Charlene, la eterna aspirante a reina

La preparación regia de Charlene Wittstock no parece tener fin. Y es que Alberto de Mónaco, poco romántico, no se atreve a dar el paso para pedir en matrimonio a esta rubia sudafricana. Ella, sin decir nunca nada, sigue en proceso de rodaje paseándose por actos donde no sólo no tiene ningún cometido, sino que, por su carácter plebeyo, siempre le toca ir un pasito por detrás.

Cuando quedan cuatro días para que comiencen los Juegos Olímpicos, la joven africana ya hace tiempo que dio el primer paso para ser reina. Hace unos meses, la nadadora renunció a participar en esta cita deportiva. Ella permanece en Mónaco, donde asiste a clases de protocolo e idiomas para prepararse para una vida que nunca llega. Y es que en las últimas semanas ha asistido a varios actos en el Principado ejerciendo de primera dama.

Poco a poco Charlene ocupa el puesto de sus futuras cuñadas. Una de las galas a las que asistió la semana pasada estaba siempre presidida por Estefanía, que últimamente está alejada de la corte. Allí deslumbró con dos trajes dignos de Grace Kelly, la idolatrada madre de Alberto y vara para medir sus relaciones sentimentales duraderas. Las ‘amantes’, como bien ha demostrado, van por otro lado. No hay que olvidar que tiene dos hijos ilegítimos.

Desde hace cierto tiempo los medios de comunicación hablan de que la pareja es inseparable y que Charlene, de 30 años, va a casarse con Alberto, quien cumplió recientemente los 50. Sin embargo, el príncipe monegasco no acaba de decidirse mientras medio mundo espera el compromiso oficial. Sin embargo, a la joven no le faltan cualidades.

La vida sentimental de Alberto de Mónaco ha sido bastante agitada. Muchas han sido las mujeres con las que se le ha relacionado. Hasta la mismísima Ana Obregón estuvo en su lista de amigas. Además, tiene dos hijos ilegítimos que no optan a la sucesión al trono por haber nacido fuera del matrimonio. Se trata de una adolescente que vive en Estados Unidos con su madre, que a su vez tuvo una aventura real en la Costa Azul. El otro es un niño de corta edad fruto de una relación secreta con una azafata africana. Tanto el bebé como la madre residen en Mónaco mantenidos por el príncipe.