Qué pasa en tu cuerpo cuando caminas descalzo en tierra durante 10 minutos al día
Comenzar por superficies blandas como el césped o la arena húmeda puede ser una forma amable de introducir el hábito
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En un mundo cada vez más dominado por superficies artificiales, tecnología y calzado altamente estructurado, regresar a lo básico —como caminar descalzo sobre tierra— puede parecer una excentricidad. Sin embargo, la ciencia y múltiples disciplinas de la salud natural están redescubriendo los beneficios de este gesto tan sencillo y ancestral: caminar sin zapatos sobre suelo natural, aunque sea solo 10 minutos al día.
Este hábito, también conocido como earthing o grounding, se basa en la idea de reconectar nuestro cuerpo con la tierra para absorber electrones libres que ayudan a equilibrar los sistemas biológicos. Aunque aún es objeto de debate entre sectores científicos, diversas investigaciones han arrojado resultados prometedores sobre los efectos fisiológicos y emocionales de esta práctica.
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Beneficios para la salud cardiovascular y el sistema nervioso
Estudios preliminares han mostrado que caminar descalzo sobre tierra puede ayudar a reducir la inflamación, mejorar la circulación y estabilizar el ritmo cardíaco. Uno de los mecanismos propuestos es la neutralización del exceso de radicales libres, lo que podría tener un efecto antioxidante natural. Además, el contacto directo con el suelo activa terminaciones nerviosas en la planta del pie, conectadas con el sistema nervioso autónomo, lo que puede inducir una sensación de calma.
Mejora del sueño y reducción del estrés
Según un estudio publicado en el Journal of Environmental and Public Health, el contacto directo con la tierra puede ayudar a regular los niveles de cortisol, la hormona del estrés. Esto se traduce en un mayor bienestar emocional y en una mejora significativa de la calidad del sueño. Personas que caminan descalzas regularmente reportan sentirse más relajadas, menos ansiosas y más en sintonía con su entorno.
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Reeducación postural y fortalecimiento muscular
A nivel físico, caminar descalzo estimula músculos que permanecen inactivos al usar calzado, especialmente los pequeños músculos del pie y el tobillo. Este tipo de caminata también favorece una pisada más natural, lo que puede corregir desequilibrios posturales y prevenir lesiones. Incluso caminar en superficies irregulares como tierra, hierba o arena actúa como una forma de “entrenamiento propioceptivo”, útil para mejorar el equilibrio y la coordinación.
Un antídoto natural contra la desconexión moderna
Más allá de sus beneficios fisiológicos, caminar descalzo por la tierra tiene un fuerte componente simbólico y psicológico: nos conecta con la naturaleza, reduce el ruido mental y genera una experiencia sensorial difícil de conseguir en entornos urbanos. En un contexto de sobrecarga tecnológica, este acto representa una forma de mindfulness activo que promueve la conciencia del cuerpo y del presente.
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