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Mundaka, por qué tienes que ir a este paraíso del surf aunque aún no sea verano
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PUEBLOS CON ENCANTO

Mundaka, por qué tienes que ir a este paraíso del surf aunque aún no sea verano

No hay que perderse un pueblo que es famoso por su ola izquierda y que, para colmo, está en plena Reserva de la Biosfera de Urdaibai, con ermita, atalaya, biblioteca y casino de leyenda

Foto: Mundaka es pura y maravillosa naturaleza. (Cortesía Euskadi Turismo)
Mundaka es pura y maravillosa naturaleza. (Cortesía Euskadi Turismo)

Un pueblo conocido por su ola izquierda tiene que tener lo suyo. Y la verdad es que la imagen del mar levantándose frente al casco histórico de Mundaka es francamente espectacular, de las que no se olvidan, como le ocurre al cercano San Juan de Gaztelugatxe, que fue isla y ahora es península en Bermeo, mágico donde los haya. En fin, que este paraíso del surf vizcaíno es una golosina para los viajeros buscadores de tesoros. Casas de colores, puerto típico del Cantábrico, lugares naturales bellísimos, miradores de alucinar, edificios emblemáticos y lamias, esos seres de la mitología vasca que son mitad mujer, mitad animal (un poquito de folclore), lubina y txakoli. Ya te decíamos que no todo en Mundaka es surf.

Urdaibai, maravillosa naturaleza

Si ya tienes fichado Bermeo, esa villa tradicional marinera que fue en tiempos capital de Vizcaya, casi nada, solo tienes que desviarte hacia el oriente para ir a dar con Mundaka, que es donde el río Oka, que nace en el monte Oiz, se transforma en ría creando unas imponentes marismas, que forman parte de la Reserva de la Biosfera de Urdaibai, que deberías ver en bajamar y en pleamar. Por cierto, es el hábitat del águila pescadora, el avetoro y la espátula. Te lo contarán todo en el imprescindible Urdaibai Bird Center, que se define como un “museo vivo de la naturaleza”. Toda una fiesta para las aves en este remanso del Golfo de Vizcaya. Sí, otra costa es posible.

Con unas playas paradisiacas y bellas vistas

Urdaibai tiene marismas y tiene playas. Ahí está la de Laida, que cambia de forma y de tamaño constantemente, lo que la hace muy singular, o la de Laga bajo el peñón de Ogoño, con fama de paraíso. Y ojo también con los miradores naturales a los que es un pecado no asomarse: el del ya citado Ogoño y los que ofrecen las ermitas de San Pedro de Atxarre en Ibarrangelu y San Miguel de Ereñozar en Ereño. La belleza es sublime. Es el territorio en el que se enmarca esta villa surfera que vive alrededor del puerto, a los pies del alto de Betrocol y el monte Katillotxu (337 metros). Para bañarse en Mundaka está Laidatxu, al abrigo del viento del norte, la zona de Txorrokopunta o la pequeña cala de Ondartzape.

No solo mar y marismas

Mundaka es marinero por demás, y ahora también surfero, y está envuelto en un paisaje excepcional, pero sobresale igualmente por lo soberbio de sus edificios. Desde la biblioteca, un edificio neoclásico que fue antiguo hospital de peregrinos del Camino de Santiago, lonja y matadero, hasta la ermita de Santa Catalina, enclavada en la entrada de la ría, dominándolo todo desde la península que lleva su nombre, rodeada de las murallas de lo que fue un fortín en el XIX; pasando por la iglesia de Santa María, que se alza sobre la fabulosa atalaya que se atreve a dar la espalda al mar; el legendario Casino, que es restaurante, el Palacio de Larrinaga y todo el casco antiguo que se asoma, como le pasa por ejemplo a Cudillero, al puerto, aquí nacen todas sus calles.

Sus miradores, imprescindibles, son los de Portuondo, desde donde se tiene la mejor panorámica de la ría de Mundaka, la atalaya y Santa Catalina. Puntos a observar: el cabo Ogoño y la isla de Izaro. Por si quieres emular la popular 'Desde Santurce a Bilbao vengo por toda la orilla', que sepas que de aquí se coge el sendero que remonta la ría hasta Guernica y Luno. Hazlo por Picasso.

