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La López Ibor, la clínica psiquiátrica preferida por los famosos
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el último en ingresar ha sido josé fernando

La López Ibor, la clínica psiquiátrica preferida por los famosos

El pasado fin de semana Ortega Cano recibía en prisión la mejor noticia que podía recibir: su hijo José Fernando había ingresado de forma voluntaria en

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El pasado fin de semana Ortega Cano recibía en prisión la mejor noticia que podía recibir: su hijo José Fernando había ingresado de forma voluntaria en la clínica López Ibor de Madrid.

La familia del joven llevaba tiempo pidiéndole que superara de una vez por todas su adicción a las drogas y aprovecharon su paso por la capital en el entierro de su tío Pablo para terminar de convencerle. Con anterioridad ya había ingresado en dos ocasiones en dos clínicas de desintoxicación de las que había salido sin terminar el tratamiento, pero ahora parece que es distinto y José Fernando ha ingresado en el prestigioso instituto psiquiátrico para atacar de raíz su problema, que más allá de la adiccióntiene un origen psicológico.

El hijo de Rocío Jurado se une así a muchos otros rostros conocidos del mundo del papel cuché que en su día escogieron la López Ibor para poner fin a sus problemas mentales. Su amplia historia como centro médico—abrió en 1967—, el boca a boca y el ser considerado en los años setenta y ochenta el hospital de la jet set españolahan hecho de la famosa clínica un centro de renombre al que acuden todos los famosos con trastornos psíquicos.

Pero si hay algo que empuja a los más conocidos a ingresar en esta prestigiosa clínica y no en otra es la discreción con la que llevan su internamiento. La opacidad al respecto es máxima y su relación con los medios de comunicación se reduce a la mínima expresión. De ahíque incluso se especule con que existe una planta exclusiva para ingresar a la jet-setque está custodiada con altas medidas de seguridad que impiden cualquier filtración.

El caso más sonado fue el de Raquel Mosquera que, por su intención de atentar contra su propia vida reiteradamente y trassufrir varios brotes psicóticos, tuvo que ser ingresada en varias ocasiones. Muy populares se hicieron las imágenes de la peluquera al otro lado de la ventana de la clínica mientras parecía dirigirse a la prensa. Su aspecto delataba que Raquel no pasaba por su mejor momento. Una depresión posparto unida a su decisión unilateral de dejar de tomar los medicamentos que tenía recetados provocó en la viuda de Pedro Carrasco una grave crisis que requirió ingreso hospitalario.

También famoso fue el paso de Andrés Pajares por la López Ibor. El actor ingresó en agosto de 2012 tras un nuevo ataque en la enfermedad mental que arrastraba desde hace años y que le hacían padecer fantasías y paranoias que fueron públicamente notorias en más de una ocasión. En 2008 le habían diagnosticado una depresión y se alejó de los focos para vivir su peculiar pesadilla en privado.

Pero si hay una familia que conoce muy de cerca lo que es sufrir trastornos psicológicos esa es la de los Ordóñez. Tanto Carmina, como su hermana Belén y la hija de ésta, Belencita, tuvieron que ser ingresadas en esta clínica por susproblemas emocionales. Con los gastos de su estancia hospitalaria siempre corrió Francisco Rivera dado que ninguna de ellas contaba con la suficiente solvencia económica para hacerlos frente.

Charo Vega, la amiga íntima de Carmina, también tuvo que pasar por la López Ibor. En su caso, tras aparecer públicamente en varias ocasiones en evidente estado de embriaguez. Entonces, la cantante optó por ingresar voluntariamente en la clínica para poner fin a sus adicciones.

Marta Chávarri fue otra de las famosas que necesitaron de la ayuda del prestigioso centro para tratar la profunda depresión que padecía a raíz de un accidente que le desfiguró el rostro. Sin embargo, ella nunca requirió estar ingresada y las visitas periódicas a su especialista le bastaron para ir curándose poco a poco.

El pasado fin de semana Ortega Cano recibía en prisión la mejor noticia que podía recibir: su hijo José Fernando había ingresado de forma voluntaria en la clínica López Ibor de Madrid.

Marta Chávarri
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