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Qué significa que una persona diga palabrotas todo el tiempo, según la psicología
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Qué significa que una persona diga palabrotas todo el tiempo, según la psicología

En muchas ocasiones unimos decir palabras malsonantes con la educación, pero tiene un trasfondo mucho mayor

Foto: Qué significa que una persona diga palabrotas todo el tiempo. (iStock)
Qué significa que una persona diga palabrotas todo el tiempo. (iStock)

Decir palabrotas ha sido, durante mucho tiempo, una especie de tabú social. Se ha asociado con falta de educación, agresividad o incluso con debilidad emocional. Pero la psicología actual tiene algo más que decir sobre este tema, y —spoiler alert— no todo es negativo. De hecho, soltar un taco de vez en cuando podría revelar más sobre la inteligencia, la autenticidad y la gestión emocional de una persona que lo que solemos pensar.

Lo primero que hay que entender es que el uso frecuente de palabras malsonantes no siempre tiene que ver con mala educación. A veces, es simplemente una forma expresiva —y enérgica— de comunicarse. Según expertos, las palabrotas pueden ser una válvula de escape emocional: alivian tensiones, intensifican un mensaje o sirven como recurso para enfatizar algo sin recurrir a la violencia física. Además, cuando una persona se expresa con espontaneidad, sin filtros innecesarios, puede que esté mostrando un nivel alto de autenticidad. No es que se comunique “mal”, sino que está priorizando la honestidad emocional por encima del protocolo social.

placeholder Son personas más inteligentes. (Pexels/Silverkblack)
Son personas más inteligentes. (Pexels/Silverkblack)

Decir palabrotas puede estar muy unido a la inteligencia. Esto es debido a que quienes utilizan con frecuencia palabras subidas de tono suelen tener un vocabulario más amplio, mayor agilidad mental y una conexión más clara entre emoción y lenguaje. En otras palabras: no es que no sepan expresarse de otro modo, sino que eligen conscientemente un tipo de lenguaje que se ajusta a la intensidad emocional del momento. Además, este tipo de expresión suele estar más presente en personas emocionalmente sinceras, que no temen mostrarse tal y como son. Aquí entra en juego otra función interesante: la regulación del dolor. Decir palabrotas tiene un efecto fisiológico real. Numerosos estudios han mostrado que gritar una palabrota en momentos de dolor físico (como al golpearse un dedo del pie) puede aumentar la tolerancia al mismo y activar la respuesta del cuerpo para sobrellevar mejor esa experiencia. Es como si al maldecir, el cuerpo liberara un poco de estrés acumulado.

Eso sí, como en todo, el equilibrio es importante. El problema no es decir palabrotas, sino cómo, cuándo y con qué intención se dicen. Si se usan de manera agresiva, para humillar, dominar o generar tensión en el ambiente, dejan de ser expresión y se convierten en una forma de violencia verbal. En estos casos, más que autenticidad o espontaneidad, estaríamos ante patrones de comunicación destructivos que sí conviene revisar. También puede ser una señal de impulsividad no gestionada o de dificultad para manejar emociones de forma constructiva. Decir palabrotas todo el tiempo puede tener más capas psicológicas de las que imaginamos. A veces son una forma de canalizar tensión, otras, una señal de inteligencia verbal; también pueden ser un reflejo de autenticidad. Lo importante es saber leer el contexto, el tono y la intención detrás de cada palabra... y entender que el lenguaje, como nosotros, también tiene sus matices.

Decir palabrotas ha sido, durante mucho tiempo, una especie de tabú social. Se ha asociado con falta de educación, agresividad o incluso con debilidad emocional. Pero la psicología actual tiene algo más que decir sobre este tema, y —spoiler alert— no todo es negativo. De hecho, soltar un taco de vez en cuando podría revelar más sobre la inteligencia, la autenticidad y la gestión emocional de una persona que lo que solemos pensar.

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