La Reina Sofía, la única que no 'desaparece' en verano

La reina Sofía es el único miembro de la Familia Real que no desaparece de Mallorca. Oficialmente se instala en el palacio de Marivent a finales de julio y regresa ya entrado el mes de septiembre. Esta es la versión conocida. La realidad es diferente y lo saben los periodistas de la isla que, a menudo, se encuentran con doña Sofía en lugares que nada tienen que ver con su actividad regia y sí con la de una ciudadana más: pasea por la calle de las tiendas, visita la joyería de Isabel Guarch si tiene que hacer algún regalo, acude al cine y al Corte Inglés sin que la prensa local dé cobertura porque ya está más que acostumbrada a su presencia... Su próxima aparición será en el mercadillo que se organiza en Puerto Portals todas las semanas y al que aún no ha acudido.

Aseguran a Vanitatis que la reina emérita pasa mucho más tiempo del que se conoce públicamente en Mallorca. Ni en Grecia ni en Zarzuela. Cuando se rumoreó que por el deterioro físico de su hermano, el exrey Constantino, se había instalado en Porto Jeli (localidad costera en el Peloponeso), su verdadera ubicación era Marivent. Su hermana, la princesa Irene, es su eterna acompañante y suelen formar grupo con la prima Tatiana Radziwil y su marido, el doctor Fouchet. A diferencia de su nuera, doña Letizia, que no disfruta en la isla, doña Sofía es una entusiasta.

Este es el lugar donde ha sido más feliz. Primero con los hijos pequeños, después con los nietos. Eran tiempos felices en los que lo de menos era que don Juan Carlos desapareciera con su corte de los milagros que no eran del afecto de la consorte. Principalmente porque dos de ellos, Vilallonga y Tchokotoua, eran los valedores de Marta Gayá, la dama que, según el propio monarca, le hizo tan "feliz”. En estas conversaciones, grabadas por el CESID (actual CNI), don Juan Carlos le contaba a su amigo Josep Cusí lo que significaba en su vida la mallorquina.

Cada vez pasa más tiempo en la isla

Incluso con estas huidas, la Reina disfrutaba con una vida familiar que no tenía en el palacio de la Zarzuela, donde cada uno iba por su lado. Y todos estos recuerdos positivos, más el enclave de Marivent y la independencia que mantiene en sus salidas lúdicas, ha hecho que cada vez pase más tiempo en su isla. Este verano ha tenido menos afluencia familiar. La infanta Elena pasó unos días y el 18 de agosto viajó de nuevo a Madrid en un vuelo de Iberia. La infanta Cristina no apareció y su casa en el recinto del palacio permaneció cerrada. Sí estuvo su hija Irene, quien compartió semana y salidas al cine con su prima Victoria Federica. En cambio, no hubo encuentro con la princesa de Asturias y la infanta Sofía como el año anterior en el que salieron todos a cenar.

Aunque las relaciones como unidad familiar de todos ellos no sean perfectas, para doña Sofía sí lo son. En Madrid ese trato es mucho menor y por lo tanto hay que aprovechar cuando es necesario dar una imagen de apariencia afectiva estable. Algo así como que 'el fin justifica los medios'.

Este agosto ha estado marcado por una sobrexposición de salidas de la abuela con sus nietas Borbón Ortiz. Una manera de olvidar, mediáticamente, la tensión que se vivió en abril de 2018 en la catedral de Palma con doña Letizia impidiendo la foto que requería doña Sofía con las niñas. Muy lejos quedan aquellas imágenes del verano de 2007 donde los reyes, Juan Carlos y Sofía, posaban con sus tres hijos, sus consortes y sus ocho nietos. Ese calendario estival ya forma parte de un pasado que nunca volverá. Lo único que se mantiene es la fidelidad de doña Sofía al lugar donde ha sido más feliz.