Dos expertos analizan el cambio de actitud y de vestuario de Charlène de Mónaco: "Parece otra persona"
De un tiempo a esta parte hemos podido ver a una Charlène mucho más sonriente y cercana, luciendo además un colorido vestuario
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Durante años, Charlène de Mónaco ha sido conocida como la princesa triste. Su gesto serio, su tímida presencia en actos oficiales y, sobre todo, aquellas lágrimas en el día de su boda con el príncipe Alberto, alimentaron infinidad de titulares y teorías sobre una relación marcada por la distancia emocional. Las especulaciones alcanzaron su punto álgido en 2021, cuando la princesa pasó más de seis meses en Sudáfrica por una grave infección ORL que le impedía volar. A su regreso, ingresó en una clínica en Suiza para recuperarse física y emocionalmente, lo que avivó aún más los rumores de crisis en el principado.
Sin embargo, la imagen que Charlène proyecta hoy parece muy distinta. En los últimos meses la hemos visto más sonriente, mucho más cercana en sus apariciones públicas y con un renovado estilo lleno de color, que contrasta con la sobriedad que solía acompañarla. Junto a sus mellizos Jacques y Gabriella y arropada por Alberto, todo indica que la princesa atraviesa uno de sus momentos más luminosos. ¿Qué ha cambiado realmente en Charlène? ¿Es solo una imagen o estamos ante una transformación real? Hablamos con dos expertos que nos dan las claves de este sorprendente giro.
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Cristian Salomoni, del Instituto Internacional de Análisis de la Conducta y experto en comunicación no verbal, confirma el cambio de Charlène, analizando sus últimas apariciones nos asegura que "la sonrisa de Charlène es genuina, no está nada forzada. Cuando la vemos con la mujer de Macron su sonrisa no solo se aprecia en los labios, también en los ojos, lo que indica que transmite una felicidad auténtica”, nos explica.
Y no solo eso. El especialista apunta a un cambio significativo en el lenguaje corporal de la princesa: “Antes tendía a mantener una distancia física muy marcada, incluso con Alberto. Cruzaba los brazos, colocaba objetos como el bolso entre ellos, como una especie de ‘cordón de seguridad’ que usamos cuando nos sentimos amenazados. No era Alberto en sí, era el mundo”.
Esa rigidez, asegura Salomoni, ha desaparecido: “En los últimos vídeos se la ve mucho más relajada, cercana, e incluso en sus interacciones con desconocidos, como los niños, muestra una mayor apertura. También sus movimientos son más naturales, y eso refleja una mejor conexión emocional. Antes su postura era rígida, los hombros tensos, parecía aislada, como una muñeca”, recuerda. “Ahora su cuerpo se mueve con naturalidad, gesticula sin rigidez. Incluso sus ojos, que antes transmitían melancolía, ahora están más involucrados, más presentes. Eso no significa que haya desaparecido por completo ese halo introspectivo, pero sí se ve mucha más luz”.
Según este análisis, la mejoría se debe a varios factores: “Lo primero es su recuperación física y emocional tras una etapa complicada. También parece haber una distensión en su relación con Alberto: hay gestos de complicidad, alineación postural, una mejor sintonía. Y el vínculo con sus hijos es más visible, más natural. Además, su reaparición ha sido progresiva y probablemente ha contado con ayuda profesional, no solo emocional, también en comunicación. Por último, creo que ha habido una aceptación personal de su rol institucional. Antes podía sentirse abrumada; ahora, hay menos conflicto interno entre quién es y lo que representa".
En cuanto al cambio de su vestuario, hemos consultado a Duduyemi Afuye, coach de autoconcepto y transpersonal, y experta en colorimetría. "Cuando alguien hace uso de vestuario natural en tonos neutros y prendas básicas es que,quiere transmitir templaza, confiabilidad y sencillez. Eso es lo que hacía antes Charlène. Ahora, con su cambio por vestidos de flores y colores fuertes envía una idea de creatividad, y le invita a ser más atractativa, más vista", nos explica.
"Ella ha pasado de la sencillez y templanza a un estilo más rompedor, con colores más vibrantes. Eso nos transmite más frescura y nuevas ideas", explica Duduyemi, quien considera que es un cambio significativo.
Durante años, Charlène de Mónaco ha sido conocida como la princesa triste. Su gesto serio, su tímida presencia en actos oficiales y, sobre todo, aquellas lágrimas en el día de su boda con el príncipe Alberto, alimentaron infinidad de titulares y teorías sobre una relación marcada por la distancia emocional. Las especulaciones alcanzaron su punto álgido en 2021, cuando la princesa pasó más de seis meses en Sudáfrica por una grave infección ORL que le impedía volar. A su regreso, ingresó en una clínica en Suiza para recuperarse física y emocionalmente, lo que avivó aún más los rumores de crisis en el principado.