Las muertes más trágicas de la realeza: disparos, cocaína y un mordisco de mono
Por sus extrañas circunstancias, inesperadas o por la juventud del fallecido, hay algunas muertes dentro de las familias reales europeas muy difíciles de olvidar
Si hay algo que tenemos en común todos los seres humanos, royals y no royals, es la muerte. Ley de vida, se dice. Pero es verdad que algunas impactan mucho más que otras. Especialmente si se da el factor real –que ya implica que la noticia dé prácticamente la vuelta al mundo- y la tragedia, tenemos la combinación perfecta para que un fallecimiento se quede en la memoria colectiva. Bien porque lo rodean extrañas circunstancias, bien por inesperado o bien por la juventud del fallecido en cuestión, hay algunas muertes dentro de las familias reales europeas muy difíciles de olvidar, incluso algunas que han cambiado el régimen o la línea de sucesión del país.
Y no hay que irse muy lejos para recordar algunas de ellas. Dentro de la familia real española hay especialmente dos que siguen generando titulares. Por un lado, el fallecimiento de Érika Ortiz, la hermana de la reina Letizia, hace 13 años. Su juventud y el hecho de que fuera un acto voluntario causaron una conmoción general. Y cinco décadas antes, era el rey Juan Carlos el que también perdía a su hermano menor, Alfonso, aunque en unas circunstancias muy diferentes, ya que ambos se encontraban jugando con un rifle que se disparó fortuitamente. Desde entonces, y sin que nunca se haya confirmado ni desmentido oficialmente, siempre ha existido el rumor de que era el propio Juan Carlos el que empuñaba el arma en el momento del accidente.
No han sido las únicas tragedias que han tenido lugar en el seno de la familia Borbón, aunque sí las que atañen más directamente a la actual familia real. Para impactante, el fallecimiento de Alfonso de Borbón, primo hermano de don Juan Carlos y exmarido de Carmen Martínez-Bordiú, quien murió cuando un cable le segó el cuello mientras esquiaba en Colorado. Pero es que cinco años antes, su hijo mayor, Francisco, también fallecía a la cortísima edad de 11 años, cuando el coche en el que Alfonso viajaba con sus dos hijos sufría un accidente con fatales consecuencias.
Muchas circunstancias, desgraciadamente, similares a las últimas tragedias que han azotado a la familia real holandesa. El príncipe Friso, hermano del rey Guillermo, quedaba sepultado por un alud en 2012, que lo dejaba automáticamente en coma, falleciendo un año y medio después. E Inés Zorreguieta, hermana de Máxima, decidía quitarse la vida hace ahora dos años, después de una existencia marcada por la inestabilidad de su salud mental: “Mi querida y talentosa hermana pequeña, Inés, estaba enferma. No podía encontrar alegría y no pudo curarse. Nuestro único consuelo es que ahora, finalmente, ha encontrado la paz”, afirmaba Máxima en una comparecencia ante los medios cuando se incorporó a su trabajo, unas semanas después del fallecimiento.
La familia real británica cuenta también en su historia con varios fallecimientos inesperados, además de la muerte de Lady Di en 1997, sin duda la tragedia royal de la que más se ha escrito en las últimas dos décadas. Por ejemplo, el duque de Edimburgo vivió la pérdida de su hermana Cecilia, su cuñado y sus dos sobrinos, que murieron en un accidente de avioneta cuando contaba con apenas 16 años.
Quizá no tan trágica ni inesperada fue la muerte de Jorge V, abuelo de la reina Isabel, pero sí la que sucedió en las más extrañas circunstancias. Corría enero de 1936 cuando sus médicos emitieron un comunicado anunciando su inminente fallecimiento: “La vida del rey se mueve pacíficamente hacia su fin”. Moría unas horas después, a las 23:55 del 20 de enero. Lo que no se supo hasta cinco décadas después fue que el propio médico aceleró su fallecimiento, administrándole una dosis letal de cocaína y heroína. Tal y como escribió el médico en su diario, actuó “para preservar la dignidad del rey, para evitar más tensión en la familia y para que la muerte, que sucedió a las 23:55, pudiera ser anunciada en la edición matutina del periódico ‘The Times’, en lugar de las 'menos apropiadas' publicaciones vespertinas”.
