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Máxima de Holanda, dos cualidades que sus hijas han heredado de ella
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Máxima de Holanda, dos cualidades que sus hijas han heredado de ella

Los reyes han realizado su tradicional posado veraniego con Amalia, Alexia y Ariane en su residencia, Villa Eikenhorst, en Wassenaar

Foto:  Máxima de Holanda, con sus tres hijas. (Getty)
Máxima de Holanda, con sus tres hijas. (Getty)

No se puede decir que 2018 haya sido un buen año para Máxima de Holanda, que perdía a su hermana Inés Zorreguieta, de la peor de las maneras posibles el pasado 6 de junio. La reina ha sacado desde entonces una de sus máximas virtudes (perdón por el involuntario juego de palabras), la simpatía, para hacer frente a esta situación no solo dolorosa a nivel íntimo sino también compleja por la dimensión pública de su figura. La naturalidad con la que ha abordado desde entonces la cuestión, sin esquivarla, y la vitalidad que ha evidenciado son, como poco, para aplaudirla.

Es esta simpatía la que han heredado sus tres hijas, Amalia, de 14 años, Alexia, de 13, y Ariane, de 11. Las princesas están más que acostumbradas a posar para los medios y regalar sonrisas. Como decimos, lo han aprendido en casa, porque su padre, el rey Guillermo, también se ha 'contagiado' del espíritu siempre divertido de su mujer. No todas las 'royals' de su generación se muestran así de espontáneas, quizás porque estén recibiendo una educación más rígida o, simplemente, porque no es su personalidad.

placeholder Guillermo y Máxima de Holanda, una pareja muy 'fashion'. (Getty)
Guillermo y Máxima de Holanda, una pareja muy 'fashion'. (Getty)

La otra cuestión a la que hacíamos referencia en el titular, la segunda cualidad que han heredado de su madre, es su 'fashionismo' (bien entendido) y la libertad a la hora de vestir. Nada de 'looks' aburridos o convencionales, sino explosión de color. Algo que los fotógrafos que estaban ayer presentes para realizar este posado en Villa Eikenhorst, en Wassenaar, agradecieron.

En cuanto a los estilismos, vayamos por partes... Tenemos que comenzar por la reina Máxima, quien, moderna y muy 'casual', eligió una de las tendencias de la temporada, el vestido camisero, al que se han apuntado otras 'royals' como Meghan Markle o 'celebrities' como Irina Shayk, por poner unos ejemplos. En su caso, vaquero, de la firma Co., que cuesta unos 630 €. La princesa heredera, Amalia, optó por un vestido estampado de la marca holandesa Sissy-Boy. Su hermana Alexia, también apostó por el estampado, mientras que la menor, Ariane, eligió uno rosa, que completó con una chaqueta blanca.

[LEE MÁS: Irina Shayk también le copia a la mujer del príncipe Harry (la tendencia del vestido camisero)]

No podemos perder de vista tampoco el estilismo del rey Guillermo, que se salía de su tónica habitual. Como decimos, el 'efecto Máxima' es muy potente, así que el hijo de la princesa Beatriz de Holanda eligió unos pantalones de terciopelo rojos, una camisa ligeramente rosa y una 'blazer' azul muy 'decontracté'. Quien crea que la monarquía no puede ser moderna en estas cuestiones está muy equivocado...

El toque nostálgico de este posado es que los reyes se van a mudar próximamente al Palacio Huis ten Bosch, su nueva residencia en La Haya, que aún no han acabado de acondicionar, aunque ya le están dando los últimos retoques. El verano próximo, posiblemente, el posado lo harán allí.

placeholder Los reyes de Holanda, presumiendo de hijas. (Getty)
Los reyes de Holanda, presumiendo de hijas. (Getty)

Otro detalle que no podemos pasar por alto es que la prensa holandesa manifiesta que los reyes han decidido que sus hijas pasen estas vacaciones sin 'gadgets' electrónicos, teléfonos, tablets, etc... Al parecer las niñas protestaron un poco al principio, pero luego han entendido perfectamente el deseo de sus padres de que tengan una pequeña desconexión digital y se dediquen a disfrutar de otra manera.

No se puede decir que 2018 haya sido un buen año para Máxima de Holanda, que perdía a su hermana Inés Zorreguieta, de la peor de las maneras posibles el pasado 6 de junio. La reina ha sacado desde entonces una de sus máximas virtudes (perdón por el involuntario juego de palabras), la simpatía, para hacer frente a esta situación no solo dolorosa a nivel íntimo sino también compleja por la dimensión pública de su figura. La naturalidad con la que ha abordado desde entonces la cuestión, sin esquivarla, y la vitalidad que ha evidenciado son, como poco, para aplaudirla.

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