Cuando el bienestar económico no alcanza: las razones ocultas detrás de la infelicidad, según la ciencia
La plenitud parece esconderse en otras coordenadas: las relaciones, el sentido de propósito y la forma en que interpretamos nuestras experiencias
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En la actualidad, en un mundo que asocia éxito con cuentas bancarias repletas de dinero y logros visibles, muchas personas con estabilidad económica confiesan sentir un vacío difícil de explicar. ¿Por qué, entonces, tener dinero no garantiza sentirse plenamente feliz? Según diversas investigaciones en psicología, la respuesta parece estar menos ligada al bolsillo y más conectada con las emociones y la manera de enfrentarlas.
Tal como hemos leído en el 'Clarín', el psicólogo español Miguel Ángel Rizaldos destaca que, aunque los ingresos pueden reducir la tristeza diaria, no son suficientes para construir una vida feliz. Así lo concluyó un estudio de la University of British Columbia, que encontró que el dinero puede hacer que los días sean menos amargos, pero no necesariamente más felices.
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Otro estudio, esta vez de la Universidad de Princeton, confirma esa idea: más ingresos no equivalen a mayor felicidad. Sin embargo, cabe mencionar que lo que sí logran es reducir los niveles de angustia o malestar cotidiano. Es decir, ayudan a apagar incendios emocionales, pero no a construir una vida con sentido.
La psicóloga Silvia Álava añade un matiz importante: muchas veces se confunde la imagen de una persona feliz con alguien que siempre sonríe y está de buen humor. Sin embargo, sostiene que la verdadera felicidad tiene que ver con cómo se transitan las emociones difíciles. Tanto es así que las personas emocionalmente equilibradas no evitan los días grises, pero saben que esos momentos también forman parte del camino.
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También está el factor de las metas personales. En la cultura actual, existe una carrera constante hacia el "más": más logros, más dinero, más reconocimiento. Según Rizaldos, ese circuito de metas eternas puede volverse una trampa emocional. A medida que se alcanza un objetivo, rápidamente aparece otro, dejando a muchos en una especie de rueda sin fin, como si fueran hámsters persiguiendo una felicidad.
De este modo, la ciencia del bienestar emocional propone, en cambio, reconectar con el presente. Porque, aunque el dinero ayude a calmar ciertas preocupaciones, la plenitud parece esconderse en otras coordenadas: las relaciones, el sentido de propósito y la forma en que interpretamos nuestras experiencias. Y eso, como está visto y comprobado, por ahora, no se puede comprar.
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