Pero para muertes extrañas, la del rey Alejandro de Grecia, tío de nuestra reina Sofía. Un caso que además cambió el rumbo de un país y el futuro de la familia real griega. Corría el año 1920 cuando Alejandro, regente entonces por las desavenencias del Gobierno con su padre, Constantino I, paseaba por los jardines de Tatoi cuando fue mordido por un mono, propiedad de uno de los trabajadores de la finca. Las heridas en su brazo y estómago se limpiaron y vendaron, pero no fueron cauterizadas. No tardó en sufrir una infección generalizada que derivó en una sepsis, falleciendo unos días después también a causa de supuestas negligencias médicas, ya que nadie se atrevió a amputarle la pierna para que la infección no avanzara. Su fallecimiento hizo que el trono lo ocuparan a continuación primero su hermano Jorge y después Pablo, padre de la reina Sofía.
La familia de Mónaco y los medios de locomoción forman una combinación que ha dado lugar a otros fallecimientos más que mediáticos en las últimas décadas. Por un lado, el accidente de coche de Grace Kelly, en el que falleció prácticamente en el acto. El suceso no estuvo exento de misterio, ya que le siguió el rumor de que era su hija Estefanía la que conducía el coche, desmentido muchos años después por la interesada. Ocho años más tarde de perder a su madre, Carolina de Mónaco perdía también a su marido y padre de sus tres hijos mayores, Stepano Casiraghi, al volcar la embarcación que conducía en un campeonato aeronáutico.
Y otro medio de transporte, el avión, fue el responsable de la gran tragedia en la familia real sueca y en la familia real jordana. El príncipe Gustavo Adolfo, padre del actual rey Carlos Gustavo, fallecía en un accidente de avión en enero de 1947. El avión en el que viajaba despegaba del aeropuerto de Copenhague, pero una posible negligencia humana, según se reveló años después, produjo un accidente por el que la nave explotó. Su muerte hizo que al actual monarca se convirtiera oficialmente en el heredero sueco a los cuatro años, ya que era el único varón que tuvieron el príncipe Gustavo Adolfo y la princesa Sybilla.
También un accidente de aviación se cobró la vida de Alia de Jordania, la tercera esposa del rey Hussein y madre de la princesa Haya, que fallecía cuando se estrelló el helicóptero en el que viajaba, en febrero de 1977. Seis años después, se construía el Aeropuerto Internacional Reina Alia en su honor. A 32 kilómetros de la capital jordana, se convirtió en la mayor entrada a la ciudad y mantiene vigente su recuerdo de una manera simbólica. Su hija Haya sigue conservando viva su memoria en las redes sociales, al igual que la del rey Hussein, que se volcó en sus dos hijos, que contaban con 2 y 3 años cuando Alia falleció.
Los coches, como el caso de Grace Kelly, también fueron los causantes de dos trágicas pérdidas en sendas familias reales. Por un lado, la belga, que vivía en 1930 el fallecimiento de la princesa Astrid, esposa del príncipe Leopoldo y la madre de los monarcas belgas Balduino y Alberto, sin haber cumplido los 30 años. Su belleza era legendaria, pero se ganó el corazón del pueblo belga por sus políticas sociales. Su muerte conmocionó a toda Europa, ya que sus lazos familiares la emparentaban con varias casas reales, como Suecia y Dinamarca.
Y mucho más reciente, Simeón y Margarita de Bulgaria tuvieron que despedirse de su hijo mayor y heredero, el príncipe Kardam, en abril de 2015. Siete años antes, había sufrido un fatídico accidente junto a su esposa, Miriam de Ungría, del que nunca se recuperó.
Y siguiendo con las casas no reinantes en la actualidad, terminamos con la antigua familia real iraní. La tragedia más sonada que han vivido fue en 2001, cuando la hija del último sha y Farah Diba aparecía muerta en un hotel de Londres, a causa de una sobredosis de somníferos y cocaína. Su hermano, Ali Reza Pahlevi, se quitaba la vida justo diez años después, tras muchos años luchando contra la depresión. El poso de de alegría en este fallecimiento es que su única hija nacería unos meses después, tal y como anunciaba su hermano, Reza Ciro, actual jefe de la Casa Real iraní, quien también era el encargado de anunciar la muerte de su hermano.
Si hay algo que tenemos en común todos los seres humanos, royals y no royals, es la muerte. Ley de vida, se dice. Pero es verdad que algunas impactan mucho más que otras. Especialmente si se da el factor real –que ya implica que la noticia dé prácticamente la vuelta al mundo- y la tragedia, tenemos la combinación perfecta para que un fallecimiento se quede en la memoria colectiva. Bien porque lo rodean extrañas circunstancias, bien por inesperado o bien por la juventud del fallecido en cuestión, hay algunas muertes dentro de las familias reales europeas muy difíciles de olvidar, incluso algunas que han cambiado el régimen o la línea de sucesión del país.