El supuesto enfado de Juan Carlos I con Pedro Sánchez (y los antecedentes)
Según ha publicado el columnista Raúl del Pozo en 'El Mundo', el Rey emérito "está enfurecido por el trato que está recibiendo su hijo"
Cuando el rey Juan Carlos abdicó en junio de 2014, daba un gigantesco paso atrás a nivel institucional, pero a ningún padre se le puede sustraer la dimensión emocional y sentimental por su hijo, por muy rey que sea, como es el caso de Felipe VI. Tampoco se puede luchar, quizás, contra la nostalgia o la sensación de que no se le da a uno el lugar que cree que le corresponde.
Por eso, el ahora Rey emérito estaría muy molesto con el presidente Pedro Sánchez, si nos atenemos a la columna de opinión publicada en la última de 'El Mundo' en la que Raúl del Pozo afirma que "borrado como Trotski de la pasarela del Estado, está enfurecido por el trato que está recibiendo su hijo. Después de prometer su cargo ante el Monarca, y antes de comparecer en Moncloa para informar de la composición del Ejecutivo, Sánchez informó al Rey de su nuevo Gobierno, es de suponer que por teléfono, porque no acudió en persona. Juan Carlos I, el que fue moderador de tantas pasiones, está ofendido porque llaman a su heredero como si pidieran un taxi".
Contrastaría esta actitud con la del propio Felipe VI: "La Casa Real no se siente agraviada por los cambios de protocolos o los supuestos desaires; ni tampoco porque los diputados de la mayoría no defiendan al Rey de los insultos que le dedican en el Parlamento. Tampoco porque le hayan excluido de la Cumbre del Clima. Explican que el Rey ha estado informado en todo momento por el Ejecutivo".
Raúl del Pozo, en la misma sección tres años atrás, también informó de otro gran enfado del monarca cuando fue excluido en el acto de la conmemoración del 40 aniversario de la celebración de las primeras elecciones democráticas en nuestro país, en el que sí estuvieron presentes los reyes Felipe y Letizia, acompañados por las principales autoridades del Estado español, entre ellas el presidente del Gobierno en ese momento, Mariano Rajoy.
El periodista le mandó un wasap al monarca en el que le preguntaba: "¿No cree Su Majestad que no invitarle a la conmemoración de la Democracia es como no invitar a Napoleón a la conmemoración de la batalla de Austerlitz?". Y la respuesta del monarca habría sido: "Sí, desde luego".
De nuevo, Raúl del Pozo utilizaba las misma expresiones: "Él está enfurecido, aunque no lo haya expresado por discreción y sentido del deber". Entendemos que en ese momento sus iras, de ser ciertas, irían destinadas, entre otros, a Mariano Rajoy.
No hubo cordón sanitario
Sin embargo, cuando más se especulaba sobre la posible ausencia del rey Juan Carlos en los actos de conmemoración del 40 aniversario de la Constitución, al año siguiente, los reyes Juan Carlos y Sofía sí acudieron al Congreso de los Diputados, junto a los Reyes y la princesa Leonor, escenificando así también la continuidad de la institución. "Nuestra democracia es firme y consolidada, no hay vuelta atrás", manifestaba Felipe VI, ante la orgullosa mirada de su padre, sobre quien no se había establecido un 'cordón sanitario' como se había rumoreado, después de la delicada situación en la que se encontraba su imagen tras los comprometedores audios de la que se autodenominó como "amiga entrañable", la princesa Corinna.
Del Pozo ha sido una de las personas que con menos cortapisas ha hablado sobre el rey Juan Carlos. Ya en 2013 afirmó que "acabo de saber de muy buena fuente que a principios de 2012, en el comienzo de la legislatura, el Rey planteó al presidente del Gobierno su intención de divorciarse". Y en este sentido debemos subrayar también sus declaraciones en una entrevista en Onda Cero el pasado mes de mayo: "Tuvo que dejar la Corona por hacer lo que han hecho todos los reyes en la historia de España: matar elefantes y gustarle mucho las faldas".
Cuando el rey Juan Carlos abdicó en junio de 2014, daba un gigantesco paso atrás a nivel institucional, pero a ningún padre se le puede sustraer la dimensión emocional y sentimental por su hijo, por muy rey que sea, como es el caso de Felipe VI. Tampoco se puede luchar, quizás, contra la nostalgia o la sensación de que no se le da a uno el lugar que cree que le corresponde.