La princesa Alice de Reino Unido: de las fuerzas aéreas en la II Guerra Mundial a superar un récord de la reina madre
Princesa y duquesa de Gloucester, Alicia de Inglaterra vivió más años que la reina Isabel II y que su madre, la reina consorte Isabel. Todo un récord en una vida muy intensa
A lo largo de las últimas décadas, una de las características más comentadas sobre la familia real inglesa ha sido su longevidad. Así, al reciente fallecimiento de Isabel II con 96, en una larga vida marcada por la historia del siglo XX, se suman el de su marido Felipe de Edimburgo, con casi 100 años, o su madre, la reina Isabel Bowes-Lyon, fallecida con 102.
Sin embargo, no son los únicos miembros de la Casa Real Windsor que han vivido tantos años. Entre otros royals británicos, destaca la princesa Alicia, duquesa de Gloucester, que falleció a punto de cumplir los 103 años de vida. Una mujer con una intensa trayectoria que la llevó a vivir algunos de los acontecimientos más importantes del siglo pasado y a ser una persona muy importante para la monarquía británica.
Así, aunque se suele creer que la reina madre, Isabel Bowes-Lyon, es el miembro más longevo de la familia real británica, realmente lo es la princesa Alice, ostentando hasta el momento el título de la royal que más años ha vivido dentro de la monarquía de Reino Unido. Una intensa vida que comenzó en una fecha tan señalada como el día de Navidad.
Alicia Christabel Montagu Douglas Scott nació el 25 de diciembre de 1901 en la casa señorial Montagu House, en la calle Whitehall, en pleno centro de Londres. Muy cercana a Buckingham Palace, un palacio con un origen lleno de curiosidades, fue la tercera hija de John Montagu Douglas Scott, VII duque de Buccleuch, y de su esposa, Lady Margaret Bridgeman.
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Aficionada al esquí, la equitación, la caza y la pintura, se la considera una experta acuarelista. De hecho, una de sus pinturas inspirada en un viaje a África es parte de la colección real .
Aunque su infancia no estuvo vinculada casi a la ciudad del Támesis, pasando más tiempo con su familia en sus propiedades fuera de la capital, como el castillo de Drumlanrig en Dumfries and Galloway (Escocia). Una etapa en la que vivió un episodio trágico que la marcaría para siempre. A los 14 años estuvo a punto de ahogarse al ser arrastrada por la corriente del río.
"Se cumplió una promesa muy secreta"
"A cambio de mi vida había prometido dedicarla a algún propósito útil; pero nunca parecía haber nada que requiriera mi ayuda o en lo que yo fuera útil. Así que cuando, a través de una serie de circunstancias imprevistas, un día me vi asignada una vida de servicio público al servicio de mi país, se cumplió una promesa muy secreta", escribió décadas después en su autobiografía.
Una juventud que continuó entre la alta sociedad de comienzos del siglo XX, pero que también aprovechó para viajar por países como Francia, Kenia o la India. Aunque su peso entre la aristocracia fue un paso más allá cuando se anunció su compromiso con el príncipe Enrique, duque de Gloucester, tercer hijo del rey Jorge V y la reina María (los abuelos de la reina Isabel II).
Su boda se celebró en noviembre de 1935 en una capilla del palacio de Buckingham, aunque sin los grandes fastos que habrían de acompañar al enlace del hijo del rey de Inglaterra, como hemos visto en los últimos años en las bodas del príncipe Harry o del príncipe Guillermo. El fallecimiento unas semanas antes del padre de la novia, el duque de Buccleuch, hizo que se optara por una ceremonia más íntima y sencilla. Lo mismo que le ocurrió a la princesa Beatriz de York en su enlace por culpa del coronavirus.
Aunque igualmente fue un acontecimiento social, con un vestido rosa empolvado, la única novia de la realeza británica que ha lucido algo así. Una creación de Norman Hartnell, que también diseñaría el vestido de novia de Isabel II, que combinó con una estola de armiño. Se calcula que más de un millón de personas se acercaron al palacio para ver a los recién casados. Apodando desde entonces a Alicia como 'la princesa de invierno'.
Asentados en Aldershot, a unos 60 kilómetros de Londres, la pareja se centró en la carrera profesional del duque de Gloucester en el ejército y en las labores sociales de la duquesa en la zona. Sin embargo, todo cambió cuando el hermano mayor del príncipe Enrique, Eduardo VIII, abdicó para casarse con Wallis Simpson. Así, los nuevos reyes pasaron a ser Jorge VI (antes príncipe Alberto) e Isabel (cuñados de Alicia y Enrique), haciendo también que los recientes duques de Gloucester se volcaran más en sus funciones públicas y oficiales.
Se convirtieron así en un gran apoyo para los nuevos soberanos y sus hijas, las princesas Margarita e Isabel, que habían ejercido de damas de honor en la boda de sus tíos años antes. Una época en la que se mudaron a la casa Barnwell Manor, donde tuvieron a sus dos hijos tras sufrir dos abortos: los príncipes Guillermo (que falleció joven) y Ricardo.
Barnwell Manor no era una propiedad nueva para la familia. Construida por Enrique VIII en el siglo XVI, el abuelo de la princesa Alicia había vivido allí, por lo que la duquesa quiso recuperar esta parte de su patrimonio familiar. Una residencia con cuatro salas de recepción, siete dormitorios principales y seis baños. En total, unas 40 habitaciones en una propiedad de 10 km² en la que se incluyen las ruinas del castillo de Barnwell, que es parte del Patrimonio Nacional de Inglaterra.
