La boda de María en Sevilla: del vestido de novia creado por su tía al original tocado con orquídeas

Cuando parte de tu familia se dedica en cuerpo y alma desde hace décadas a vestir a otras mujeres para sus bodas, la decisión de elegir el diseñador para crear tu look nupcial se queda en casa. "En casa del herrero, cuchillo de palo... Hicimos el diseño del traje en apenas dos meses", cuenta María, la sobrina de Carmen Maza. Toda una institución en el mundillo y la más solicitada por las novias sevillanas, ideó y firmó el vestido de nuestra protagonista. No lo hizo sola, a las ideas de María se sumaron en la ejecución su madre, María Maza, y su prima, Ana Rojas Maza. Cuatro mujeres para un atuendo único.

Antes de conocer todos los detalles, situémonos en la vida y la historia de amor de María y Carlos. "Como dos buenos sevillanos nos conocimos en la Feria de Abril cuando teníamos 18 años. El año que nos casamos, hacíamos 10 años de novios", explica.

Una relación larga y estable que terminó con la esperada pregunta: Carlos pidió la mano de María con un anillo. Meses más tarde, y con la Navidad en el ambiente, la pareja celebró la tradicional pedida de mano con sus familias. "La pedida fue el 30 de diciembre de 2022. A mí me encanta la Navidad y, ya que me iba a casar en primavera, quería celebrar algo de la boda en estas fechas. A mí me regalaron un anillo ideal, con brillantes y un zafiro azul en el medio. Se trata de una joya desmontable, de manera que tienes dos anillos en uno", detalla la sevillana.

En abril de 2023, para ser más exactos, el día 29, Carlos y María decidieron fijar su enlace.

Dividido el enlace en dos actos: primero, la ceremonia religiosa en la iglesia de San Bernardo, una ceremonia que fue oficiada por Ignacio Jiménez Sánchez-Dalp, el sacerdote de la Casa de Alba, y segundo, la celebración en la Hacienda El Pino de San José.

Pero antes de llegar a ese día, en el taller de Carmen Maza comenzaron a confeccionar el traje de novia de María. Tal y como ella ha apuntado, en solo dos meses, el vestido estaba listo. "No quería hacerlo con mucho tiempo, tenía mi idea clara en la cabeza y no quería aburrirme de ella, por lo que esperé lo más próximo a la boda para poder empezar".

Dotada de una personalidad de estilo arrolladora, María sabía que, para su boda, "quería ser yo, solo pensaba en gustarme y estar segura, y en la cara de Carlos cuando me viera entrar por la iglesia", confiesa.

Su idea y el equipo de mujeres formado por Carmen y María Maza y Ana Rojas Maza empastaron a la perfección. "Con ellas todo es fácil, desde el minuto uno me vi vestida de novia, supieron captar lo que buscaba y, lo más importante, supieron respetar lo que yo quería. Me parece fundamental que un diseñador sea capaz de adaptar su estilo al de la novia y no imponerlo, y así fue conmigo, todo rodado".

En realidad, el suyo no era un vestido de novia convencional. Conformado por dos prendas, bueno, tres, María entonó el 'sí, quiero' con un conjunto de blusa y falda. Y si decimos tres es porque del atelier de Carmen Maza salieron dos partes de arriba, una para la ceremonia y otra para la fiesta.

"Una de las particularidades de mi vestido era que me hice dos camisas, yo quería entrar en la iglesia más tapada y elegante, y después, para el baile, buscaba una camisa más original, diferente y que me permitiese disfrutar". Como prenda inamovible, la falda: "Era asimétrica y llegaba hasta los tobillos, quería que se me vieran los zapatos".

El nexo de unión de las tres prendas fue el tejido, un material satinado muy fluido de color blanco que dio forma a las dos camisas y la falda. La primera, de cuello ligeramente subido, manga larga, un sutil drapeado por el corte, botonadura en la espalda y bajo asimétrico. La segunda, sin mangas, escote en V y con varias tiras cruzadas.

