Los detalles que Sarah Ferguson quería en su vestido de novia para su boda con el príncipe Andrés y que fueron vetados
Hace 38 años, una novia muy poco tradicional entraba en la abadía de Westminster para convertirse en la esposa del duque de York y entrar a formar parte de la familia real británica
Han pasado 38 años desde que una joven pelirroja, pecosa y muy espontánea hiciera una entrada triunfal en la Abadía de Westminster, con un nada tradicional look nupcial. Y se puede decir, coincidiendo con este aniversario, que el look podría haber sido mucho menos tradicional. Porque Sarah Ferguson tenía pensado un vestido de novia con detalles bastante peculiares para su boda con el príncipe Andrés. Finalmente, pudo la decisión de su diseñadora, que no dudó en vetarlos.
La primera imagen de la que iba a convetirse en nuera de la reina Isabel II al llegar al histórico templo ya dejaba claro que no era una novia al uso. Porque lo normal es que las novias que pasan a formar parte de una casa real con su boda, luzcan en su gran día una tiara familiar, habitualmente prestada por la reina, habitual poseedora del joyero. Suele ser, además uno de los elementos que más destacan en un look nupcial.
Pero ella prefirió mantener la sorpresa hasta que pronunció el "sí quiero" y ocultó la tiara bajo una corona de flores, concretamente gardenias, las favoritas de su prometido, el príncipe Andrés. Una vez pasó a ser una mujer casada y a pertenecer a la familia real, descubrió la tiara York Diamond, diseñada por Garrard, fabricada con diamantes y regalo directo de la reina Isabel y el duque de Edimburgo.
Teniendo en cuenta este detalle, todo lo relativo al vestido de novia no nos debe extrañar. Años después de que los duques de York se convirtieran en marido y mujer, se desvelaron algunas de las ideas que Sara Ferguson había tenido para su look nupcial. Pero todas ellas tenían que pasar la criba de la diseñadora, Lindka Cierach, que no acogió con mucho entusiasmo algunos de los apuntes de su clienta.
Por ejemplo, la novia quería que en su vestido se bordaran helicópteros y ositos de peluche, ya que ambos elementos formaban parte de su historia de amor con el príncipe Andrés, con el que incluso se ha rumoreado acerca de una nueva posible boda en los últimos años, tras su divorcio en 1996. Pero, por mucho sentido que tuvieran en su cabeza, parece que en la de la diseñadora no lo tenían tanto y decidió no bordar estos motivos.
Eso sí, en el diseño nupcial no faltaron elementos que sí había pedido la propia Sara y que también representaban su historia de amor. Por ejemplo, el vestido incluía corazones, anclas y olas, estas dos últimas en homenaje a la carrera del príncipe Andrés en la Marina Real, además de abejorros y cardos, motivos que pertenecen al escudo de armas de la familia Ferguson.
También la cola del vestido de novia de Sarah Ferguson, confeccionada en satén y con una longitud de cinco metros y medio, contenía las iniciales de la pareja, A y S, cosidas con pequeñas cuentas de plata.
Aunque no es la primera vez que una novia royal personaliza tanto el diseño para su gran día. No podemos olvidar el vestido de Letizia Ortiz, con flores de lis, el símbolo de la familia real española, por ejemplo, o el de Meghan Markle, en cuyo velo estuvieron representados todos los países de la Commonwealth. También se encuentra en esta lista el vestido Marta Luisa de Noruega para su boda con Ari Benh, con bordados como la palabra 'love', lirios o los arcos de la catedral de Nidaros.
Pero quizá las peticiones de Sarah Ferguson, por mucho que estuvieran relacionadas con su historia de amor, no cumplían con las características reales que se le pedían a una novia a punto de formar parte de la protocolaria Casa Real británica. De ahí que la diseñadora prefiriera vetarlos y no contempló que ositos de peluche y helicópteros estuvieran en el diseñpo final.
Han pasado 38 años desde que una joven pelirroja, pecosa y muy espontánea hiciera una entrada triunfal en la Abadía de Westminster, con un nada tradicional look nupcial. Y se puede decir, coincidiendo con este aniversario, que el look podría haber sido mucho menos tradicional. Porque Sarah Ferguson tenía pensado un vestido de novia con detalles bastante peculiares para su boda con el príncipe Andrés. Finalmente, pudo la decisión de su diseñadora, que no dudó en vetarlos.
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