¿Determina el orden de nacimiento la personalidad y la inteligencia de los hermanos?

Según la ciencia, sí. De hecho, es un tema que ha generado mucho interés durante el último siglo, tanto en la comunidad científica como en el público en general. Ya en tiempos de Sigmund Freud la idea de que los primeros hijos sufren neurosis causadas por su lucha por el éxito mientras que los medianos son más sanos y tranquilos protagonizó la actualidad científica del momento. El psiquiatra alemán se enzarzó en una disputa abierta con su contemporáneo Alfred Adler, que acabaría abandonando la Sociedad de Psicoanálisis y fundando la Sociedad de Psicología Individual.

Un estudio realizado por dos profesores de la Universidad de Illinois, elaborado a partir del análisis de la personalidad y el coeficiente intelectual de trescientos setenta y siete mil estudiantes de secundaria de todo Estados Unidos, lo demuestra.

En la muestra participaron jóvenes de todas las razas y estatus sociales, que demostraron que el orden entre hermanos tiene un importante impacto en la forma en la que nos enfrentamos al mundo. R.I Damian y Brent W. Roberts, los responsables del estudio, demostraron en su trabajo cómo el orden de nacimiento es crucial a lo largo de los años en que se forja la personalidad: durante la infancia y la adolescencia.

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A raíz de sus pesquisas, establecieron tres tipos de perfil en función del orden de nacimiento: el hijo mayor, extrovertido, ambicioso y líder; el hijo mediano, negociador, resolutivo y empático, y el hijo pequeño, despreocupado, aventurero y rebelde.

Según el estudio, los primogénitos de la familia suelen ser más abiertos y sociables, aunque, al mismo tiempo, suelen estar sometidos a más presión. El motivo es muy sencillo: los padres primerizos les prestan más atención, y a menudo proyectan sus miedos en ellos. Las conclusiones obtenidas por los investigadores apuntan a que los hijos mayores son más ambiciosos y organizados, tienen una autoestima y una confianza altos, y suelen convertirse en el modelo a seguir de sus hermanos menores. Asimismo, según el estudio, suelen ser los que tienen el coeficiente intelectual más alto, pero no muchos más puntos que sus hermanos.

Al hilo de las conclusiones del estudio de la Universidad de Illinois, los hermanos medianos son personas muy fácilmente adaptables, que tienden a llevarse bien con todo el mundo. Esto se debe a que están acostumbrados a negociar, lidiar y compartir sus recursos con el resto de hermanos. Al mismo tiempo, suele tratarse de personas mediadoras y pacíficas, y que, al no haber disfrutado nunca de la atención exclusiva de sus padres, tienen que encontrar su camino para ser independientes, y suelen ser empáticos pues están acostumbrados a tratar con hermanos de diferentes edades. Sin embargo, también pueden encontrarse con un problema: el sentimiento de abandono, al no ser ni los primogénitos ni los pequeños, y no gozar nunca de una atención total de sus padres.

El hermano pequeño, según la ciencia, suele ser el que cuenta con más libertad, y, al mismo tiempo, el que menos atención recibe, tanto de sus padres como de sus hermanos. Por este motivo también suelen ser los que más tienden a romper las reglas, a ser emprendedores y a asumir riesgos.

Las conclusiones del estudio coinciden con los modelos evolutivos tradicionales, según los cuales los hermanos compiten por la atención de los padres, y desarrollan diferentes estrategias para obtenerla, llenando cada uno un ‘nicho’ diferente; de ahí que tengan habilidades sociales y personalidades diferentes.

El estudio, que también confirma la creencia de que la posición de cada niño en la familia determina su nivel de inteligencia, demostraría que el nivel de estimulación intelectual que recibe cada uno en sus primeros años marcará su inteligencia posterior. Así, el nivel de estimulación de los nacidos en último lugar sería inferior al de los mayores porque los padres le habrían dedicado menos recursos, y su entorno intelectual se habría empobrecido. Por otra parte, como dos investigadores (Gualtieri y Hicks) defendieron en 1985, los niveles de anticuerpos maternos aumentan con cada embarazo, lo que podría afectar al cerebro del feto y llevar a niveles de inteligencia más bajos entre los nacidos más tarde.

Sin embargo, los investigadores advierten que para poder establecer un vínculo entre orden de nacimiento, inteligencia y personalidad, hay que tener en cuenta varios factores: número de hermanos (no es lo mismo hablar de familias con 3 hijos o con 8), estatus socioeconómico de los padres, estructura familiar, edad y género.