Una residencia que abandonaron temporalmente durante la II Guerra Mundial. La princesa Alice vivió en esa época en diferentes puntos del país. Trabajando con la Cruz Roja y con la Orden de San Juan al inicio de la contienda. Más tarde, se convirtió en jefa de las Fuerzas Aéreas Auxiliares Femeninas, del Cuerpo de Enfermeras y de las Divisiones de la Brigada de Ambulancias de San Juan, recibiendo el título honorífico de comandante de la Fuerza Aérea y el de coronel jefe honorífico de los Húsares Reales y del Cuerpo Real de Transportes.
Al servicio de Su Majestad
Tras la guerra se mudaron durante unos años a Australia, ya que su marido desempeñó el papel de gobernador general del país, regresando seguidamente a Reino Unido. A su vuelta en 1947, la princesa se centró en diferentes labores solidarias relacionadas con la salud y siendo nombrada jefa de diferentes regimientos del ejército británico. Además, fue rectora de la Universidad pública de Derby y realizó viajes oficiales al extranjero.
Una etapa oficial centrada en su apoyo a la institución de la Corona, tanto con el rey Jorge VI como con Isabel II, que se paralizó con la muerte de su hijo mayor, Guillermo, en 1972 en un accidente aéreo. Falleciendo dos años más tarde, en 1974, su marido, el príncipe Enrique. Entonces su hijo menor, Ricardo, y su mujer, Birgitte van Deurs, pasaron a ser los nuevos duques de Gloucester, formando una familia de tres hijos.
Se produjo en ese momento un nuevo hecho histórico relacionado con la princesa Alicia, que da buena muestra de su excelente relación con su sobrina Isabel II. Al enviudar le pidió a la monarca que le permitiera utilizar el título y tratamiento de su alteza real la princesa Alicia, duquesa de Gloucester, en lugar de ser nombrada su alteza real la duquesa viuda de Gloucester.
Un detalle que parece nimio, pero que es muy importante en el estricto protocolo de la familia Windsor. Lo normal es que una persona no nacida princesa sea llamada por su nombre de pila más el título de su pareja en el momento del matrimonio. Por ejemplo, la baronesa Marie-Christine von Reibnitz, princesa Miguel de Kent (en referencia al título de su marido).
Una princesa única en la historia
Sin embargo, ante la princesa Alicia se hizo una excepción por primera vez en la historia. Se accedía a que colocara sus títulos reales en el mismo orden que si fuera princesa de sangre real y no consorte. Una época en la que también logró un valioso hito para una mujer de la realeza, al ser nombrada la primera gran dama de la Cruz de la Orden del Baño, de los más relevantes en el país, junto a otras como la Jarretera, que tiene el rey Felipe VI.
Una orden de caballería británica fundada por Jorge I el 18 de mayo de 1725 y que debe su nombre a la tradición comenzada en la Edad Media por la que una persona que iba a ser nombrada caballero tenía que bañarse, como símbolo de limpieza espiritual. A lo largo de los años 80 mantuvo su actividad oficial, incluso publicando en 1991 una biografía por su 90 cumpleaños. Bajo el título de 'Memorias de noventa años', narraba diferentes episodios de sus nueve décadas de vida. Aunque no pudo hablar sobre un difícil momento que viviría tres años después.
En 1994 la familia ducal de Gloucester abandonó su residencia Barnwell Manor por razones económicas, dado que su mantenimiento era demasiado costoso. Encontraron alojamiento en una de las residencias del palacio de Kensington, bajo el amparo de la reina Isabel II, alquilando Barnwell Manor a una empresa de antigüedades que instaló allí su sede. Aunque desde otoño de 2022 se encuentra a la venta por más de 5 millones de euros.
Bajando poco a poco su agenda oficial, finalmente en julio del 2000 su hijo Ricardo publicó un comunicado donde se podía leer: "En los últimos años, la princesa Alicia ha perdido poco a poco la memoria, lo que disminuye su capacidad de comunicarse como ella quisiera. Por esta razón, mi madre ya no siente en confianza para cumplir con sus obligaciones oficiales, lejos del palacio de Kensington, ni de enfrentar el clamor de las manifestaciones públicas".
Está relacionada también con Sarah Ferguson, de la que era familia, dado que su prima Lady Elmhirst era la abuela paterna de la duquesa de York. Su última aparición pública tuvo lugar en diciembre de 2001, cuando se celebró su 100 cumpleaños en una pequeña ceremonia a la que acudieron diferentes miembros de la familia real. Entre ellos, su sobrina, la princesa Margarita, en la que sería también su última aparición pública.
Finalmente, la princesa Alicia, duquesa de Gloucester, falleció mientras dormía en su habitación del palacio de Kensington el 29 de octubre de 2004, con casi 103 años. Su funeral tuvo lugar el 5 de noviembre en la capilla de San Jorge, en el castillo de Windsor, y fue enterrada junto a su marido y su hijo en el cementerio real de jardines de Frogmore, donde ahora residen Eugenia de York y su familia. Siendo el escenario de descanso eterno de una princesa que, como buena parte de su familia, fue testigo de excepción de los grandes hitos del siglo XX.
A lo largo de las últimas décadas, una de las características más comentadas sobre la familia real inglesa ha sido su longevidad. Así, al reciente fallecimiento de Isabel II con 96, en una larga vida marcada por la historia del siglo XX, se suman el de su marido Felipe de Edimburgo, con casi 100 años, o su madre, la reina Isabel Bowes-Lyon, fallecida con 102.