Wallis Simpson, la mujer con quien no quiere ser comparada Corinna Larsen
La 'amiga entrañable' del rey Juan Carlos ha hecho referencia a una de las figuras más controvertidas y cuestionadas del siglo XX en el Reino Unido
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"Fue el principio de una campaña para pintarme como una Wallis Simpson, una Lady Macbeth, una suerte de personaje maligno que llevó a este maravilloso hombre por el mal camino de viaje durante en mitad de la gran crisis económica". De esta manera tan gráfica y literaria, con referencias a la mujer del duque de Windsor y al mismísimo Shakespeare, Corinna Larsen definía en la controvertida entrevista que ha concedido a la BBC el tratamiento que, a su juicio, recibió después de la infausta caída del rey Juan Carlos I en Botsuana, que obligó a repatriarle tras una fractura de cadera en abril de 2012.
La que fuera 'amiga entrañable' del rey emérito, según expresión acuñada por la propia Corinna, mantiene que el rey emérito había conocido a su padre, para demostrar de esa forma que su relación iba en serio, y que incluso le pidió matrimonio, hecho que, de haberse puesto en práctica, hubiera supuesto el divorcio de la reina Sofía, una hipótesis que más de un analista mantuvo en el pasado, y un momento delicadísimo para la monarquía española. "Me han dicho que sí (que el rey emérito quería divorciarse). Evidentemente, la señora Larsen lo que quería era convertirse en la segunda reina de España, por lo que se ve. Su interés era que se divorciara de la reina Sofía y ser ella la esposa legal del rey Juan Carlos", declaraba Carmen Enríquez en 'La Sexta Noche' en 2018.
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Sea cierto o no lo que dice Corinna Larsen, que el rey emérito le pidiera matrimonio o no, sorprende la referencia a Wallis Simpson, una mujer denostada por su matrimonio con el duque de Windsor y de quien se hace un retrato nada edificante en la serie 'The Crown' con una magnífica Geraldine Chaplin en su papel. ¿Se puede establecer algún paralelismo en la vida de ambas mujeres? Repasemos algunos de los hechos más relevantes de su biografía y que cada quien saque sus conclusiones.
Wallis Simpson se había casado en dos ocasiones antes de conocer al que acabaría siendo su tercer marido y supondría su renuncia al trono. Eduardo VIII, que fue el nombre con el que accedió a él, era un hombre mujeriego, pero la socialite estadounidense, que irrumpió en su vida en 1931, le rompió todos los esquemas. Simpson ya arrastraba un matrimonio fallido con el piloto de la armada estadounidense Earl Winfield Spencer jr. con quien se había casado en 1916 y que estuvo lastrado por el alcoholismo de él. Tras varias idas y venidas, se divorciaron en 1925, pero antes ella había mantenido affaires con el diplomático argentino Felipe Aja Espil y con el conde italiano Galeazzo Ciano, de quien, según la leyenda urbana, se quedó embarazada, aunque le practicaron un aborto a consecuencia del cual quedó estéril. Una versión de los hechos que negaría categóricamente la mujer del aristócrata, hija a su vez de Benito Mussolini.
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Antes de que se formalizara su divorcio, Wallis ya había conocido al que sería su segundo marido, Ernest Aldrich Simpson, quien dejó a su mujer y madre de su hija Audrey para poderse casar con ella, momento que llegó en julio de 1928, poco antes de que estallara el crack del 29, en el que las finanzas de la socialite estadounidense y de su familia quedaron seriamente dañadas, no así las de su flamante marido, con quien se había instalado en el Reino Unido. Sería allí, donde conocería, a través de una amiga, Consuelo Thaw, quien era hermana de Lady Thelma Furness, una supuesta amante del príncipe de Gales, que sería quien los presentara.
