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Todas las preguntas sobre el futuro de la moda que no te atreviste a hacer
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CUESTIONARIO FASHIONISTA

Todas las preguntas sobre el futuro de la moda que no te atreviste a hacer

Respondemos a algunas de las cuestiones más habituales en plena pandemia para saber cómo será el futuro de la moda

Foto: Chanel. (EFE)
Chanel. (EFE)

El coronavirus ha logrado cambiar por completo el calendario de la industria de la moda y está haciendo que sus miembros se replanteen con premura la pertinencia de su ajetreado ritmo. Por si fuera poco, ha conseguido que hayamos visto a Anna Wintour en chándal y que Naomi Campbell se haya convertido en la entrevistadora más cool de los personajes fashion del momento. También ha logrado que Marc Jacobs se haya transformado en nuestro influencer fetiche en plena pandemia, pero el covid-19 va a ir más allá para cambiar la moda y transformar la forma en la que nos enfrentamos a la industria.

¿Va a cambiar la forma en la que compramos ?

La moda sostenible ya parecía estar implantándose antes de la pandemia, pero indudablemente ha sido el coronavirus el responsable de que la sostenibilidad se asiente de forma definitiva. Parecía que las generaciones más jóvenes iban a salvar la industria del lujo, pero ya en China estamos viendo que del mismo modo que ocurre en el resto del planeta, la incertidumbre laboral azota a los millennials y a la generación Z, por lo que la tendencia será comprar menos productos pero buscando una mayor calidad.

Los compradores celebran las marcas que han tenido mensajes positivos durante la pandemia y aquellas cuya transparencia haya sido más positiva. También aplauden a las firmas que ofrecen algo diferente, desde diseños distintos hasta un objetivo solidario. En definitiva, las tendencias van a perder fuerza frente al corazón.

¿Qué va a ser de las tiendas pequeñas?

El fast fashion comienza a hastiar a los millennials, cansados de tener que ignorar cada vez que compran un jersey de 15,95 € las condiciones laborales que se esconden tras esa compra.

El coronavirus podría ser el armagedón del retail, y la muerte de las compras impulsivas, esas que definen en muchas ocasiones el ‘shopping spree’ en el que nos sumimos cuando nos encontramos en la web de una tienda low cost y comenzamos a presionar el botón de compra de forma completamente impulsiva incentivados por los bajos precios -no por nuestras necesidades reales-, hace que el fast fashion viva un momento complicado. Apoyar el pequeño negocio se está convirtiendo en la mejor apuesta de los amantes de la moda más jóvenes, que han encontrado en tiendas como Rughara, donde en estos momentos hay que pedir cita para poder visitar su ensoñadora tienda -aunque su página web está más activa que nunca-, un nuevo paraíso fashionista.

Este es el momento en el que muchos se han dado cuenta de que por un lado están las firmas de lujo con sus precios abusivos, y por otro, las firmas fast fashion con sus sistemas de negocio poco sostenibles. Es ahí donde, en el medio, los pequeños diseñadores y las marcas artesanales podrán cobrar fuerza.

¿Es este el fin de las semanas de la moda?

placeholder Bella Hadid, con los diseñadores Fernando García y Laura Kim, de Oscar de la Renta (EFE)
Bella Hadid, con los diseñadores Fernando García y Laura Kim, de Oscar de la Renta (EFE)

Ahora que Londres y Shanghái se suman al mundo digital y que las fashion weeks parisinas e italianas hacen lo propio, cada vez son más los que dudan que en septiembre los desfiles, tal y como los conocemos, puedan tener lugar. Sin embargo, el auge digital promoverá relaciones más profundas con los compradores. Cuando la pandemia termine, las marcas abandonarán ese maximalismo por el que habían apostado (en los desfiles la escenografía era tan importante como los diseños) y bucearán en el ADN y en el storytelling de la marca.

La relación entre las firmas y los consumidores será más estrecha, y en un momento en el que los abrazos están prohibidos, la moda querrá abrazarnos con su historia.

¿Caben los influencers en la nueva normalidad?

Desde luego, pero desde un ángulo diferente. Estamos cansados del conocido como 'smugsolation', la sotentación de la vida privilegiada en la que algunos influencers y celebridades han caído, y ahora se premia la autenticidad. Influencers en chándal y sin maquillaje se han convertido en las máximas de las redes sociales, donde ahora no se exige a las instagramers simplemente posar con sus mejores looks, sino entretener.

Por eso han sido muchas las influencers que durante la cuarentena han asumido retos y han hecho todo tipo de actividades, desde cocinar ante las cámaras hasta entrenar en directo, para sentirse unidos a su comunidad. La clave para su supervivencia después será que sepan equilibrar el aura aspiracional con la cercanía.

El coronavirus ha logrado cambiar por completo el calendario de la industria de la moda y está haciendo que sus miembros se replanteen con premura la pertinencia de su ajetreado ritmo. Por si fuera poco, ha conseguido que hayamos visto a Anna Wintour en chándal y que Naomi Campbell se haya convertido en la entrevistadora más cool de los personajes fashion del momento. También ha logrado que Marc Jacobs se haya transformado en nuestro influencer fetiche en plena pandemia, pero el covid-19 va a ir más allá para cambiar la moda y transformar la forma en la que nos enfrentamos a la industria.

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