Blanca Miró: "No soy la prescriptora más comercial, pero mis looks son divertidos"

A sus 29 años, Blanca Miró no tiene techo. Comenzó su carrera en la industria de la moda sin pretensiones y hoy, gracias a una personalidad de estilo arrolladora y a una filosofía de vida y de trabajo particular, lidera varios campos. El street style con sus extravagantes looks, los armarios de cientos de mujeres con las prendas de La Veste y los mejores front rows con su implacable presencia.

Una singular forma de interpretar la moda que derrocha atuendo a atuendo y que, junto a su perfil de mujer polivalente (es emprendedora, diseñadora, consultora y ahora también curadora de arte), le han servido a esta catalana para asegurarse un puesto fijo entre las superestrellas del sector. Para los fanáticos de la moda, Blanca Miró no necesita presentaciones y esta entrevista para Vanitatis les resultará un deleite, unos párrafos para conocerla mejor. Para el resto, los que hasta ahora no habían oído hablar de ella, será la oportunidad de sumergirse en su universo donde, advertencia en clave fashion, todo es posible.

"Desde que empecé, he huido de las tendencias. Siempre he intentado ir a mi bola y con cada look crear mi propio mundo. Si mis estilismos tienen éxito es porque a la gente le gusta ver cosas diferentes", explica la empresaria. Semana de la moda que arranca, semana de la moda que cuenta con ella en su cartel. De París a Milán, pasando por Copenhague. Las marcas de lujo se la rifan y ninguna quiere dejar escapar la oportunidad de que Miró luzca sus piezas. "Mi estilo no es el más comercial, pero mis looks son divertidos. Tengo un lema: jugar con la moda. Me gusta crear mezclas imposibles y divertirme, siempre buscando un equilibrio lógico a través de los básicos".

Una relevancia en la industria que traspasa fronteras. Este icono de estilo 'made in Spain' también es el ojito derecho de firmas ajenas a la moda. Precisamente, su último proyecto con Chandon Garden Spritz, un vino espumoso de la familia de LVMH, es la excusa para este encuentro. "Hasta ahora no me había lanzado a colaborar con ninguna marca de alcohol hasta que llegó Chandon y me propuso la idea de levantar un jardín secreto en Madrid. Más que ser su imagen, tenía que construir un evento desde cero, fusionando mi visión del arte y la decoración con la filosofía de la firma, ambos mundos en un todo". Blanca habla del Chandon Secret Garden, un mercado pop-up ubicado en los jardines del museo Lázaro Galdiano que abrirá sus puertas al público el próximo 21 de abril con ella como comisaria y con su esencia expuesta por cada rincón.

Una pasión complementaria y en línea a la que siente por la moda, nos referimos a la decoración, que la creadora de contenido digital ha heredado de su madre, la prestigiosa interiorista Rosarietta Scrimieri. "Desde pequeña he visto como mi madre invitaba amigos a casa y se tomaba su tiempo para montar la mesa con una temática diferente en cada ocasión. El arte de recibir es uno de los mejores legados que he acogido de ella". Un arte que postea en À table! by Blanca, una cuenta de Instagram donde expone al público sus propios montajes de mesas y da rienda a su imaginación.

Con la ausencia de su padre, el diseñador de coches antiguos Carlos Miró, fallecido en 2017, la figura de su madre ha sido clave en su vida. Tanto es así que, el día de su boda con el empresario tecnológico Javier Fondevila, fue Rosarietta quién acompañó de la mano a Blanca hasta el altar. "Cuando maduré y me hice mayor, mi madre se convirtió en mi mejor amiga. Compartimos absolutamente todo y estamos en contacto las 24 horas. Tenemos los mismos gustos, ella se dedica al interiorismo, pero ama la moda, y yo, al contrario. Hasta nos prestamos la ropa, yo le quito sus piezas antiguas y ella a mí las nuevas".

Entre los hitos empresariales de Blanca Miró destacan La Veste, una firma de ropa que ha hecho del estampado vichy y de los colores pastel sus señas de identidad, con línea 'deco' para el hogar, y la marca de gafas DeLarge. Ninguna de las dos fue el primer negocio relacionado con el mundo de la moda que montó y del que hoy hemos sabido que se ha desvinculado: Vasquiat, el marketplace digital de moda de lujo que fundó en 2018 junto a Rafa Blanc: "Hace un tiempo sentí que iba un poco sobrepasada y que no tenía tiempo para ponerle foco a los proyectos que me necesitaban al 100%, así que tomé la decisión de abandonar mi rol ejecutivo en esta plataforma. Mantengo mis acciones, pero ellos ya vuelan solos".

Sin pretensiones, un ritmo de vida tranquilo -"me estresa marcarme objetivos, soy una persona que funciono bien cuando trabajo sobre la marcha"- y un carácter alegre, la catalana ha tocado la cima. "El secreto para alcanzar el éxito es no forzarlo, al final llega". Un ejemplo claro es el caso de La Veste. "Cuando María de la Orden (su socia y amiga inseparable) y yo hablamos de montar la marca, jamás imaginamos que iba a convertirse en una empresa tan seria y que, con el paso del tiempo, terminaría siendo algo de nuestro día a día", confiesa.

En el universo Miró, es indudable que las redes sociales y en especial Instagram, donde acumula un ejército de 622.000 followers, juegan un papel determinante. "Intento no exponer en exceso mi vida privada, ni obsesionarme con postear continuamente. Las redes son un elemento vital en mi faceta profesional, pero no quiero que afecten a mi salud mental. La presión está ahí, aunque también pienso que si no subo nada a Instagram no se va a parar el mundo, no soy tan importante".

No es esa la cara menos amable del pluriempleo que la catalana mantiene como creadora de contenido digital y empresaria: "Para mí lo peor es querer estar en todo y darte cuenta de que físicamente es imposible. En esos casos, soy víctima del 'fomo', ese miedo de no estar, de no poder controlar cada evento y perdérmelo, pero hay que asumir que unas veces se puede y otras no". En la cara inversa de la moneda, lo mejor: "Las experiencias que vivo, los viajes y toda la gente que conozco. Me interesan en especial las personas que están detrás de cada proyecto, los profesionales que no son protagonistas".

No podemos terminar la conversación con Blanca sin recordar su boda, todo un fenómeno viral que tuvo lugar el pasado verano en Menorca, y preguntarle si volverá a ponerse los vestidos de novia, uno de Dior y otro de Paco Rabanne, que escogió y llevó: "Son diseños de archivo y tal cual los usé, tuve que devolverlos. Eran vestidos de exposición y eso me encanta. No es lo mismo que los complementos (hace poco apareció en el desfile de Dior en la India calzando las botas joya de su enlace), que los he vuelto a lucir, y aunque no están en mi poder, no me pondría ninguno de los trajes otra vez porque me llevarían a ese momento y fue un día único".