Lady Di, bella durmiente: la verdad sobre esta foto que enojó tanto al príncipe Carlos
La princesa se quedó traspuesta en medio de un evento de cierta envergadura. Los fotógrafos estaban con los flashes preparados para inmortalizar la situación
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Ser princesa es cansado. Ser Diana Spencer también lo era. Y ser la futura reina de Inglaterra, agotador.
Érase que se era una princesa que estaba viviendo el cuento de su vida: acababa de matrimoniar con el príncipe heredero de un reino llamado Reino Unido en el que una reina, ya de cierta edad, desposaba a su heredero con una guapa aristócrata, tímida y virginal. Ella.
En noviembre de 1981, Diana Spencer había dejado de ser una niñera y maestra de preescolar para convertirse en princesa de Gales. De la noche a la mañana pasó de un cómodo anonimato a ser perseguida por la prensa nacional e internacional. Aún no se había erigido en el icono global en el que el paso del tiempo y el devenir de la historia la convertiría, pero ya era seguida por una ejército de fotógrafos a todas partes. Y también, claro está, al museo Victoria & Albert.
Apenas habían pasado cuatro meses desde que su boda con el príncipe Carlos fue seguida por millones de personas en todo el mundo cuando Diana tuvo que asistir a la inauguración de la exhibición 'Splendours Of The Gonzaga' en el museo londinense. Y entonces pasó esto...
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Con su aprincesado vestido lila, obra del dúo de diseñadores Bellville Sassoon (es decir, Belinda Bellville y David Sassoon), la princesa se quedaba frita. Sopa. Traspuesta. Amodorrada.
Fue un momento de debilidad real que los fotógrafos retrataron, la prensa publicó y la sociedad inglesa, que amaba a su joven y bella princesa, rebautizó como The Sleepy Beauty, es decir, la Bella Durmiente.
La imagen, plásticamente hermosa, apacible y serena, desató, sin embargo, la furia de su marido, Carlos (con cierta predisposición a la ira). Recién casada, después de pasar de 0 a 100 (siendo cero 'Who is that girl?' y 100 'OMG!') en menos de seis meses y con una agenda de infarto, la princesa colapsó. A su marido no le hizo ni chispa de gracia, ni a él ni a su madre. Sin embargo, la imagen, que dio la vuelta la mundo, enterneció a todo el mundo. Lo que nadie sospechaba en ese momento es el pequeño secreto que guardaba la princesa dormida.
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A la mañana siguiente, un comunicado de Buckingham daba a conocer la buena noticia: Diana estaba embarazada de su primer hijo, el príncipe Guillermo, lo que explicaba, en parte, que la princesa se sintiera doblemente fatigada.
Curiosamente, 36 años después, era su primogénito el que cerraba los ojos durante otro acto oficial: Guillermo protagonizando un divertido vídeo quedándose dormido durante la misa celebrada en la abadía de Westminster con motivo del Día de Anzac. Y sí, la culpa la tenía otro bebé: su tercer hijo, Louis, recién nacido.
Life with a newborn baby. 😴😂 pic.twitter.com/I3c6bF5HkR
— People (@people) 25 de abril de 2018
Ser princesa es cansado. Ser Diana Spencer también lo era. Y ser la futura reina de Inglaterra, agotador.