La curiosa historia de la camiseta de rayas bicolor, una prenda de los marineros de la Armada Francesa

Coco Chanel convertía en elegancia todo lo que tocaba. Ocurrió con el tweed, ese rudo tejido escocés de la vestimenta masculina que transformó en quintaesencia de la elegancia y sofisticación en sus revolucionarios trajes de chaqueta y falda. Y ocurrió cuando en 1913 abrió su primera boutique en la encantadora localidad de Deauville, un selecto lugar de veraneo.

Allí fue como donde cayó rendida a los (aparentemente escasos) encantos de las camisetas a rayas bicolor que formaban parte del uniforme de los marineros de la Armada Francesa del siglo XIX. El número exacto de rayas en su diseño era anunciado oficialmente en 1858 por el Boletín Oficial de la Armada: “21 franjas blancas de 20 mm de ancho y 20 o 21 franjas azules de 10 mm de ancho”. Para las mangas, la obligación era de “15 franjas blancas y 14 o 15 franjas azules”.

Mademoiselle Chanel hizo una brillante 'reapropiación' de esta humilde prenda a la que nadie hasta entonces le había dado ningún valor. Pero el genio de la couturier francesa era único. Y consiguió logros improbables como que una sencilla camiseta marinera, que también llevaban los pescadores que faenaban en las condiciones más adversas, llegara a ser parte fundamental del universalmente admirado chic 'parisien'. A saber: pantalones oscuros, camiseta de rayas y bailarinas. Tres piezas, y ni una más, que logran reproducir la elegancia fácil y natural –o effortless– que caracteriza el estilo francés y, en concreto, el parisino.

La camiseta de rayas, un éxito también en el cine y el arte

Chanel quiso liberar a la mujer de las ataduras y limitaciones tanto sociales como estilísticas, y con la camiseta marinera consiguió, además, escandalizar. Una vez más y como a ella le gustaba. Pocos veían con buenos ojos que una prenda masculina pudiera ser llevada por una mujer, y menos si se trataba de una camiseta usada como uniforme del humilde gremio de los marineros.

Pero ella simbolizó en primera persona la rebeldía que suponía para una mujer llevar una camiseta marinera: la lucía con frecuencia, cortándole el largo y metiéndola por dentro de sus pantalones de pierna ancha y aire masculino. Poco a poco, esta prenda se fue consolidando como diseño claramente vinculado a la elegancia e, incluso, a la intelectualidad y el arte. Entre los años 40 y las 70, actrices y divas del cine como Katharine Hepburn, Brigitte Bardot, Audrey Hepburn o Liz Taylor la lucieron en la gran pantalla.

Ya en los 80 y los 90 del siglo pasado, la exmodelo y mejor representante del chic francés, Ines de la Fressange, la normalizó como pieza clave de los looks urbanos más elegantes. Al igual que la actriz y cantante Charlotte Gainsbourg, que había heredado el estilo y también la pasión por la marinière de su madre, Jane Birkin.

Pero había más. La camiseta a rayas marinera se coló también en la vestimenta más icónica del pintor español más universal de todos los tiempos: Pablo Picasso. Su íntima vinculación con Francia le llevó a enamorarse de esta prenda de indiscutible aire mediterráneo y que lucía con frecuencia dotándola de un tinte intelectual como pocas. Hoy, pensar en la imagen del autor del 'Guernica' es imaginarlo, inevitablemente, con la camiseta de rayas.

Jean Paul Gaultier y su camiseta de rayas

En 1995 se presentó uno de los perfumes más vendidos y populares de la historia: Le Male, de Jean Paul Gaultier. El francés, artífice del mítico corsé dorado del Blond Ambition de Madonna y uno de los diseñadores más importantes de los 90, ya era conocido por su exitosa reinvención de la marinière. Incorporaba su icónico print de rayas bicolor en todo tipo de prendas, incluidos sofisticados vestidos con plumas y paillettes que lucía hasta la princesa Carolina de Mónaco.

Pero el perfume Le Male, y todas sus sucesivas versiones, se convirtió en un bestseller gracias, en parte, a su envase 'ultracool': un torso vestido, cómo no, con la camiseta de rayas marineras. Hoy, la firma Jean Paul Gaultier, propiedad del grupo Puig, sigue ofreciendo su clásica e icónica camiseta marinière. Un lujo para las más nostálgicas.