Durante años, muchos padres han repetido la misma frase a sus hijos: "Tienes que compartir". Una enseñanza aparentemente positiva que busca fomentar la generosidad y el compañerismo desde la infancia. Sin embargo, los psicólogos advierten que obligar a los niños a compartirpuede tener el efecto contrario al deseado. En lugar de aprender a ser más solidarios, interiorizan un mensaje dañino: que sus emociones y deseos no son importantes.
Según los expertos en educación, cuando un adulto impone el acto de compartir sin tener en cuenta lo que el niño siente, este aprende a desconectarse de sus propias necesidades para complacer a los demás. Esto genera confusión y, a largo plazo, puede derivar en inseguridad o dificultad para establecer límites.
Pueden sentir que sus emociones no son importantes. (Pexels)
La psicología infantil defiende que los niños necesitan sentirse escuchados y comprendidos antes de poder desarrollar una empatía real. Si se les obliga a ceder un juguete o un objeto sin que estén preparados para hacerlo, no aprenden a ser generosos, sino a reprimir su malestar.
Este tipo de dinámicas también puede provocar resistencia o frustración. Algunos niños se vuelven más posesivos como forma de defender su espacio emocional, mientras que otros se acostumbran a complacer por miedo a decepcionar.
La clave está en ofrecerles la opción de compartir pero sin obligarles a hacerlo. (Pexels)
Los especialistas insisten en que fomentar la generosidad no pasa por imponerla, los niños aprenden más observando el comportamiento de los adultos que siguiendo órdenes. Si ven que los padres comparten de forma natural tenderán a imitar esa conducta sin sentirse forzados. La clave está en ofrecerles oportunidades de compartir, no en exigirlo.
La educación emocional moderna pone el foco en acompañar al niño, no en corregirlo constantemente. Preguntarle cómo se siente, explicarle cómo se puede sentir el otro y guiarlo con paciencia son estrategias más efectivas que imponer normas vacías.
Conocer los sentimientos y emociones de los pequeños. (Pexels)
En definitiva, no obligar a los hijos a compartir no significa fomentar el egoísmo, sino enseñarles a reconocer y validar sus emociones. Cuando un niño siente que sus deseos importan, aprende a respetar también los de los demás. Y ese es el verdadero punto de partida para formar personas empáticas, seguras y realmente generosas.
Durante años, muchos padres han repetido la misma frase a sus hijos: "Tienes que compartir". Una enseñanza aparentemente positiva que busca fomentar la generosidad y el compañerismo desde la infancia. Sin embargo, los psicólogos advierten que obligar a los niños a compartirpuede tener el efecto contrario al deseado. En lugar de aprender a ser más solidarios, interiorizan un mensaje dañino: que sus emociones y deseos no son importantes.