En Japón, el arte de conservar los alimentos se convierte en una combinación de orden, respeto por la materia prima y lógica cotidiana. Una de las pautas más reclamadas, y sorprendentemente sencilla, consiste en crear dentro de la nevera un estante específico al “uso inmediato”: ese nivel al que miras al abrir la puerta y que actúa como recordatorio para consumir antes lo que está por expirar.
Este método se fundamenta en una mentalidad japonesa que valora lo que tenemos y evita desperdicios innecesarios. Bajo el término Mottainai, que puede traducirse como “no desperdiciar lo bueno que tenemos”, se promueve almacenar de forma que cada alimento tenga su sitio, de forma visible y accesible. Según diversos expertos, una nevera organizada no solo prolonga la vida de los productos, sino que también ayuda a gastar menos y evitar aquello que se queda olvidado al fondo del estante.
Hara hachi bu: el método japonés para no engordar. (Pexels/Sami Abdullah)
En una cocina japonesa típica, se presta atención a la altura de los estantes: los alimentos que necesitan consumirse pronto se colocan a la altura de los ojos, de modo que cada vez que abrimos la puerta nos topamos con ellos. Además de este “estante de uso inmediato”, otros consejos complementarios: separar los alimentos por tipo (lácteos, carnes, verduras), poner los más pesados o voluminosos en las zonas bajas, y conservar las frutas y hojas en compartimentos que mantengan mejor la humedad.
Por ejemplo, para verduras de hojas finas se busca un entorno más húmedo, mientras que para algunas frutas es mejor una zona con ventilación para que el gas etileno que liberan no acelere la descomposición. La clave, pues, no radica en electrodomésticos ultramodernos ni en sistemas complicados: simplemente asignar un nivel al que miramos al abrir la nevera, colocar allí lo que está “a punto” de consumirse, organizar los alimentos por categoría, y respetar el principio de visibilidad y uso.
De este modo, al hacerlo, se favorece la frescura, se reduce el desperdicio y se permite que la nevera funcione con mayor eficiencia. En definitiva, este enfoque japonés convierte algo tan cotidiano como abrir la nevera en un hábito sencillo, pero inteligente que, al final, puede marcar la diferencia en nuestra gestión alimentaria y en el bienestar diario.
En Japón, el arte de conservar los alimentos se convierte en una combinación de orden, respeto por la materia prima y lógica cotidiana. Una de las pautas más reclamadas, y sorprendentemente sencilla, consiste en crear dentro de la nevera un estante específico al “uso inmediato”: ese nivel al que miras al abrir la puerta y que actúa como recordatorio para consumir antes lo que está por expirar.