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Sara Netanyahu, esposa del primer ministro: temperamental, caprichosa y ¿peligrosa?
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POLÉMICA PRIMERA DAMA

Sara Netanyahu, esposa del primer ministro: temperamental, caprichosa y ¿peligrosa?

A la esposa del primer ministro de Israel le rodea la polémica. La última tiene que ver con un episodio que ha vivido al quedar atrapada en una peluquería durante una manifestación

Foto: Sara y Benjamin Netanyahu, en una imagen de archivo. (EFE/Abir Sultan)
Sara y Benjamin Netanyahu, en una imagen de archivo. (EFE/Abir Sultan)

Sara Netanyahu, esposa del primer ministro israelí más longevo, Benjamin Netanyahu, ocupa titulares y espacio informativo y de cotilleo en Israel desde el principio de su vida pública, en los años noventa del siglo pasado, paralela a la carrera política de su marido. Ha sido objetivo, junto con él, de acusaciones de corrupción y mala gestión de fondos públicos, además de alguna otra cuestión.

Foto: Jacinta Ardern, en el momento de anunciar su dimisión. (Getty/Kerry Marshall)

Se dice de Sara, cuya imagen ha sido y es 'memificada' y parodiada, con su cabello rubio siempre recién retocado y rostro maquillado, que en la residencia del primer ministro es en realidad ella quien toma las decisiones; desde quiénes deben ser los candidatos parlamentarios del partido que encabeza Netanyahu, el Likud, hasta quién será el próximo director de la agencia de inteligencia exterior, conocida como Mosad (que significa ‘institución’ en hebreo).

placeholder Sara Netanyahu. (Reuters/Pool/Abil Sultan)
Sara Netanyahu. (Reuters/Pool/Abil Sultan)

Su mayor defensor, su marido, repite que se trata de una caza de brujas de los medios de comunicación. “Si alguien ha sido degradado, si le ha ido mal, ha perdido su puesto, ¡metámonos con Sara!”, ha dicho Netanyahu, de diferentes maneras, en múltiples ocasiones, puesto que ella dedica toda su energía a ayudar a los más necesitados y no a las decisiones políticas, insiste.

“Yo creo que lo que disgusta al público israelí es que ella aparece con Bibi en todo (Bibi es el apelativo de Netanyahu, cariñoso y no cariñoso)”, dice Rajel Leghziel, analista política. “Lo acompaña en sus viajes profesionales y hay quien dice que todo pasa por ella. Casi siempre, cuando Bibi dice algo oficial, empieza diciendo: 'Mi esposa Sara y yo’”. Es decir, que ocupa mucho espacio.

Aristocracia intelectual israelí

Sara nació en 1958 en la ciudad de Tivón, al norte de Israel, cerca de Haifa. Su padre, Shmuel Ben Artzi, era un conocido escritor y educador. Ella estudió Psicología una vez licenciada del ejército y estuvo casada con un miembro de un kibutz (comunidad agraria judía) entre 1980 y 1987. Conoció a Netanyahu cuando trabajaba como azafata de las líneas aéreas nacionales ElAl, tras su divorcio.

Se casaron en 1991 (es la tercera esposa de Netanyahu) y tuvieron dos hijos: Yair, el mayor, quien se ha hecho conocido por defender a sus padres ante las críticas con tuits incendiarios y vejatorios de los que a veces se arrepiente, otras borra, pero en su mayoría abandera sin vergüenza; y Avner, que se mantiene alejado de la vida pública y de quien sus padres, siempre que pueden, traen a colación que fue campeón del Concurso Nacional de Biblia en 2010, un campeonato que enorgullece a cierta aristocracia intelectual israelí (en la página web de los Netanyahu se indica que Matanya, el hermano mayor de Sara, es catedrático de matemáticas, Hagi es doctor en filosofía y Amatzia es emprendedor de high-tech, así como que todos ellos fueron campeones del Concurso de Biblia).

