¿Y si la ansiedad no fuera algo que combatir, sino algo que comprender? La neurocientífica Ana Ibáñez ha explicado de forma sencilla cómo nuestro propio cuerpo guarda las claves para autorregularse. Y la respiración, según ella, es el acceso más rápido.
“Lo más rápido para decirle a nuestro sistema nervioso que en realidad estamos calmados es la respiración”, afirma Ibáñez, y añade que por eso los ejercicios respiratorios son herramientas tan eficaces cuando el cuerpo se siente en alerta. Respirar de forma abdominal, con exhalaciones más largas que las inhalaciones, es una señal directa al cerebro. Es como si le susurrásemos: “todo está bien”. Nuestro cerebro, que ya tiene esa respiración asociada a momentos de tranquilidad, responde alineando sus ondas cerebrales y su química interna con ese estado.
La experta insiste en que no se trata de forzar al cuerpo a sentirse bien, sino de hablarle en un lenguaje que entienda. El segundo paso, según explica, es validar lo que estamos sintiendo, como lo haríamos con un niño que tiene miedo. “Nuestro cerebro necesita saber que entendemos por qué está reaccionando así”, explica Ibáñez. No se trata de negar el miedo, sino de mirarlo con comprensión y recordarnos que, aunque los síntomas estén ahí, no hay un peligro real acechando.
“Esto no es un problema de supervivencia”, subraya, y es una frase clave. El estrés y la ansiedad no significan que nuestra vida esté en riesgo, aunque el cuerpo lo sienta así. Por eso, una vez que se reconoce el miedo, lo ideal no es luchar contra él, sino reconducir la atención. Ibáñez propone distraer al cerebro con estímulos sensoriales que ya tenga asociados a la calma, como una música concreta o un olor que evoque seguridad.
El estrés y la ansiedad son dos factores que nos pueden hacer engordar. (Pexels)
Ese gesto aparentemente simple puede tener un impacto profundo. “Si te preocupas mucho, te quedas muy pegado a los síntomas”, dice. Y al hacerlo, en el fondo, estás reforzando la idea de que hay razones para tener miedo. En cambio, si se redirige la atención hacia lo sensorial o lo emocionalmente neutro, el sistema nervioso empieza a relajarse de manera natural.
Frente a la idea de que calmarse es cuestión de fuerza de voluntad o positivismo, la visión de Ana Ibáñez propone un camino mucho más compasivo y basado en cómo realmente funciona nuestro cerebro. Respirar, comprender lo que sentimos y conectar con nuestros sentidos se convierten, así, en tres pilares esenciales para recuperar la calma.
¿Y si la ansiedad no fuera algo que combatir, sino algo que comprender? La neurocientífica Ana Ibáñez ha explicado de forma sencilla cómo nuestro propio cuerpo guarda las claves para autorregularse. Y la respiración, según ella, es el acceso más rápido.