Los insólitos gestos de cariño de Juan Carlos y Sofía en un vídeo de 1980 (y con Juan de Borbón como testigo)
En unas imágenes que no han tardado en hacerse virales, vemos al Rey emérito dándole una sorpresa a su mujer, con una fiesta en Zarzuela, que ella agradece con una actitud pocas veces vista
Nochebuena de 1980. Un matrimonio, aparentemente feliz y sin grandes problemas, se dispone a celebrar una fiesta. El marido tapa los ojos a su mujer, engalanada con sus mejores joyas para la ocasión. Al descubrir lo que le espera, muestra su emoción y su sorpresa. Y, lo más importante, se lo agradece abrazándose a él, casi colgándose de su cuello. La escena, muy propia de una pareja normal y enamorada, no nos llamaría excesivamente la atención, si no fuera porque sus protagonistas son los Reyes eméritos, Juan Carlos y Sofía, en un vídeo que no ha tardado en hacerse viral y que muestra unos insólitos gestos de cariño, en un tiempo en el que se querían y en el que la distancia -física y emocional- que hay ahora entre ellos parecía algo inimaginable.
Las imágenes fueron emitidas hace unos días en Intereconomía y se han convertido en todo un fenómeno en medios, foros y redes sociales gracias a la cuenta de Instagram @royaltyg5950, dedicada a la historia de la monarquía española. Y desde luego, el vídeo en cuestión se puede considerar casi histórico, especialmente por la actitud de los entonces Reyes. En un entorno privado y familiar, en el que se sentían cómodos, no dudan en ejercer como cualquier pareja enamorada o, al menos, que se respeta y presenta un frente común. Eran entonces la imagen de la esperanza para un país que no tenía muy lejos la dictadura y que estaba en plena transición a la democracia, con Juan Carlos I convertido en uno de sus baluartes.
Pero en las imágenes hay mucho más que los gestos de cariño que se demuestran don Juan Carlos y Sofía. En estos años, eran reuniones habituales en la noche previa a Navidad, en las que se unían a la familia real tanto los Gómez-Acebo al completo como los Zurita, además de la familia real griega -quizá el motivo de la sorpresa a doña Sofía y su emoción al verlos-. El vídeo es una muestra de la unión que había entre las familias, ya que uno de los asistentes que vemos junto al entonces monarca no es otro que Luis Gómez-Acebo, el marido de la infanta Pilar. En las imágenes le vemos junto a sus cuñados durante unos segundos, hasta que se retira unos centímetros para dejarles todo el protagonismo y la atención.
Y si hay una presencia que llama poderosamente la atención, es la de don Juan de Borbón, el padre del emérito. Tras descubrir la sorpresa y en los segundos posteriores en los que doña Sofía casi permanece colgada del cuello de su marido, ambos mantienen una conversación con el conde de Barcelona. Es un intercambio de palabras cordial y muy alejado de la tensión que supuestamente estaba instalada entre padre e hijo, al verse obligado don Juan a renunciar a sus derechos para que su hijo pudiera reinar, por expreso deseo del dictador Franco. Un nombramiento que Juan Carlos aceptó saltándose el camino lógico de la monarquía y que estableció una brecha con su progenitor, salvada años después, al menos por lo que vemos en las imágenes.
Un vídeo de un tiempo feliz en el Palacio de la Zarzuela, cuando todo era amor y unión familiar y conyugal, en unas imágenes que, 40 años después, son completamente irrepetibles.
Nochebuena de 1980. Un matrimonio, aparentemente feliz y sin grandes problemas, se dispone a celebrar una fiesta. El marido tapa los ojos a su mujer, engalanada con sus mejores joyas para la ocasión. Al descubrir lo que le espera, muestra su emoción y su sorpresa. Y, lo más importante, se lo agradece abrazándose a él, casi colgándose de su cuello. La escena, muy propia de una pareja normal y enamorada, no nos llamaría excesivamente la atención, si no fuera porque sus protagonistas son los Reyes eméritos, Juan Carlos y Sofía, en un vídeo que no ha tardado en hacerse viral y que muestra unos insólitos gestos de cariño, en un tiempo en el que se querían y en el que la distancia -física y emocional- que hay ahora entre ellos parecía algo inimaginable.