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Camilla Parker-Bowles y el olor a estiércol
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Camilla Parker-Bowles y el olor a estiércol

A Camilla Parker-Bowles los encuentros festivos de su marido con los proveedores reales no le gustan demasiado. Le parece una pérdida de tiempo. Ella prefiere montar

Foto: Camilla Parker-Bowles y el olor a estiércol
Camilla Parker-Bowles y el olor a estiércol

A Camilla Parker-Bowles los encuentros festivos de su marido con los proveedores reales no le gustan demasiado. Le parece una pérdida de tiempo. Ella prefiere montar a caballo. Y eso que todas las firmas que quieren tener al Príncipe Carlos sentado a su mesa o jugando un partido de polo pagan unas cantidades astronómicas a su fundación con tal de figurar, aunque sea unos minutos, junto al heredero. Porque en realidad, sus apariciones como las de Camilla no son como aparentan, sino que todo tiene su timing. Es decir, cinco minutos de fotos, tres de apretones de mano, ocho con las celebrities que acompañan a las firmas colaboradoras y punto. No suele haber conversaciones convencionales aparte del “saludo” y mucho menos familiares.

Los royals británicos (salvo la Reina Isabel y el duque de Edimburgo) y sus colaterales se ofertan como también hacen los Grimaldi y, en menor medida, los reinantes europeos. En el caso de los herederos de Rainiero, dependiendo de cuantos acudan a una reunión comercial, se sube el caché. Por ejemplo, Carolina acompañada de su marido vale lo mismo, pero si aparece con Carlota o con el resto de los vástagos se triplica. En el caso de los Windsor o ex Windsor, Sarah Ferguson se embolsó 420.700 euros por formar parte del crucero que los azulejeros castellonense organizaron en el ‘Queen Mary’.

Ahora, la visita de Isabel Preysler con su hija Tamara (nuestra preferida) a la fiesta del Príncipe Carlos le ha reportado al futuro rey sus buenas libras. Por su parte, parece que a la duquesa de Cornualles estas visitas de ‘las elegantes’ internacionales le repatean porque considera que son unas cursis. Ella prefiere estar con su entorno, todos ellos fashion country. Según parece, dijo para ser elegantes de verdad “a veces hace falta oler estiércol”, en clara alusión a las grandes extensiones campestres, a los equipos de polo…

A Camilla Parker-Bowles los encuentros festivos de su marido con los proveedores reales no le gustan demasiado. Le parece una pérdida de tiempo. Ella prefiere montar a caballo. Y eso que todas las firmas que quieren tener al Príncipe Carlos sentado a su mesa o jugando un partido de polo pagan unas cantidades astronómicas a su fundación con tal de figurar, aunque sea unos minutos, junto al heredero. Porque en realidad, sus apariciones como las de Camilla no son como aparentan, sino que todo tiene su timing. Es decir, cinco minutos de fotos, tres de apretones de mano, ocho con las celebrities que acompañan a las firmas colaboradoras y punto. No suele haber conversaciones convencionales aparte del “saludo” y mucho menos familiares.