La reina Máxima estrena el diamante más importante de los Orange en Buckingham

Máxima de Holanda siempre es lo máximo. La argentina es una de las pocas royals a las que no le importa lucir todas las joyas que tiene a su disposición. Lo hemos visto durante años; sin embargo, en la cena de gala celebrada la noche de este lunes en Buckingham Palace con motivo de su visita de Estado a Reino Unido, la reina de Holanda dio un paso más. Y es que lució por primera vez el diamante Stuart, el más valioso del joyero de los Orange y que no se veía en público desde el reinado de Juliana, la abuela de Guillermo Alejandro, ya que Beatriz nunca llegó a llevarlo.

La reina eligió para tan especial ocasión la tiara que lleva el mismo nombre, la Stuart. A muchos quizás les suene la diadema, ya que la lució por primera vez hace poco, en el viaje de Estado a Luxembugo. Sin embargo, lo hizo sin el imponente diamante que esta noche sí coronaba la joya y que guarda una especial relación con la monarquía británica. La primera referencia que se tiene de la piedra es del 1690, cuando fue comprada por los reyes Guillermo III -príncipe de Orange- y María II, de la dinastía Stuart.

Como el diamante, de color azul y de 39,75 quilates, era bastante grande, los joyeros reales le recomendaron a María dividirlo en dos partes, pero ella se negó. Por su tamaño y su color se trata de una piedra increíblemente rara y valiosa. El diamante permaneció en Inglaterra hasta la muerte de ambos reyes y como no tuvieron descendencia, pasó a formar parte de la colección privada de la casa de Orange, aunque la hermana de María, la reina Ana de Inglaterra, luchó sin éxito por él.

Hasta 1897 fue utilizado como gargantilla y broche y ese mismo año se incorporó en una tiara que la reina Guillermina, bisabuela del actual rey, encargó para su investidura. La diadema tiene 900 diamantes y fue creada por Eduard Schürmann & Co., junto a un collar a juego y un espectacular broche en forma de lazo, que Máxima también lucía esta noche en Buckingham a la altura de la cintura sujetando la banda de la orden del León Holandés, la misma que lucía Isabel II.

Pero esas no eran las únicas joyas que completaban el estilismo de la reina, quien también llevaba una pulsera de diamantes y unos pendientes a juego. En cuanto al vestido, Máxima estrenó uno palabra de honor en degradado de azul a blanco y una vaporosa sobrecapa de tul, que le daba un aire de lo más majestuoso. Lo fima el diseñador holandés Jan Taminiau, el mismo que la vistió el día que se convirtió en reina.

El resto de damas

Isabel II y Camilla coincidieron a la hora de elegir el color blanco para sus estilismos. La reina lucía la tiara Girls of Great Britain and Ireland, de diamantes, así como el broche Cunillan que fue tallado en Holanda -un guiño hacía sus invitados- y un collar de chatones de tres vueltas. Por su parte, la duquesa de Cornualles se decantó por la diadema Greville y un collar de diamantes. Tanto ella como el príncipe Carlos fueron obsequiados con la orden holandesa de la Corona.

Entre los demás invitados también se encontraba la duquesa de Cambridge, que llevó la Cambridge Lovers Knot Tiara, la favorita de la princesa Diana, y un collar de la reina Alexandra; la condesa de Wessex, que lucía la diadema de aguamarinas; la duquesa de Gloucester, que se decantó por la tiara Catier Indian, y la princesa Michael de Kent, que apostó por la Pearl Festoon. También estuvo pesente la cuñada de los holandeses, la princesa Mabel, viuda del príncipe Friso, quien reside en Londres. Ella llevó la Sapphire Necklace Tiara.