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Napoleón Bonaparte y Josefina, una historia de amor no correspondida
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HISTORIA

Napoleón Bonaparte y Josefina, una historia de amor no correspondida

Los amantes de las películas históricas están de enhorabuena. Joaquin Phoenix, el laureado actor de Joker, rueda en Gran Bretaña y bajo las órdenes de otro grande, Ridley Scott, la fascinante historia de Napoleón Bonaparte, que se emitirá en Apple

Foto: Napoléon y Josefina Bonaparte.
Napoléon y Josefina Bonaparte.

Napoleón Bonaparte es, sin duda, uno de los personajes favoritos de los franceses, aunque no tanto de los españoles a tenor de la invasión que perpetró en 1808 contra nuestro país después de haber firmado con Godoy en el Tratado de Fontainebleau que pasaría por España para invadir Portugal. Un hecho que no respetó y cuya consecuencia fue la Guerra de la Independencia.

Napoleón llegó a lo más alto y en su sueño por emular a Carlomagno, trató de construir un imperio. Llegó a ser, de hecho, emperador de Francia, un país que ya había aterrorizado al mundo con una sangrienta revolución que pasó por la guillotina a reyes, nobles y sospechosos sin juicios previos que terminaban igualmente en el patíbulo. Las dotes militares de Bonaparte son indiscutibles, pero hay una parte de su vida privada, la amorosa, que siempre ha llamado la atención al público en general. Especialmente su historia de amor con Josefina, la primera de las dos esposas que tuvo.

Josefina tenía 32 años cuando conoció a Bonaparte, siendo él seis años más joven. Ella estaba viuda de su primer marido, con el que había tenido dos hijos, Eugenio y Hortensia de Beauharmais. Se sabe que fue una mujer no demasiado alta (tampoco Napoleón lo era), delgada, con la tez morena (probablemente por sus orígenes de Martinica) y con una tendencia a hablar poco por el complejo que tenía de sus dientes, amarillentos y con aspecto de tener caries por la costumbre que en su infancia y juventud había tenido de consumir caña de azúcar.

placeholder Josefine Bonaparte, en un cuadro de Antoine-Jean Gros.
Josefine Bonaparte, en un cuadro de Antoine-Jean Gros.

Josefina provenía de una familia bastante acomodada que, no obstante, también tuvo épocas en las que pasaron dificultades, especialmente cuando un huracán destrozó la plantación de la que su familia vivía en la ex colonia francesa. Cuando conoció a Bonaparte, este no era más que un militar; de hecho, cuando se casó con él no había ni siquiera comenzado a comandar las tropas que lo llevarían a la victoria y a convertirlo en emperador.

La historia de amor que se conoce de ellos es, sobre todo, gracias a las cartas que ella conservó de Napoleón, en las que se puede deducir perfectamente que estaba completamente enamorado de ella. Un amor que no fue, al menos al principio, correspondido de la misma manera. Josefina era una mujer experimentada y con una vida social extensa, aunque nunca fue una mujer que cultivara su intelecto. De hecho, una de los motivos de constantes discusiones entre ella y su primer marido eran las faltas de ortografía que cometía en la cartas que le mandaba, ya que él estaba casi siempre fuera.

Josefina y Bonaparte se conocieron en la casa de una amiga íntima de ella, Teresa Carrabús, una mujer considerada una influencer de la época y que recibía el nombre Madame Libertad y Nuestra Señora del Termidor. Se habían conocido en la época en la que habían estado en prisión acusadas de ser contrarrevolucionarias. Aunque el flechazo no fue mutuo, sí que ambos encontraron que tenían vidas similares. Los dos eran isleños, ella de Martinica y él de Córcega, ambos habían tenido la experiencia de una madre presente, dulce y disciplinada y todo lo contrario (también ambos) con respecto al padre alcohólico e irresponsable.

A finales de octubre de 1795, Bonaparte fue nombrado General en Jefe del Ejército del Interior y, tras haber sido rechazado por dos mujeres con dinero en su petición de matrimonio, le pidió a Josefina que se casara con él, petición que ella aceptó. El matrimonio le aportó a él una sólida conexión francesa, ya que por el hecho de ser extranjero los directores y militares no depositaban en él una gran confianza.