Lo dejó todo por amor
Según parece, cuando la relación extramatrimonial trascendió, se encontró con la reprobación familiar desde el principio, por lo que cuando llegó al trono tras la muerte de su padre, Jorge V, el 20 de enero de 1936, no había lugar para Wallis en el seno de los Windsor. Meses más tarde, la socialite solicitaba el divorcio a su segundo marido, acusándole de adulterio con su amiga Mary Kirk. Cuando lo logró Eduardo VIII buscó, sin éxito, que hubiera alguna fórmula en la que encajara su pareja, incluso un matrimonio morganático en el que ella y una hipotética descendencia no tuvieran título alguno. Como se encontró una oposición frontal por parte del Gobierno, la Iglesia (no permitía casarse a personas cuyos ex cónyuges estuvieran vivos) y la Corte, decidió abdicar en su hermano, entonces duque de York, después Jorge VI, en diciembre de 1936.
"Todos conocéis las razones que me han inducido a renunciar al trono. Quisiera haceros comprender que al tomar esta resolución no me he olvidado en absoluto al país o al Imperio, a los cuales, primero como príncipe de Gales y más tarde como rey, he dedicado veinticinco años de servicio. Podéis creerme si os digo que me ha resultado imposible soportar la pesada carga de la responsabilidad y desempeñar mis funciones como rey, en la forma en que desearía hacerlo, sin la ayuda y el apoyo de la mujer que amo", manifestaba entonces en una histórica declaración pública.
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El 3 de junio de 1937, Eduardo y Wallis se casaba en el castillo de Candé. Una fecha con un simbolismo muy particular, ya que ese día el rey Jorge V hubiera cumplido 72 años, lo que algunos interpretaron como un desaire a una familia que no mandó a ninguno de sus miembros al enlace, aunque su hermano Jorge VI le concedió el título de duque de Windsor, aunque Wallis no pudo hacer uso del tratamiento de 'Su Alteza Real'. Establecidos en el exilio en Francia, durante años les persiguió la sombra de que habían apoyado al régimen nazi, sobre todo después de la reunión que mantuvieron con Adolf Hitler. La Segunda Guerra Mundial les obligó a cambiar en varias ocasiones de residencia, regresaron al Reino Unido y, de vuelta en Francia, tras la invasión del norte del país por parte de los alemanes, pasaron por Biarritz, por España, se establecieron en Lisboa y durante cinco años vivieron en Nassau, Bahamas, donde Eduardo fue gobernador.
La muerte de los dos hermanos
Tras la derrota de Alemania en la contienda, se establecieron definitivamente en Francia, y Eduardo regresaría el Reino Unido en febrero de 1952 para asistir al entierro de su hermano, Jorge VI, víctima de un cáncer de pulmón. También la misma enfermedad le costaría la vida al duque en 1972, en su caso de garganta. Wallis sobrevivió doce años a su marido, con quien reposa en Frogmore, en Windsor, donde precisamente Meghan y Harry se habían establecido antes de decidirse a marcharse a Estados Unidos y apartarse de la familia real. Unas vidas en las que muchos, por cierto, han visto algunos paralelismos. Pese a todo y dejando las diferencias pasadas a un lado, a su funeral y entierro asistieron Isabel II y Felipe de Edimburgo, el príncipe Carlos y Lady Di, y sus dos cuñadas, la reina madre y la duquesa de Gloucester. Una despedida, al final, a la altura de la notoriedad de la mujer que cambió el destino de la monarquía británica.
"Fue el principio de una campaña para pintarme como una Wallis Simpson, una Lady Macbeth, una suerte de personaje maligno que llevó a este maravilloso hombre por el mal camino de viaje durante en mitad de la gran crisis económica". De esta manera tan gráfica y literaria, con referencias a la mujer del duque de Windsor y al mismísimo Shakespeare, Corinna Larsen definía en la controvertida entrevista que ha concedido a la BBC el tratamiento que, a su juicio, recibió después de la infausta caída del rey Juan Carlos I en Botsuana, que obligó a repatriarle tras una fractura de cadera en abril de 2012.