Si el look de la novia ya era especial por sí solo, María no se conformó y escogió unos accesorios singulares, desde el tocado al calzado.

"Para la cabeza tenía claro que quería llevar flores y soñaba desde hacía tiempo con ese tocado que ya había diseñado mi tía Carmen. El tocado eran orquídeas de tela y me las puse en un lado de la cabeza. No me veía para nada con una corona y mi look no iba para nada alineado con ese estilo". María sí que cumplió con la tradición del velo, una pieza de tul que brotaba de su moño bajo.

Con esas flores decorando su melena, era más que evidente que también compondrían su ramo de novia. "Siguiendo la línea de mi tocado, me decanté por las orquídeas. Compramos varias macetas y fue mi tía Carmen la que, media hora antes de salir camino a la iglesia, me preparó el ramo".

Admite que no es muy de joyas: "Siempre digo que a mí las joyas que me gustan son las que tienen un significado". Pero para el gran día lució tres: "Llevé el anillo de pedida, el anillo con el que Carlos me lo pidió, y unos pendientes que mi prima Ana me prestó, los mismos con los que ella se casó".

El toque brillante lo pusieron sus zapatos: "Los encontré en Vestiaire Collective, una tienda online de marcas de lujo de segunda mano. Eran de Chanel y estaban llenos de lentejuelas doradas"

El día había llegado y, con el look y los accesorios esperando, María vivió el momento 'beauty'. "Me maquilló Julia Hidalgo. Es amiga y ya me conocía, y la verdad que fue confianza absoluta en ella y lo hizo genial. Me arreglé en casa con mis padres, con mi hermano, mi cuñada y mi tía Carmen, que vino a vestirme, y al rato llegaron mis amigas".

Mención especial para el vestido que llevó en los preparativos: "Para maquillarme y peinarme me puse un vestido tipo camisón de Carmen Maza, me hubiera casado también con él, pero tuve la suerte de poder ponerme ambos".

Acompañada en el coche por sus padres y su hermano, los cuatro llegaron a las inmediaciones de la iglesia y, acto seguido, comenzó la ceremonia. "No puedo olvidar la cara de Carlos cuando entraba en la iglesia. La homilía del sacerdote Ignacio Jiménez Sánchez-Dalp fue increíble, es amigo de ambas familias y nos conocía perfectamente. Recuerdo también la cara de mi madre emocionada y mi padre sin parar de llorar".

Situado a tan solo 15 minutos de Sevilla, se encuentra la Hacienda El Pino de San José, hasta donde el recién estrenado matrimonio, sus familiares y amigos se desplazaron para celebrar la boda.

Entre música, bailes, aperitivos y mucha diversión, Carlos y María sacaron tiempo para ser protagonistas del reportaje fotográfico de sus vidas a cargo de Mónica Ortega.

Como momento inolvidable de la celebración, la sevillana destaca la entrega de los ramos: "El ramo más importante que dimos fue a nuestras madres, además de a nuestros mejores amigos". Echando la mirada atrás, María cuenta que "había soñado mucho con el día de mi boda y me lo imaginaba así, aunque no a cámara rápida. Cuando me di cuenta, ya era la hora de irnos y tuve la sensación de que el día había pasado volando".

Los recién casados abrieron al baile con 'Can't Help Falling in Love' de Elvis Presley, pues "lo tenía claro desde que era muy pequeña".

Como consejo para futuras novias: "Sin duda que se dejen llevar. Que no pierdan el tiempo en que todo tenga que estar perfecto, todo será perfecto y ese día será increíble, porque lo que de verdad importa no son ni las flores, ni el vestido, sino que te estás casando ante Dios con el hombre al que quieres y vais a empezar una vida juntos. Yo siempre digo que la boda es un día estupendo y el viaje de novios también, pero que los mejores días son los que vienen después"