Matrimonio

En marzo de 1796 contrajeron matrimonio por lo civil. Se sabe que en el momento de la firma del acta matrimonial el notario le advirtió a ella de los riesgos que conllevaba casarse con un hombre pobre “que no poseía más que su equipo militar”. Ella, que se casó un tanto indiferente, vio partir dos días después de la boda a su recién estrenado esposo, suponemos que con poca preocupación, a Italia liderando el ejército francés. Es entonces cuando empieza la serie de cartas de amor que hoy día se conservan y en las que se ve claramente la locura de amor de él hacia ella, a quien consiente prácticamente todo incluso a pesar de las crueldades que ella le demostraba.

Mientras Bonaparte estaba en sus tareas militares, Josefina disfrutaba del París más frívolo y divertido y siendo totalmente infiel a su marido. Infidelidades que llegaron a los oídos de su esposo quien, ahí sí, decidió no transigir y, regresando de una expedición de Egipto y enfurecido por los celos, expulsó a Josefina del hogar conyugal. Pero de poco le sirvió porque enseguida la perdonó. Lo que sí logró es que nunca más le fuera infiel, probablemente por temor a un más que posible divorcio.

Ahí las tornas empezaron a cambiar y el que, en cambio, se convirtió en infiel fue él. Incluso se sabe que tuvo amoríos con damas de compañía de la propia Josefina, llegando a tener un hijo con una de ellas. A todo esto, la relación comenzó a deteriorarse porque Josefina no lograba quedarse embarazada. De nuevo otro ejemplo más en la historia en la que la mujer es señalada por el hecho de no concebir. En un principio, las miradas acusatorias fueron para ella pero, en honor a la verdad, lo cierto es que Josefina ya había 'demostrado' que podía ser madre, puesto que tenía dos hijos de su primer marido. Pero él también, aunque de forma extramatrimonial.

Coronación como emperador

Cuando Napoleón fue coronado emperador, hizo lo propio con su esposa. Él mismo le colocó la corona en la cabeza mientras ella se arrodillaba ante él. Famosísimo es el cuadro 'La consagración', que pintó Jaques-Louis David, el pintor favorito de Napoleón. Se puede observar en el Louvre, aunque hay una réplica en Versalles.

placeholder Retrato de Josefina, realizado por el Barón François Gérard
Retrato de Josefina, realizado por el Barón François Gérard

Divorcio y muerte

A pesar del amor que le profesó siempre a Josefina, Napoleón terminó cansándose de su disipada vida y del poco afecto que ella le mostraba a él. Esto, unido a que nunca se quedó embarazada, le sirvió de excusa para solicitar el divorcio, algo más que imaginable debido al deterioro de la pareja. El divorcio tuvo lugar el 10 de enero de 1810 y fue el primero rubricado bajo el llamado Código de Napoleón. Un año más tarde, Bonaparte se casó con la Archiduquesa María Luisa de Austria, que sí le dio el ansiado varón, el futuro Napoleón II de Francia.

La vida de Josefina, a partir de ese momento, fue más libre para ella y plácida, ya que Napoleón le mostró todo su amor en forma de generosidad otorgándole unas rentas vitalicias de lo más altas. Aunque, fiel derrochadora como era, nunca le alcanzaba para vivir como ella quería.

Josefina murió el 29 de mayo 1814 a consecuencia de una complicación en un resfriado. Napoleón se enteró de su muerte estando ya desterrado en la isla de Elba. A pesar de todos los problemas que tuvieron, las últimas palabras del emperador antes de morir fueron: "Dios mío, el ejército, Josefina”. Josefina fue enterrada en la Iglesia de San Pedro y San Pablo, de Rueil, y Napoleón descansa para siempre en los Inválidos de París.

Gema Lendoiro es periodista y doctoranda en Historia Moderna por la Universidad de Navarra.

Napoleón Bonaparte es, sin duda, uno de los personajes favoritos de los franceses, aunque no tanto de los españoles a tenor de la invasión que perpetró en 1808 contra nuestro país después de haber firmado con Godoy en el Tratado de Fontainebleau que pasaría por España para invadir Portugal. Un hecho que no respetó y cuya consecuencia fue la Guerra de la Independencia.

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