En la actualidad, Sara reparte su tiempo en labores de consorte del mandatario del país, con sus viajes, apariciones públicas, reuniones, cenas y demás, pero también tiene una oficina en el Servicio Municipal de Psicología del Ayuntamiento de Jerusalén. No se sabe a ciencia cierta cuánto la utiliza.

En años recientes, además de ser acusada de fraude junto con Netanyahu (él, por presuntamente haber aceptado regalos de miles de euros a cambio de favores, sobre todo puros; los regalos que exigía Sara, según los informes, eran champán rosa y joyas), también se ha sentado en el banquillo de los acusados por demandas de maltrato por parte de exempleados. Algunos diarios comenzaron a apodarla la María Antonieta de Israel, aludiendo a sus dispendios, complejo de superioridad y desvaríos.

En 2017 fue sentenciada a pagar miles de euros en daños y perjuicios por una disputa con dos extrabajadores domésticos que la acusaron de acoso verbal y físico. Hay, además, un tercer caso, y poco después se filtró a la prensa un audio en el que se oía a una furiosísima Sara regañando al relaciones públicas de la familia por no haber enfatizado en una columna de cotilleo su preparación académica como psicóloga: “¡¡Carrera y máster!!”, se desgañitaba Sara. Y todo el país lo escuchó en los telediarios.

“La verdad que escuchar esas grabaciones en los informativos fue algo que me dio mucha vergüenza ajena, si bien Sara me cae fatal”, dijo Nurit Yoram, una programadora que vive en Tel Aviv. “Era morboso escucharla fuera de sí por algo tan miserable y luego pensé que vale, todo el mundo se cabrea en algún momento y dice cosas inapropiadas, pero en el caso de esta señora debe ser algo estructural, muy de cómo es ella siempre, porque desde hace décadas han salido cuidadoras, limpiadores y todo tipo de personal de servicio contando historias de miedo sobre ella”.

En aquel momento, su marido salió a defenderla en Facebook diciendo: “Todo el mundo se enfada de vez en cuando y dice palabras en las que no cree”.

María Antonieta, Eva Perón y la ropa sucia

“En realidad no es ni Eva Perón ni María Antonieta. La primera era del pueblo de veras y la segunda era una aristócrata, y esta es una chica normalita y prepotente, no más”, explica Alberto Spektorowski, profesor de ciencias políticas de la Universidad de Tel Aviv. “Pero, ¿sabes? Creo que Netanayhu, dentro de todo lo suyo, es más normal que ella, y él es un caso grave...”.

placeholder Sara y Benjamin Netanyahu, en una imagen de archivo. (Reuters/Ammar Awad)
Sara y Benjamin Netanyahu, en una imagen de archivo. (Reuters/Ammar Awad)

El profesor recuerda, sin embargo, un detalle que le enterneció de la pareja: “Son tan burdos en su prepotencia que hasta los terminé queriendo; cuando contaron que iban en viaje oficial a la Casablanca y de paso llevaban la ropa sucia para lavarla allí… (risas) Es tan burdo que no entra en los cánones de aristócrata ni de plebella, sino de clase media baja sin clase. Cutre. Si no fuera por todo el mal que hacen, les daría un abrazo”.

Para entender por qué Sara Netanyahu tiene defensores, más allá de su marido y su hijo, la socióloga Batia Siebzehner, de la Universidad Hebrea de Jerusalén, explica que en gran parte del electorado el apoyo a Bibi es más emocional que racional. “Sin embargo, la mayor parte de la población es muy crítica con ella porque interfiere demasiado en las cuestiones relacionadas con el Gobierno, y lo digo porque lo sé de fuentes fidedignas, de gente que ha estado en reuniones con Netanyahu y ella y que no han querido seguir hablando de cuestiones políticas y de seguridad mientras ella estuviera allí”, enfatiza la socióloga, recalcando que Sara no fue elegida para gobernar.

