Isabel II sabe lo que es ser Meghan: Grigg, el hombre que la criticó (y que pagó por ello)

Meghan Markle ha sabido lo que es lidiar con las críticas diarias como miembro de la familia real británica. "Nunca pensé que sería fácil, pero sí que sería justo. Esto es lo complicado", confesó ante las cámaras y al borde de las lágrimas cuando habló ante una periodista de la presión mediática que había sufrido desde que contrajo matrimonio con el príncipe Harry.

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La duquesa de Sussex también dio a entender que, exceptuando a Harry, se había sentido muy sola e incomprendida. "No mucha gente me ha preguntado si estoy bien", dijo.

Pero, lo crea o no Meghan, la reina Isabel II sabe bien cómo se siente la duquesa. Con 92 años, la monarca viva más antigua del mundo ha pasado por todo tipo de vivencias. Aunque hoy sabe perfectamente cómo manejar situaciones complicadas, hubo un tiempo en que las críticas le llegaron de manera inesperada y con no tanta experiencia como para asumirlas con la rapidez y frialdad con la que ahora lo hace.

Hoy, Isabel II es todo un icono del siglo XX y el siglo XXI y una de las figuras más respetadas. Su esfuerzo por representar a la Corona del Reino Unido de la mejor manera posible hoy es incuestionable. Pero no siempre fue así.

Según el documental de 2018 'The Story of the Royals', la reina tuvo algunas dificultades con su papel como relaciones públicas en los primeros años de su reinado.

En 1957, el periodista Lord Altrincham, John Grigg, criticó duramente a la reina por ser "anticuada, elitista y distante". Grigg no dudó en criticar a Isabel II en público. Durante una entrevista en la BBC aseguró que echaba en falta espontaneidad en los discursos y apariciones públicas de la monarca.

"Cuando habla es una especie de criatura sintética", fue una de las perlas que le dedicó a la reina. También añadió que con el tono que Isabel II utilizaba en sus discursos, parecía una "colegiala arrogante" que distanciaba a la gente de ella.

En aquel momento, los comentarios del periodista provocaron la indignación instantánea de la prensa británica y del público.

El duque de Argyll, uno de los nobles más poderosos de la época, pidió que ahorcaran, arrastraran y descuartizaran a Lord Altrincham. Por su parte, el exsoldado Philip Kinghorn Burbridge agredió físicamente al periodista, abofeteándole en la cara.

Fue la primera vez que la reina recibía una crítica tan directa. Nadie, hasta entonces, se había atrevido a cuestionar a Isabel II en público y mucho menos decirle cómo tenía que hacer las cosas.

Para la reina no resultó fácil lidiar con todo aquello. Las críticas públicas la cogieron completamente desprevenida y aseguran que influyeron profundamente en su ánimo.

Pero lo cierto es que la madre de Carlos de Inglaterra tomó nota. Las palabras de Lord Altrincham lograron que algo cambiara en la mentalidad de la realeza. Gracias a ellas surgió la idea de televisar el famoso discurso navideño que cada año ofrece Isabel II.

1957 fue el año en el que por primera vez la reina se dirigió directamente a los ciudadanos para felicitarles la Navidad en sus casas, un gesto cercano que mejoró muy positivamente la imagen de la Corona.