Estafas y una esposa stripper: la historia de la herencia millonaria de la última princesa hawaiana
La muerte de Abigail Kawānanakoa a los 96 años ha reabierto una truculenta lucha judicial, que parecía enterrada, para conseguir su patrimonio valorado en 200 millones de euros
Hace tan solo una semana, Hawái se vistió de luto y las banderas de sus edificios públicos ondearon a media asta con motivo de la muerte de Abigail Kawānanakoa, la última descendiente de la monarquía de la isla estadounidense, a la edad de 96 años. La institución derrocada en 1893 a manos de los terratenientes norteamericanos le mantuvo este título honorífico, aunque no oficial, como símbolo de identidad nacional. Un hecho que junto a sus numerosas obras filantrópicas la convirtieron en uno de los rostros más queridos del territorio.
Sin embargo, su figura pública en el terreno solidario no ha logrado trascender más allá de las fronteras del destino paradisiaco, pero su vida privada se transformó años atrás en objeto de deseo de los principales medios de comunicación debido a la truculenta lucha por su herencia millonaria. Su relación lésbica con su secretaria, la cual es perseguida por un pasado polémico, y el intento de quitarle el control sobre sus bienes provocó un culebrón, que tras su fallecimiento promete tener una segunda parte.
Su patrimonio, estimado en cerca de 200 millones, procede de una fortuna familiar creada por su bisabuelo, el empresario irlandés James Campbell. Este se alzó con el puesto de mayor terrateniente de Hawái gracias a sus plantaciones de azúcar, que lo hicieron de oro. A la cuantía económica se suman, por otro lado, otros bienes como es el Palacio de Honolulu, residencia de la difunta, que pertenecen históricamente a la familia real de la isla.
Sin embargo, en sus últimos cinco años de vida, Abigail Kawānanakoa no pudo disfrutar de su posición privilegiada, debido a una inquietante batalla judicial iniciada contra la bisnieta de la última monarca de este territorio de Estados Unidos por su entonces abogado. En 2017, cuando la royal fue víctima de un derrame cerebral, Jim Wright, su letrado, quiso asumir el control sobre su fideicomiso probando su incapacidad mental para la administración del dinero.
La traición acabó lógicamente con su despido y la pareja de la princesa hawaiana, Verónica Gail Worth, casi 30 años menor que ella, le acusó de manipularla para intentar quedarse con todo el patrimonio. En respuesta, el abogado afirmó que la de 69 años maltrataba a la anciana. Para intentar asegurar su herencia, ambas decidieron casarse en otoño de ese mismo año en una ceremonia presidida por un muy respetado juez del Tribunal Supremo jubilado.
Tras más de tres años de batalla, el juez otorgó la administración de los bienes de la princesa al First Hawaiian Bank, la entidad financiera más grande y antigua de Hawái. Por ello, el banco ha administrado a lo largo de este lustro su patrimonio, otorgando a Abigail las cantidades que estipulaban oportunas. Ahora, una vez fallecida, su última voluntad fue que su esposa recibiese 40 millones de dólares y a su inseparable chihuahua Girlie Girl. Sin embargo, las circunstancias del caso impiden afirmar si esta podrá ser cumplida.
El turbio pasado de su viuda
La repercusión pública del caso provocó que centenares de medios estadounidenses comenzaran a investigar en el pasado de la secretaria y amada, descubriendo datos de lo más reveladores. Uno de ellos es que Gail Worth había conocido a su primer marido cuando trabajaba de stripper en Las Vegas. Posteriormente, ambos se habrían dedicado a traficar con walkmans robados y drogas.
Además, numerosos tabloides afirmaron que la esposa de la princesa de Hawái se ganó la vida durante un pequeño periodo de tiempo ejerciendo de madame o anfitriona de una casa de citas. No orgullosa de sus vivencias, conquistó a un senador, Milton Holt, para que utilizara su posición para conseguir borrar su pasado. Este hombre acabó siendo encarcelado en 1999 por una adicción desmedida a las metanfetaminas.
Sin embargo, las noticias publicadas jamás afectaron a la relación entre Verónica Gail Worth y Abigail Kawānanakoa, que conocía a la perfección la biografía de la secretaria que se transformó en su amada.
Hace tan solo una semana, Hawái se vistió de luto y las banderas de sus edificios públicos ondearon a media asta con motivo de la muerte de Abigail Kawānanakoa, la última descendiente de la monarquía de la isla estadounidense, a la edad de 96 años. La institución derrocada en 1893 a manos de los terratenientes norteamericanos le mantuvo este título honorífico, aunque no oficial, como símbolo de identidad nacional. Un hecho que junto a sus numerosas obras filantrópicas la convirtieron en uno de los rostros más queridos del territorio.