzaron por primera vez. "Yo llevaba tres años viviendo en París por trabajo y Agustín acababa de volver a la ciudad después de ocho años en Suiza, donde estudió y trabajó. Nos conocimos un lunes, estábamos los dos en la terraza del mismo restaurante en el distrito 5 tomando algo cada uno con sus amigos. Me pidió mi número y esa semana nos vimos todos los días. Después, cada uno se fue de vacaciones por su lado, seguimos hablando y en septiembre volvimos a vernos y el resto es historia", cuenta la novia protagonista de hoy.

La petición de mano tuvo lugar en el restaurante donde se vieron las caras por primera vez. "El día de nuestro tercer aniversario como pareja, el 23 de julio de 2022, Agustín me llevó a ese mismo sitio. No lo reconocí porque cerró durante el covid y abrieron otro que no se parecía en nada. Estaba frente a la catedral de Notre Dame, al borde del río Sena". Allí, Agustín le hizo la pregunta que terminaría por unir sus vidas en matrimonio para siempre.

Con el compromiso oficial y público, la pareja fijó su boda en Madrid, en concreto en el Real Club Puerta de Hierro, para el 21 de octubre de 2023. Tanto la ceremonia religiosa en la capilla del club como la celebración posterior en los salones.

"Organizar una boda a distancia es complicado y tener a alguien que allane el camino es esencial para disfrutar del proceso. En mi caso fue Ana Cano, a la que vi trabajar en la boda de una de mis mejores amigas y cuando supe que me casaba, no dudé en escribirle. Me aportó muchísima serenidad, es reactiva, siempre dándome ideas, siempre proponiendo soluciones. Es una persona que trabaja con cariño y dedicación hasta para el más mínimo detalle", cuenta la novia sobre el vital papel de su wedding planner.

Con el apoyo de Ana Cano, Clara podía centrarse en encontrar diseñador para su vestido de novia. "No sabía lo que quería para nada, ni flores ni música y mucho menos el vestido. Sí que me quería casar algún día, pero nunca me había parado a pensar en los detalles. Lo único que tenía claro es que soñaba con una boda otoñal y quería que mi vestido fuese sencillo, además de un toque francés".

Todas esas dudas quedaron resultas después de conocer a Macarena y Javier, el matrimonio de modistos detrás de From lista with love. "Cuando conocí a Macarena y a Javier, supe que mi traje de novia lo haría con ellos".

Sin una idea clara de cómo se imaginaba vestida para su boda, la honestidad ante tal reto era prioritaria para Clara. "Necesitaba a alguien que me dijese "esto no te sienta bien", o "esto te queda mejor". No soporto que me digan, te pongas lo que te pongas, "qué guapa estás", o "te sienta fenomenal". Además de ser sinceros, los dos son muy divertidos, pasas una hora y media hablando de todo y de nada, y cuando te quieres dar cuenta ha acabado la prueba", explica la novia sobre el proceso de creación de su vestido en el taller de From lista with love.

Un proceso que compartió con las mujeres de su vida. "Mi abuela, mi madre, mi hermana y yo salíamos de cada prueba con una sonrisa de oreja a oreja y deseando que llegase la siguiente. Y así fue como durante las seis pruebas fuimos probando cosas, diferentes escotes, diferentes mangas y añadiendo detalles de tweed al vestido para que todo tuviese un hilo conductor".

El vestido de novia de Clara terminó por ser un diseño desmontable con capa. De líneas puras y patrón minimalista, el traje estaba confeccionado con dos tejidos 100% invernales, uno en crepe blanco para la base y el tejido estrella en el armario de las francesas, el tweed. "Cuando Macarena y Javier me enseñaron el tweed, ese material icónico de Chanel, lo tuve claro".

Cuando el vestido estaba armado, la realidad no cambió del primer esbozo. "Entre el boceto que dibujó Javier el primer día y el vestido que me llevé el último, no había prácticamente diferencia", confiesa.

A Clara le tocaba escoger los complementos. "Los zapatos son de Flordeasoka. Los compré en el atelier que la firma tiene en París. Me probé varios, sabía que no quería calzado de color blanco. Quería unos zapatos que le diesen algo de color al conjunto y que pudiese reutilizar luego".

En cuanto a las joyas, la novia cumplió con el 'algo prestado' y el 'algo viejo' al recurrir al joyero familiar. "Llevé unos pendientes de diamantes de mi madre, que le regaló su suegra, la madre de mi padre, y un colgante de diamantes de mi abuela materna que le regaló su suegra, la madre de mi abuelo. Así pude llevar algo de mis dos abuelas"

Ella misma cuenta que la elección del ramo fue la más complicada. "No soy nada romántica y la idea que tenía del ramo siempre había sido un poco ñoña. Elena Suárez me propuso unas rosas inglesas de jardín, que no son redonditas y perfectas, y al tiempo tienen un lado más desenfadado; y eso, combinado con verdes, me pareció el equilibrio perfecto".

Llegado el gran día. Clara se arregló en uno de los salones del Club Puerta de Hierro. Del peinado y el maquillaje se encargó Macarena Gros. Cumpliendo la tradición, la novia acudió a la ceremonia acompañada de su padre y padrino.

"Intentamos desde el principio que la ceremonia fuese en español y en francés. Tuvimos lecturas y peticiones en los dos idiomas. Además, el sacerdote que nos casó nos propuso que para la parte del consentimiento, bendición de alianzas y arras, Agustín hiciese su parte en español y yo en francés. Cada uno en el idioma del otro y me pareció un momento muy bonito, sobre todo viniendo de Gus, que habla muy poco español", explica Clara.

Una boda en Madrid con invitados internacionales que fue un éxito. "Siendo una boda en la que mezclas a gente de Madrid con mucha gente extranjera, muchos invitados eran franceses y suizos, me daba miedo que no cuajase y que el ambiente fuese raro, o que a la gente le diese pereza hablar en inglés. Y en realidad no pudo salir mejor. Hubo muy buen ambiente por parte de todos desde el principio, los franceses bailaron las canciones españolas y los españoles las francesas. Muy buen rollo de principio a fin".

Sin duda, para la novia, esa mezcla de invitados, todos reunidos para celebrar su amor, fue lo mejor del día. "Al vivir en el extranjero y no tener la facilidad de unir a mi familia y a mis amigos, y a la familia y amigos de Agustín, para mí fue un momento de felicidad máxima. Me quedo con eso sin duda".

El tiempo acompañó al matrimonio el día de su enlace y pudieron disfrutar de instantes al aire libre. "Otra cosa que recuerdo es la suerte que tuvimos con el tiempo. El jueves fue el día más lluvioso de la historia de Madrid. La ceremonia tenía que ser fuera porque la capilla es minúscula y el cóctel queríamos que fuese al aire libre para poder disfrutar de las vistas a la Sierra de la capital. Ese día salió el sol durante nuestra ceremonia, para mí fue una señal".

Después de la comida servida por el catering de Puerta de Hierro, los recién casados abrieron al baile juntos. "Bailamos un vals, la canción se llama 'Gramófono'. Nos la propuso nuestro profesor de baile del estudio George et Rosie en París".

Como consejo para futuras novias, Clara insiste en contratar a una experta en el montaje de bodas. "Para novias que organizan bodas en el extranjero o en otras ciudades. Si no sois superorganizadas y si el presupuesto os lo permite, contratad a una wedding planner que os hayan recomendado".