¿Cuál es la mejor exfoliante? ¿Cómo se usa? Tu piel la necesita ahora y con urgencia
Acabas de llegar de la playa con un bronceado luminoso y perfecto. Si quieres mantenerlo y evitar que la luz desaparezca y la piel tenga un aspecto deshidratado, utiliza una exfoliante
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Seguramente habrás notado que la piel bronceada de tu cuerpo parece más gruesa. Y lo es porque reacciona a la acción de los rayos ultravioleta engrosando la capa córnea (la más superficial) para protegerla. Pero seguro que también te has dado cuenta de que, al dejar de tomar el sol, a tu piel empiezan a pasarle cosas: pierde brillo y empieza a descamarse de manera que el luminoso bronceado se convierte en un marrón macilento y opaco muy poco atractivo. Antes de llegar a esta situación de desastre epidérmico, ármate con una exfoliante, la mejor herramienta para que el bronceado se vaya poco a poco pero con su acabado satinado intacto.
¿Cómo actúan?
Las células de la piel se forman en las capas más profundas, ascienden y mueren en la superficie, pero se quedan ahí y dificultan una hidratación correcta. Dice Silvia Oliete, directora del centro Blauceldona, de Barcelona, que “al exfoliar la piel, retiramos las células muertas y oxigenamos el poro. Eso nos permite hidratarla en profundidad y tener siempre una piel más bonita y brillante”.
¿Cuál es la mejor exfoliante?
A Silvia le encantan “las fórmulas en gel o crema con bolitas exfoliantes porque son muy bien aceptadas por la piel y la exfolian muy uniformemente”. Pero hay expertos, como la facialista de Naomi Watts, por ejemplo, que recomienda la exfoliación diaria en seco con un cepillo o guante de crin, en su opinión, un método mucho más respetuoso con la piel. Y, por último, hay incondicionales de los scrubs, las sensuales fórmulas de sales o microcristales en aceite aromatizadas con notas de hierbas.
¿Cómo se utilizan?
Los guantes o cepillos se aplican sobre la piel seca en movimientos circulares lo suficientemente intensos como para enrojecerla y estimular la circulación sanguínea, pero no tanto como para irritarla. En cuanto a las exfoliantes cosméticas, Silvia Oliete aconseja también “aplicarlos en seco realizando un ligero masaje para retirarlo a continuación con agua aplicada suavemente, no en forma de chorro”. El masaje es importante porque estimula la circulación y facilita el drenaje, dos de las ventajas añadidas de cualquier exfoliante.
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Elige la opción que más te va:
• Exfoliante de efecto energizante, con jengibre y menta.
• Cepillo de cerdas naturales para llegar a cualquier zona del cuerpo. De Beter (5,65 €).
• Exfoliante corporal con micropartículas de ácido salicílico y zinc.
• Para la delicada piel del escote, Enzyme Peel, de Verso (90 €).
• Con sales de Bali, Purifying Sea Salt Scrub, de la línea Ritual of Banyu, de Rituals (19,50 €)
• Una exfoliante que retira células muertas y, a la vez, hidrata. Soy Milk & Honey Body Polish, de Kiehl’s (37 €).
Y para terminar...
El principal inconveniente de la exfoliación es que puede alterar el equilibrio del manto hidrolipídico de la piel, es decir: con las células muertas, el producto se lleva a veces parte de los aceites y del agua que conforman esa película que la recubre. “Una crema altamente hidratante es imprescindible después de exfoliar. Por un lado, para restaurar ese equilibrio; por otro, porque la piel absorbe mucho mejor los nutrientes de la crema”, señala Silvia.
Seguramente habrás notado que la piel bronceada de tu cuerpo parece más gruesa. Y lo es porque reacciona a la acción de los rayos ultravioleta engrosando la capa córnea (la más superficial) para protegerla. Pero seguro que también te has dado cuenta de que, al dejar de tomar el sol, a tu piel empiezan a pasarle cosas: pierde brillo y empieza a descamarse de manera que el luminoso bronceado se convierte en un marrón macilento y opaco muy poco atractivo. Antes de llegar a esta situación de desastre epidérmico, ármate con una exfoliante, la mejor herramienta para que el bronceado se vaya poco a poco pero con su acabado satinado intacto.