Se rumorea (pero mucho) que el dominio que mantiene Sara sobre su marido se sustenta en un acuerdo firmado entre ambos frente a abogado, y todo después de que Netanyahu tuviera una relación extramatrimonial (esto no es un rumor, él lo confesó públicamente en 1993 después de que lo amenazaran con exponer sus actos en grabaciones de vídeo) por el que Sara no soltaría prenda de cosas de él que solo podemos imaginar y por el que su marido está obligado a llevarla a todos los viajes que realice que incluyan pernoctar, además de otros extremos.

“No se sabe si es cierto lo del acuerdo secreto entre ellos, pero parece que sí. De nuevo me remito a fuentes fidedignas, pero es evidente que ella tiene un claro dominio sobre él y que, en ocasiones, su salud mental se ha resquebrajado”, dice la socióloga. “También está claro que él la escucha mucho y que forman una simbiosis de algún tipo”, agrega.

“Salvar la vida a Sara”

En los últimos meses, la ciudadanía israelí se está manifestando en números nunca vistos en el país contra importantes cambios en el poder judicial que la coalición de Gobierno de Netanyahu, la más extremista a la derecha que ha habido en el país, está emprendiendo. Los días fijos de disrupciones, paros y protestas callejeras son los sábados por la noche y los jueves.

placeholder Sara y Benjamin Netanyahu, en una imagen de archivo. (Reuters/Ronen Zvulun)
Sara y Benjamin Netanyahu, en una imagen de archivo. (Reuters/Ronen Zvulun)

Hace unos días, el jueves 2 de marzo, los manifestantes en Tel Aviv se congregaban en diferentes puntos de la ciudad. En un momento dado comenzó a circular una foto por WhatsApp en la que se veía a la esposa del primer ministro en una peluquería en la plaza más pija de la ciudad. Hacia allí se encaminaron algunos manifestantes. Algunos proferían “el país se cae, Sara está en la peluquería”. La plaza, llamada kikar Hamedina (plaza del país), fue invadida por un batallón de la Policía fronteriza a pie, bicicleta y a caballo. Había sido enviado por el ministro de Seguridad Nacional, Itamar Ben Gvir, para “salvar la vida” de la esposa del primer ministro en la peluquería Moshe and Laloosh.

Testigos que hablaron con el diario 'Haaretz' señalaron que en realidad no había una marabunta dispuesta a guillotinar a María Antonieta (perdón, agredir a Sara Netanyahu), sino unos cuantos manifestantes que mantenían la distancia de la peluquería y, sí, protestaban a gritos.

El rescate duró más de dos horas y sucedió durante los informativos de la noche. No se sabe muy bien por qué se tardó tanto en sacarla de la peluquería de Moshe, quien suele ir a la residencia del primer ministro, en Jerusalén, a tratar el cabello de Sara, pero se especula que puede haber sido para darle mayor emoción a los acontecimientos o para asegurar que el rubio de Sara fuera el buscado, según las periodistas Allison Kaplan Sommer y Dina Kraft, de 'Haaretz'.

Una vez rescatada de lo que el primer ministro y Ben Gvir llaman “anarquistas”, Sara fue recibida con un caluroso abrazo de su marido, con foto y siguiente frase: “Mi amada esposa Sara, estoy tan contento de que estés en casa a salvo e ilesa. Esta anarquía tiene que parar, costará vidas”.

“Netanyahu es un experto en medios de comunicación”, recuerda la socióloga Batia Siebzehner, “y lo de la peluquería tiene toda la pinta de ser un montaje”.

Sara Netanyahu, esposa del primer ministro israelí más longevo, Benjamin Netanyahu, ocupa titulares y espacio informativo y de cotilleo en Israel desde el principio de su vida pública, en los años noventa del siglo pasado, paralela a la carrera política de su marido. Ha sido objetivo, junto con él, de acusaciones de corrupción y mala gestión de fondos públicos, además de alguna otra cuestión.

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