Las lamias, haberlas haylas

Si te va la fantasía, la mitología y demás, adéntrate en la ruta que te llevará desde el centro de Mundaka hasta el monte Katillotxu, desnivel máximo de 130 metros, para bajar después hasta el valle de Lamiaran, donde habitaba un grupo de lamias, según cuenta la tradición (y su propio nombre). La ruta recorre 5,4 km y se hace en dos horas aproximadamente: dirección a la playa de Laidatxu, hasta el camping Portuondo… Pasarás por bonitos caseríos y las ruinas de la ermita de Lamiaran. Si te gusta andar y andar, no te pierdas tampoco la excursión desde Bermeo hasta San Juan de Gaztelugatxe (y sus 241 escalones): 10 km, en 3 horas, desnivel máximo 430 metros.

La ola

Resulta que Mundaka tiene una de las mejores izquierdas del mundo, pero no estamos hablando de boxeo ni nada que se le parezca, sino de olas, o mejor de ola, en singular, que puede alcanzar una longitud de 400 metros -nace en la barra de Mundaka y muere en la playa de Laida- y una altura de 3-4 metros. Su forma de tubo vuelve locos a los surfistas, que acuden en masa sobre todo en otoño e invierno, procedentes de todo el mundo. No todo iba a ser Tarifa. De hecho, aquí hay competiciones internacionales y hasta en nueve ocasiones ha sido sede de pruebas del circuito mundial. Aquí han surfeado Mark Occhilupo o Andy Irons.

placeholder Cabalgando sobre la ola de Mundaka. (Cortesía Mundaka Turismo)
Cabalgando sobre la ola de Mundaka. (Cortesía Mundaka Turismo)

… Y la lubina

Porque tan famosa como la ola izquierda es la lubina, la reina de estos mares, que puede probarse en el Casino, por ejemplo, o en el asador Portuondo, que está sobre la ría y frente a la playa de Laida, y en el que, además de la lubina salvaje del Cantábrico a la brasa, te podrás pedir una sopa de pescado o un arroz con almejas para empezar, el marisco que quieras (changurro, carabinero, quisquillón, langosta…), otros pescados como la merluza o el rodaballo, y de postre una delicia como la compota de peras, higos, orejones, ciruelas y pasas al txakoli con helado de vainilla de Tahití. El pueblo estuvo dedicado a la pesca y al comercio marítimo desde tiempos inmemoriales, pero ya desde finales del siglo XIX la villa se modernizó y encontró en el turismo una importante y nueva fuente de ingresos. Con los 80, además del pelo cardado y las hombreras, llego el surf. Y la ola.

placeholder El hotel Atalaya en pleno centro de Mundaka. (Cortesía)
El hotel Atalaya en pleno centro de Mundaka. (Cortesía)

Un hotelito de estilo inglés o un eco hotel

Este hotel familiar, que presume de edificio de 1911 construido en estilo inglés, está en el parque de la atalaya, de hecho se llama así, Atalaya (atalayahotel.es/es/), frente a la iglesia y al ladito del mar. Tiene terraza, cafetería y sauna. Precio: desde 99 euros. Otra opción a tener en cuenta es el Eco Hotel Mundaka (www.hotelmundaka.com), en un edificio histórico rehabilitado en el centro de la antigua villa marinera, igualmente familiar. Precio: desde 65 euros. Te ofrecen la posibilidad de apuntarte a un curso de surf. Es lo suyo.

Un pueblo conocido por su ola izquierda tiene que tener lo suyo. Y la verdad es que la imagen del mar levantándose frente al casco histórico de Mundaka es francamente espectacular, de las que no se olvidan, como le ocurre al cercano San Juan de Gaztelugatxe, que fue isla y ahora es península en Bermeo, mágico donde los haya. En fin, que este paraíso del surf vizcaíno es una golosina para los viajeros buscadores de tesoros. Casas de colores, puerto típico del Cantábrico, lugares naturales bellísimos, miradores de alucinar, edificios emblemáticos y lamias, esos seres de la mitología vasca que son mitad mujer, mitad animal (un poquito de folclore), lubina y txakoli. Ya te decíamos que no todo en Mundaka es surf.

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