Los secretos del palacio Dechencholing de Bután: la residencia real del país más feliz del mundo
Descubrimos los rincones escondidos de una de las construcciones más espectaculares del país asiático que ejerce de hogar de algunos miembros de la realeza
Las residencias reales siempre han sido objeto de interés público. No solo por el lujo que suele definir la decoración de las mismas, sino también por la historia que albergan dentro de sus paredes, así como la belleza arquitectónica con la que fueron construidas algunas de ellas. Mucho es lo que se conoce sobre el palacio de Buckingham, pero también nos gusta saber qué se esconde tras los muros de edificaciones más exóticas como el Palacio Imperial de Tokio o disfrutar con el oasis que rodea al palacio Raghadan.
Ahora, nuestras pesquisas nos llevan a descubrir cada uno de los rincones de la que, sin duda, es una de las construcciones más espectaculares de Bután, el palacio Dechencholing. A lo largo de la historia, ha ejercido de hogar de numerosos miembros de la realeza del país asiático, pero hoy en día es utilizado para servir a las delegaciones internacionales, alojar a personalidades relevantes o celebrar eventos importantes, ya que la residencia real oficial se sitúa en el palacio de Samteling.
Sus orígenes se remontan a mediados del siglo XX, por lo que no se trata de una edificación excesivamente antigua, pero sí que está repleta de elementos tradicionales en los que se abre paso la naturaleza. Dechencholing Palace fue construido en 1953 después de la coronación del tercer rey de Bután Jigme Dorji Wangchuck y se ubica en el extremo norte del valle de Timbu, en la orilla oeste del río Timbu. Está rodeado de bosques y cerca se encuentra el Wangchuck Resort, que se emplea como un retiro de meditación.
Se trata de un palacio de tres pisos ubicado entre sauces, céspedes y estanques, cuya arquitectura es completamente fiel al estilo tradicional butanés, que se caracteriza por los llamados dzong. Unas fortalezas compuestas de varias estancias rodeadas a su vez por grandes muros de mampostería, generalmente blancos, que rodean uno o más patios. Las habitaciones dentro del edificio se dividen por funciones -administrativas o religiosas- y destacan, sobre todo, sus icónicos tejados planos propios de la mayoría de construcciones asiáticas, así como sus ornamentadas puertas.
En el interior del Palacio Dechencholing, la estética también sigue la línea tradicional butanesa con muebles recubiertos de metal en una técnica de repujado superpuesta sobre terciopelo blanco. Además, como la difunta abuela real, Gayum Phuntsho Choden Wangchuck, vivió en este palacio durante muchos años, poseía su propia capilla, decorada con murales y tallas religiosas. Llama la atención que esta residencia cuenta con su propio helipuerto para favorecer la llegada de embajadores y otras personalidades pertenecientes a delegaciones internacionales de manera directa: no hay aeropuerto en Timbu.
Lo cierto es que, más allá de ejercer como un lugar hospitalario, en el palacio Dechencholing se ha desarrollado una importante labor: la de instruir a monjes jóvenes en la técnica del bordado y la pintura tradicional, a fin de que no se pierda. Fue en 1957 cuando el rey Jigme Wangchuck encargó a un experto artista llamado Lam Durlop Dorji de Bumthang que abriera una escuela de bordado y, actualmente, se encargan de crear thongdrel (thangkas grandes que cuelgan de los tejados de los monasterios y dzongs) y pinturas en pergaminos.
No es mucho el tiempo que pasa el actual rey de Bután, Jigme Khesar Namgyel Wangchuck, en esta residencia, pero sí que le hemos podido ver en alguna que otra ocasión. Algunos de los motivos por los que se ha trasladado a este palacio han sido por compromisos oficiales, pero también para protagonizar algunas de las emotivas imágenes con las que nos suele sorprender en las que aparece junto a su mujer e hijos, dando buena muestra de que es uno de los reyes más cercarnos y modernos.
Con el paso del tiempo, tanto Jigme Khesar como su padre han ido llevando a cabo numerosas reformas en su país, tratando de democratizarlo al máximo posible e implicándose todo lo que pueden con el pueblo. De hecho, Bután ha pasado a ser conocido como el país más feliz del mundo porque, tratando de salvaguardar el bienestar de sus ciudadanos, establecieron la llamada 'felicidad interna bruta' para medir la calidad de vida de su población.
Las residencias reales siempre han sido objeto de interés público. No solo por el lujo que suele definir la decoración de las mismas, sino también por la historia que albergan dentro de sus paredes, así como la belleza arquitectónica con la que fueron construidas algunas de ellas. Mucho es lo que se conoce sobre el palacio de Buckingham, pero también nos gusta saber qué se esconde tras los muros de edificaciones más exóticas como el Palacio Imperial de Tokio o disfrutar con el oasis que rodea al palacio Raghadan.