Los looks del debate: uniformidad de estilo para disconformidad de ideas
Analizamos los estilismos de la gran noche televisiva de los candidatos a la presidencia de la Comunidad de Madrid
Si algo hemos aprendido a lo largo del último año es la importancia que la moda tiene en la política y que, lejos de ser el epítome de la frivolidad, sirve para mandar mensajes y funcionar como una herramienta de ajuste percibido destinado a generar coherencia entre lo que se dice y lo que se hace. Por ello, del debate de anoche tenemos mucho que comentar en materia de estilo. Para comenzar, porque queda claro que, a la hora de idear un look para una cita tan importante, resulta esencial no quedarse en conceptos básicos. Es cierto que antes funcionaba el juego de colores como herramienta para comunicar mensajes, pero ha sido una estrategia tan repetida que corremos el riesgo de, en el caso de no arriesgar en nuestras elecciones (algo habitual en la política), terminemos llevando un look demasiado parecido al de la oposición... Y eso fue lo que sucedió anoche.
Isabel Díaz Ayuso y Mónica García, candidatas del PP y Más Madrid a la presidencia de la Comunidad de Madrid, coincidieron al elegir tops blancos y chaquetas blazer rojas para emular el juego de colores de la bandera de Madrid. Teniendo en cuenta que en televisión el plano medio es el que prima, ambas parecían ataviadas con un uniforme y por ello fueron despojadas del significado que intentaron conferir a sus looks y a sus colores.
Tampoco ayudó el que María Rey, encargada de moderar el debate, también eligiera una chaqueta roja, que en su caso formaba parte de un traje completo. Por su parte, Rocío Monasterio elegía una también una camisa blanca y una blazer morado, un color que se asocia a Podemos y al feminismo y que en la política americana se vincula a la izquierda, por lo que ha sorprendido el que haya sido el elegido por Monasterio. Resulta impensable que ningún asesor de imagen le advirtiera antes de lo incoherente que resulta elegir una tonalidad con vinculaciones idelógicas tan arraigadas.
Mientras que la chaqueta de María Rey estaba perfectamente entallada gracias a su cierre asimétrico, la de Mónica García resultaba la más casual de la noche. Carente de silueta, fue la única que prefirió no arremangar su blazer, a juego con sus pantalones rojos de corte recto.
Llevó una mascarilla quirúrgica, un gesto que la asesora de imagen Marta Pontnou considera “un mensaje de dejadez y pasotismo” en el mundo de la política. Ayuso sí dejaba ver sus muñecas, donde atisbamos su pulsera con la bandera de España.
La política apostó por pantalón de talle alto negro y una chaqueta blazer sin solapas. Monasterio eligió una americana con marcadas hombreras y un top de escote redondeado, el look más juvenil de la velada.
En cuanto a los candidatos masculinos, cabe destacar que 'el efecto Iglesias' se ha hecho con la política, pues tan solo Ángel Gabilondo ha elegido una corbata para el debate. El socialista ha escogido, eso sí, una corbata granate para simbolizar a su partido, apostando por ello por un look similar al del presentador, Jon Ariztimuño.
Por su parte, Pablo Iglesias, líder de Podemos, no nos ha sorprendido al apostar por un clásico de su armario compuesto por jeans, camisa blanca, americana azul y su característico 'man bun'. Edmundo Bal, de Ciudadanos, sorprendió a su llegada, en moto y con cazadora de cuero.
En un intento por reforzar el mensaje de centro que repitió en el debate, se despojó de corbatas y apostó, como Iglesias, por camisa azulada y blazer. Su mascarilla, naranja fue la encargada de portar el color de su partido, mientras que Ayuso elegía un diseño blanco con la bandera de la Comunidad de Madrid.
Si algo hemos aprendido a lo largo del último año es la importancia que la moda tiene en la política y que, lejos de ser el epítome de la frivolidad, sirve para mandar mensajes y funcionar como una herramienta de ajuste percibido destinado a generar coherencia entre lo que se dice y lo que se hace. Por ello, del debate de anoche tenemos mucho que comentar en materia de estilo. Para comenzar, porque queda claro que, a la hora de idear un look para una cita tan importante, resulta esencial no quedarse en conceptos básicos. Es cierto que antes funcionaba el juego de colores como herramienta para comunicar mensajes, pero ha sido una estrategia tan repetida que corremos el riesgo de, en el caso de no arriesgar en nuestras elecciones (algo habitual en la política), terminemos llevando un look demasiado parecido al de la oposición... Y eso fue lo que sucedió anoche.